Salvar o pagar con Citgo: ¿qué es lo que más conviene a Venezuela?, por Víctor Álvarez R.
Citgo es un conglomerado de refinerías de petróleo que posee Pdvsa en EEUU, con una capacidad de refinación de 745.000 barriles diarios. Posee una red de distribución independiente, oleoductos y capacidad de almacenamiento. Tiene 3.500 empleados, opera 48 terminales, nueve oleoductos y una red de más de 5.000 gasolineras en EEUU. Su valor se estima en $ 8.000 millones.
El 28 de octubre Pdvsa tiene que hacer un pago por $ 913 millones del Bono 2020, el cual tiene como garantía el 50,1 % de las acciones de Citgo. Si incumple, basta que 25% de los acreedores pidan a una corte la ejecución de la garantía para cobrar los pagos pendientes e, incluso, el total de la deuda, equivalente a $ 1.700 millones.
Si el valor de Citgo se estima en $ 8.000 millones, el 50,1% que se vendería equivale a unos $ 4 mil millones. De estos se pagarían $ 1.700 millones a los tenedores del Bono 2020, mientras que Pdvsa recibiría los $ 2.300 millones restantes. Pdvsa mantendría 49.9% de las acciones, pero perdería control de Citgo.
Pero el problema no llega hasta allí. Resulta que en la ola de expropiaciones que inició Chávez figura la que afectó a la minera canadiense Crystallex. Esta empresa resultó favorecida por la sentencia de un tribunal de EEUU que le permite incautar las acciones de Citgo para cobrar $1.400 millones por la indemnización pendiente.
Aunque Crystallex en rigor no es un acreedor de Pdvsa –y su litigio por la expropiación es contra la República–, el marco legal estadounidense contempla la figura del alter ego que permite al afectado embargar los activos de una empresa, cuando su dueño no paga una deuda por él contraída.
Pero todavía no hemos llegado al final de la cuenta, toda vez que a los rusos también se le debe. No olvidemos que el 49 % restante de las acciones de Citgo se ofreció como garantía de un préstamo por $ 1.500 millones que otorgó Rosneft. Sumando los $1.700 millones del bono Pdvsa 2020, los $1.400 millones de la indemnización que reclama Crystallex y los $ 1.100 millones todavía se le deben a Rosneft, el total de las acciones comprometidas asciende a $.4.200 millones.
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Cuando Citgo no estaba agobiada por deudas y demandas y el gobierno venezolano quiso venderla, el banco de inversiones Barclays Capital realizó un estudio para conocer en cuánto estaba valorada y estimó que su valor patrimonial implícito estaba entre $ 7.000-9.000 millones. Pero con una Citgo hipotecada y asediada por los tenedores del Bono Pdvsa 2020, la minera canadiense Crystallex, la petrolera rusa Rosneft y los tenedores del Bono Venezuela 2034, el avalúo puede ser muy desventajoso y se corre el riesgo de que se remate a un precio muy por debajo de lo que Citgo realmente vale.
Si Maduro y Guaidó no se ponen de acuerdo para defender Citgo, lo más probable es que se remate por no más de $4.000 millones que apenas alcanzaría para pagar las deudas que tienen como garantía las acciones de la compañía, y a Venezuela no le quedaría nada.
Ni Maduro ni Guaidó administran recursos suficientes para pagar los próximos vencimientos. ¿Qué hacer? En la mesa están diferentes propuestas:
- Que Guaidó pague a los bonistas estadounidenses mientras Maduro se encarga de pagarle a los rusos
- Suscribir un pacto con los acreedores para no embargar ningún activo de la República mientras se resuelve la crisis
- Qué oficialismo y oposición acuerden una estrategia para salvar los activos de la República que se van a necesitar para su reconstrucción
- Solicitar a la ONU una Resolución para proteger de la rapiña de los acreedores a un país que atraviesa por una crisis humanitaria
- Qué el gobierno de Guaidó –reconocido por la Administración Trump–, solicite a su aliado una Orden Ejecutiva para evitar que le carguen la responsabilidad de haberse dejado quitar Citgo
- Que se revoque la licencia que tienen los tenedores del Bono Pdvsa 2020 para ir en contra de las acciones de Citgo.
- Que no se conceda una licencia a Crystallex para que proceda a vender las acciones de Citgo.
A tan solo unos días para que se venza el pago de los $ 913 millones, nada concreto se ha hecho. Pareciera que la ejecución de Citgo ha entrado en cuenta regresiva. Lo que no se hizo desde agosto de 2018, tampoco se hará ahora.
Citgo siempre ha sido un caso muy polémico y no faltan quienes argumentan que no fue un buen negocio, ni para Pdvsa ni para la República. Sus defensores argumentan que el complejo refinador ha sido un destino seguro para procesar los crudos pesados de la FPO, mientras que sus detractores objetan que la refinería le compra el mayor porcentaje de crudos pesados a otros países. En efecto, Citgo no procesa única y exclusivamente petróleo venezolano. Hasta enero de 2019, recibía crudos desde unos 20 países y Pdvsa apenas suplía el 25% de sus requerimientos.
La diferencia es que a Pdvsa le paga con un descuento entre 6-8 $/barril, mientras que a los demás proveedores les paga a precios de mercado. Aun con el generoso subsidio con el que Pdvsa ha favorecido a Citgo, la relación ingreso neto sobre ingreso bruto representó menos de 2%, y no siempre ha enviado dividendos que mejoren las finanzas de Pdvsa y el ingreso en divisas de Venezuela.
A la luz de estos datos vale preguntarse:
¿A quién le conviene mantener Citgo en manos venezolanas?
¿Quién se beneficia con los descuentos al barril de petróleo y quién se perjudica?
¿Dónde se quedan las exiguas ganancias que genera la compañía?
¿Dónde se pagan los impuestos?
¿Acaso no será mejor para el interés nacional pagar con acciones de Citgo el Bono 2020, la deuda con Rosneft y la indemnización a Crystallex, siempre y cuando se pueda seguir vendiendo a Citgo, pero sin descuento, los crudos de la FPO?
Si Pdvsa sigue siendo proveedora de Citgo y sacamos bien las cuentas, podríamos comprobar que con un ingreso adicional de 6-8 $/barril se compensaría con creces los exiguos dividendos que Pdvsa dejaría de percibir.