Aprender de la experiencia, por Luis Manuel Esculpi
Apelan a las versiones más inverosímiles. Aún tienen seguidores incondicionales. A ellos está dirigida la programación del canal ocho, las cadenas de Maduro y los vídeos del ministro de información. Al insistir en las mentiras aplican la vieja fórmula goebbeliana, se identifican más con el propagandista nazi, que con Gramsci el pensador italiano citado frecuentemente por Chávez. En fin, como no hay tal revolución no se está obligado a la fidelidad con la verdad.
Un aspecto esencial de su política lo constituye la descalificación de su adversario al que califican de enemigo, para ello se valen de diversos artilugios, no tienen límites, cualquier patraña puede ser empleada en función de ese objetivo. Piensan que los manuales de guerra sicológica les han sido de suma utilidad. El uso perverso de teorías y técnicas de la comunicación no tienen ya la pegada de otros tiempos. La credibilidad se les ha agotado, la decepción aumenta entre los antiguos seguidores. El rechazo a sus políticas ya no puede ser mayor. Su «lecho de roca» luce erosionado.
Al resultarle insuficiente el argumento de las últimas medidas de Trump, para levantarse de la mesa de negociación, inventaron lo de la supuesta posición de entrega de Guaidó en torno al Esequibo, cuando es un hecho público, notorio y comunicacional, como diría un abogado, que desde el año 2004 cuando Maduro era canciller, se produjo un viraje en la reclamación que venía haciendo Venezuela, los gobernantes cubanos aconsejaron a Chávez en ese sentido, con el objeto de ganar votos en el Caricom, cuando el expresidente se propuso entrar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
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Más recientemente surgió un nuevo montaje a propósito de la salida de Guaidó a Colombia el pasado mes de febrero, se le ha pretendido vincular con los paramilitares colombianos conocidos como Los Rastrojos, independientemente que este tipo de propaganda va dirigido, en lo fundamental hacia sus seguidores más consecuentes, es indudable que la acción de los laboratorios en las redes sociales, genera dudas y confusión en otros sectores, hasta el punto que algunos medios de comunicación, no oficialistas se hicieron eco de la patraña, y la presidenta del Copei legitimado por el TSJ envió un tuiter que afortunadamente luego rectificó, donde reproducía la versión del oficialismo. La declaración a la periodista Idania Chirinos del chofer que trasladó a Guaidó, donde desmiente claramente el montaje del gobierno de Maduro, lamentablemente no ha tenido la misma difusión que la de los laboratorios.
Podemos entender que algunas personas puedan resultar víctimas de la confusión, lo que resulta incomprensible son aquellos grupúsculos que se dicen opositores y le concedan siempre mayor credibilidad a los voceros del oficialismo que a los de la Asamblea Nacional
La unidad total de las fuerzas alternativas pareciera improbable hoy, sin embargo tal como fue manifestado en el evento del Frente Amplio la pasada semana, es posible pasar a un estado superior de la unidad, incorporando a otros sectores sociales y políticos, a los que ya están integrados en el Frente.
Sería deseable, incluso que quienes pretenden adelantar una política distinta e incompatible con esa estrategia definida por la AN, concentrarán sus esfuerzos, en la diferenciación del oficialismo y rectificaran en el comportamiento de enfocar sus baterías contra las fuerzas democráticas que promueven una orientación, que aunque ellos no comparten, está nítidamente confrontando al régimen.
Si bien la unidad no puede considerarse un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar determinados objetivos; también es cierto que en determinadas coyuntura la unidad constituye un factor decisivo para lograr los propósitos. La experiencia histórica tanto nacional, como internacional, nos aporta esa enseñanza. Negarse a reconocer esa realidad no tiene sentido, sería imperdonable no aprender de la experiencia tanto nuestra como ajena