Bulgaria-Inglaterra, el racismo en el fútbol otra vez, por Gustavo Franco
Como sociedad nos hemos puesto de acuerdo en que el racismo debe ser erradicado. Juzgar a una persona por su raza, etnia, nacionalidad o color de piel (cosas que las personas son, y no eligen) es deplorable. Hay países que por conflictividad social o por no tener una sociedad diversa, no han entendido esto. Y es el caso de los países balcánicos, donde en un recuerdo no muy distante está un conflicto armado entre etnias y naciones que conformaban un solo país: Yugoslavia.
El pasado lunes 10 de octubre, una selección de esta región — la búlgara — jugó un partido de eliminatoria para la Eurocopa 2020 contra Inglaterra. Aunque Bulgaria no formó parte de Yugoslavia, sí está en los balcanes (región conformada por la antigua Yugoslavia, Albania, Bulgaria, Rumania, Grecia y Turquía), una zona muy diversa que ha sido controlada por distintos actores históricos. Las tensiones étnicas y las disputas territoriales no han faltado.
El partido fue jugado en Sofía y los británicos ganaron contundentemente por 0 a 6. La noticia no fue el resultado, sino los insultos racistas que los aficionados búlgaros profirieron durante prácticamente todo el partido contra los jugadores negros ingleses. También se pudo ver simbología fascista y saludos nazis.
Tal fue la insistencia de estos insultos que el partido fue parado en dos ocasiones durante el primer tiempo. Tan espeluznante fue lo que se vivió durante el partido que en el entretiempo se pudo ver al capitán de la selección búlgara, Ivelin Popov, dialogando con los ‘ultras’ para que parasen los insultos, que incluían imitaciones de sonidos de mono.
Y tal ha sido la repercusión mediática, que el Primer Ministro de Bulgaria llamó al presidente de la Federación Búlgara para pedirle que dimitiera. Cosa que luego sucedió después de que el Gobierno de ese país amenazara con parar la financiación de la Federación de Fútbol de Bulgaria.
¿Por qué le ha pedido que dimitiera, en vez de darle una oportunidad de resolver la situación y dar con los culpables? No es la primera vez que la afición búlgara ha estado envuelta en incidentes racistas. El partido contra Inglaterra fue jugado con algunas gradas completamente cerradas al público debido a que los búlgaros estaban sancionados por la UEFA tras episodios xenófobos en los que se registraron cánticos contra jugadores de etnia albana en el partido contra Kosovo, otro país de los balcanes. Esa misma sanción está en efecto hasta el partido que tendrán contra República Checa el 17 de noviembre.
Lea también: Relevo 4 x 3.5 millone$$$, por Jesús Elorza
El racismo en el fútbol es un tema recurrente que los organismos que lo gobiernan no han sabido resolver. El fútbol italiano ha visto estos episodios de insultos racistas dirigidos a Moise Kean y Mario Balotelli, ambos italianos negros. En Inglaterra también se han visto este tipo de actitudes, pero la Liga Premier y los equipos han sabido castigar de forma ejemplarizante a los aficionados que se comportan de esta forma. Pero los países balcánicos tienen la mayor recurrencia en la incidencia de este tipo de episodios tan lamentables.
El país de Montenegro fue sancionado por insultos racistas, también contra la selección inglesa. En Serbia, el jugador brasileño del Partizan de Belgrado, Everton Luiz, terminó un partido llorando luego de recibir insultos racistas de la afición del Estrella Roja de Belgrado en el año 2017.
El fútbol es un deporte que es el número uno en una inmensa mayoría de países. Por eso ha sido utilizado como arma de propaganda por regímenes como el de Mussolini en Italia, y el de Hitler en Alemania.
También ha sido utilizado como un vehículo para la conciliación, cosa que bien supo hacer Didier Drogba para, primero pedir un alto al fuego en Costa de Marfil, y luego lograr un acuerdo de paz entre las partes del conflicto de ese país.
Tan alto es el perfil de un evento futbolístico, que muchas veces es utilizado para amplificar visiones del mundo que se creían superadas. En ocasiones, una sociedad que creía no ser racista, debe darse cuenta de que tiene este problema porque ha tenido un incidente de este tipo en un partido de fútbol.
Para desgracia de los aficionados a este deporte, el racismo como problema se manifiesta, entre otras formas, a través de grupos de aficionados en el fútbol. Como es un problema para la sociedad, que se manifiesta a través del fútbol, debe ser atacado tanto por la sociedad como por los organismos que regulan el fútbol. Y aquí es donde está, en buena medida, el problema.
En algunos casos, los organismos que regulan el fútbol no quieren ayudas ni intervenciones que amenacen con regular el fútbol. Hay sociedades que no se toman demasiado en serio el problema, cosa que demostrada luego del partido entre ingleses y búlgaros cuando el entrenador del equipo balcánico, Krasimir Balakov, dijo que no había escuchado insultos racistas y que más bien percibió una falta de respeto de los aficionados ingleses al himno de Bulgaria.
Con este tipo de declaraciones, y sin la cooperación entre gobiernos y comunidad del fútbol, parece muy difícil dar con la solución a un problema que empaña un espectáculo que se supone debe promulgar valores como respeto y tolerancia.