¿Y el día de la salsa?, por Carlos M. Montenegro
Hace unos días llegó a mis manos – no sé cómo, ni de parte de quién – el dato de que, en el año 2005, el Ministerio para la Cultura bajo la gestión de Francisco Farruco Sesto, decretó que en honor a Phidias Danilo Escalona (1933-1985), “El Bigotón” o “El Loco Phidias”, como se le llamaba afectuosamente, que el día de su nacimiento fuera el Día Nacional de la salsa en Venezuela.
Enredando por internet, con la idea de saber más sobre esa excelente iniciativa que reivindicaba la trayectoria y la trascendencia de este hijo ilustre de La Pastora, vine a toparme con la sorpresa de que “el día de la salsa” ya no existe.
Al parecer al año siguiente y sin ninguna explicación esa efemérides no se ha vuelto celebrar y hasta el día de hoy continua así, lo que es un autentico desafuero, dejando un vacío entre quienes le recuerdan y lo consideran como la auténtica referencia de ponerle el nombre ”Salsa” a la música afrocubana como género musical desde los años ’60, y pienso que habría que pedir desde ahora mismo “a todas las personas humanas que sea posible reunir, abocarse a reclamar al ministro de la cultura de turno para que restituya el “Día Nacional de la Salsa”.
En Puerto Rico hay uno, otro en Cuba, en Nueva York, al parecer en Panamá y creo que hasta los españoles y los franceses celebran su día de la salsa, que ya me dirán si no tiene guasa. Puede que ahora con tantos criollos emigrados le pongan un punto de sabor y “saoco” a la cosa. Pero lo inconcebible es que en el país que bautizó a la salsa, que también es parte de esa cultura, el gobierno no le pare bola. O es que deben estar ocupados en otros guisos con otras salsas.
Claro que con los latinos no se puede hacer carrera: ni para festejar el día de la salsa nos podemos poner de acuerdo, aunque sea para echar un pie…
Lea también: Toñeca estás ponchada, por Jesús Elorza
No creo que sea mucho pedir, pues hay “Días Universales” de un montón de tonterías. Además debiéramos aprovechar que como en estos días no se vislumbra cerca ningún referéndum, estas próximas festividades “decenbrinas” serían unas estupendas jornadas de reflexión para ver cómo ponemos de acuerdo a la humanidad, aunque sea en lo de la salsa. Y si no se puede, pues tratemos de hablar ya saben ustedes con quién, y que nos monte una consulta cuanto antes para decidir sobre tan loable cuestión, pero eso sí, que no pase mucho tiempo sin que tengamos al menos nuestro “Día Nacional de la Salsa”. Yo, si me permiten, me gustaría pedir respetuosamente una sola cosa: que sea el 5 de Octubre en memoria del “Loco Phidias”. Creo que lo merece.
Aunque es aceptado que la música afro-caribeña nació en Cuba, que se desarrolló muchísimo en Puerto Rico, que se vinculó con el Jazz en Nueva York, y que cada país, especialmente de esta área le ha ido aportando condimentos, fue Phidias quien desde sus programas de radio, todos los días le echaba su poquito de sazón y con su particular voz untaba de “bembé” cada canción que comentaba y ponía a sonar hasta que las pegaba; además bautizó a ese género como “salsa” dando carácter y unidad cultural a un montón de naciones del Caribe y no pocas del continente.
Tuve la suerte de conocer y trabajar con él durante los años sesenta en Radiodifusora Venezuela y estoy seguro que Phidias nunca pretendió bautizar nada; ocurría que lo suyo era espontaneo, de su carácter y personalidad fluía la salsa y el bembé naturalmente. Sabía un montón de música, y de la tropical aún más. Era un fenómeno nacido de la radio y muy pocos profesionales podían presumir de haber transitado por todas sus áreas desde la pubertad. Y todo eso sin darse ninguna importancia, a pesar de su popularidad.
En una entrevista concedida a Lil Rodríguez en 1983 Phidias le contó que comenzó en Ondas Populares del grupo 1BC donde su madre hacía el mantenimiento, haciendo los recados a Héctor Hernández Vera, René Estévez o
Rubén Darío Villasmil, y a Pancho Pepe Croquer, que sería muy importante en su carrera. Phidias se hizo indispensable para los locutores, les llevaba café, dulces, cigarrillos, periódicos, y otros mandados. Entre todos le pagaban una magra cantidad de propina, pero contaba que le hacían sentir millonario. Ese fue su comienzo en la radio
A mediados de los años sesenta su programa “La Hora de la Salsa y el Sabor”, que cada mediodía se transmitía en vivo por Radiodifusora Venezuela desde un pequeño auditorio con público, con la orquesta de Pedro J. Belisario y Víctor Piñero como voz principal. Aunque su vínculo con las mayores estrellas de la salsa era proverbial, aquel profesional bohemio, bonachón y amigo generoso, desde aquel mismo estudio presentaba también grupos de pop y rock, alternando con la orquesta, porque conocía y gustaba de todos los géneros. De ello pueden dar testimonio grupos como Los Claners y Los Impala, que una buena parte de su éxito se debió a la contribución de Phidias, que les ayudó eficazmente a proyectarse en sus inicios. No solo la salsa, el pop rock de Venezuela también es deudor de Phidias.
Fue amigo personal de las grandes estrellas del género, su amistad y compadrazgo con el gran Tito Rodríguez, quien le dedicó el tema “El bigotón de Danilo” da muestra de ello. Tuvo excelentes relaciones con Celia Cruz y Pedro Knight, Rolando LaSerie, Bobby Cruz, Richie Ray, con Jerry Masucci y Johnny Pacheco fundadores de la Fania All Stars así como con la mayoría de sus músicos y cantantes, como el sonero mayor Ismael Rivera, (cumplían años el mismo día). También tuvo una especial amistad con la Lupe.
Fidias marcó estilo y una época; se impuso en su especialidad llegando a ser el más destacado por su forma de hablar y su característica profunda voz de barítono, y sus divertidas extravagancias como usar calcetines de diferente color le dieron popularidad y una merecida jerarquía reconocida internacionalmente.