Pacientes con VIH venden los antirretrovirales en la frontera para poder comer
Desde la Corporación de Salud del Táchira hacen un llamado a la conciencia pues se trata de medicinas de alto costo que puede volver a fallar, poniendo en riesgo la vida de los pacientes
Rosalinda Hernández C.
De acuerdo a la vocera de la Corporación de Salud del Táchira, Corna Duque, una buena parte de los diagnosticados con VIH/Sida en la entidad han migrado a Colombia y están siendo atendidos por programas como los que adelanta la ONG de ayuda internacional AHF, donde se les proporciona el tratamiento.
En su mayoría quienes migraron -precisó Duque- retiran medicamentos en el departamento colombiano Norte de Santander y también buscan el antirretroviral en la Corporación de Salud del Táchira.
“No existe un cruce de información que permita detener esto. Se ha podido evidenciar que en la frontera quienes venden medicamentos tienen los antirretrovirales. Los pacientes se toman un solo tratamiento, el de allá o el de aquí, pero dejan uno y lo venden. No estiman que de un momento a otro Colombia puede decirles ‘no más medicamentos’”, señaló la funcionaria.
Muchos de estos tratamientos estarían siendo comercializados en el mercado negro fronterizo por los pacientes para poder comer, situación que no obstante no justifica su venta, precisó la vocera de salud.
“Se entiende la situación que vive el país y también que muchos pacientes estarían haciéndolo para solventar la crisis económica y comprara alimentos, porque la mayoría no cumple con el régimen nutricional recomendado para su patología. Pero vender medicamentos que representan la vida de un ser humano, que pueden faltar en cualquier momento, no debe ser”, dijo Corna Duque.
Denunció que hay pacientes “conscientes” que han comunicado que están retirando los medicamentos por Colombia, pero hay otros que viven en el extranjero y pretenden que sus familiares en Venezuela les retiren los antirretrovirales y se los envíen al país donde se encuentran. “Así sean venezolanos, eso no se puede hacer porque el programa va dirigido a los venezolanos que estén en el país”, aclaró.
Ante la situación que se presenta, la jefe del programa regional ITS/Sida de Corposalud, solicitó el cruce de la data de información con la ONG AHF, a través de ONU/Sida para poder evidenciar quienes estarían retirando los medicamentos en ambos países y tomar las acciones pertinentes.
En Táchira, se está entregando la terapia antirretroviral de manera regular a todos los pacientes diagnosticados y que poseen fichas o historial médico que así lo demuestre, detalló Duque.
“El último medicamento para el tratamiento VIH/Sida que estamos entregando, la acriptega, está siendo donado a través del programa nacional que se adelanta con organismos internacionales. Decir que en Táchira se han presentado fallas en lo transcurrido de este año, en relación a la entrega de medicamentos, seria mentir”, dijo.
En el estado fronterizo 5.332 pacientes han sido diagnosticados con VIH/Sida, de los cuales a 2.794 se les ha asignado tratamiento. No obstante, actualmente solo lo retiran 749 personas, de acuerdo con estadística vigente al 31 agosto de 2019.
Con retrovirales pero sin comida
Quienes han sido diagnosticados con VIH positivo no solo tienen que lidiar con las implicaciones de la patología, el temor al rechazo social y la crisis económica llevan a algunos a pensar hasta en el suicidio.
Juan salió positivo en la prueba de VIH/SIDA el pasado 8 de marzo, en medio del apagón nacional que afectó por más de 48 horas a gran parte del país. El hombre de 31 años de edad es militar, sargento segundo del Ejército para más señas, y se encuentra destacado en un batallón en Caracas cuyo nombre prefirió omitir.
“Sufría de una hernia, cada día era peor hasta que me hice todos los exámenes, el del VIH fue el último, nunca se pensó que fuera eso, de hecho cuando los resultados salieron pensamos que se habían alterado en medio del apagón y la prueba se repitió, volvió a salir reactivo más no decían si era positivo. El médico insistió, debía hacerme un western blot y no tenía la plata para pagar un examen de esos porque sobrepasa mi sueldo”, relató el militar.
La desesperación y depresión se apoderaron de Juan: “hasta pensé en quitarme la vida, con el posible diagnóstico que luego fue confirmado no quería seguir viviendo”.
El militar tomó la decisión de viajar al Táchira a buscar ayuda con el diagnóstico y el tratamiento, ante la ausencia de “una mejor” atención en Caracas.
“Cuando iba a buscar atención me decían que no había cómo. Para hacerme los exámenes no había reactivos. Por eso viaje, me dijeron que aquí por medio de la ayuda humanitaria había más posibilidades. Por mi condición de militar me advirtieron que a Colombia no podía ir a buscar tratamiento, no fue necesario porque lo conseguí”.
En San Cristóbal fue recluido en el hospital militar, donde finalmente lo diagnosticaron como VIH positivo. Cuenta que al ser dado de alta regresó a Caracas y puso a disposición del comandante de la unidad el informe médico. “La reacción fue tranquila, fue discreto. No quiero que todo el mundo se entere porque no sé cómo vayan a reaccionar algunas personas”, precisó.
Desde ese momento los días se convirtieron en una tragedia, el sueldo no alcanzaba para cubrir los gastos de medicamentos, exámenes y comer. Apenas ganaba para el mes de mayo 90.000 bolívares que se le iban en traslados desde Caracas a San Cristóbal, donde cumple el tratamiento médico cada 25 días.
“He averiguado sobre el seguro que tenemos, pero nada. Tampoco hay apoyo del Ejército, a duras penas me pagan el sueldo que se va en comprar una caja de pastillas, un kilo de arroz o una pasta. Lo peor es que por mi condición no puedo trabajar en otras cosas, mi cuerpo está débil, cansado, trato de mantener el buen ánimo aunque estoy solo, mi familia se fue del país, ellos saben que estoy enfermo pero no saben de qué. A mi mamá le dije: váyase, ayúdese usted porque yo no puedo (…) la situación en Venezuela está muy difícil”.
El militar ha sido constante con el consumo de los antirretrovirales que le suministran en la Corporación de Salud del Táchira. Sin embargo, le es imposible adquirir los medicamentos prescritos para las patologías asociadas porque son muy costosos. Igualmente llevar una dieta balanceada, rica en proteínas le es difícil, por lo que su alimentación se reduce a granos y arroz.
“Comer frijoles todos los días me hace mal. Las evacuaciones se complican, se hacen continuas y me descompensan. ¿Pero qué hago? Con algo debo acompañar el arroz”.
Hace unos días fue llamado por su componente militar a presentar una prueba física, pero la tuvo que diferir. Su cuerpo está agotado, flaco, ha perdido 25 kilogramos en siete meses.
“No pude hacer la prueba física, sentí miedo porque al presentar el informe algunos de mis compañeros lo estaba leyendo (…) tuve susto, no sé si está situación vaya afectar el ascenso que me corresponde al año entrante, de ser así me tocará pedir la baja, irme del Ejército después de ocho años de servicio ¿qué más puedo hacer? No creo que aguante más”.