Indiferencia fría…, por Eduardo López Sandoval
Antes de la visita que se describirá, al viejo amigo viejo Ramonote Mandefuá, hurgo en el buscador para ir preparado para tratar el tema de los humedales, y Wikipedia dice: según el Convenio de Ramsar «Un humedal es una zona de la superficie terrestre que está temporal o permanentemente inundada, regulada por factores climáticos y en constante interrelación con los seres vivos que la habitan». Ransar es la ciudad de irán donde las Naciones Unidas firmó el convenio que protege estos fenómenos de la naturaleza en el mundo…
–Aquí el maltrato a los humedales… – se aclara la garganta el profesor Ramón para entrar en tema–, es el mismo maltrato que le hacen los venezolanos a su riquezas, como el petróleo, el agua dulce que envuelve a la generación de energía eléctrica y el Arco Minero, para nombrar sólo tres, así son los calaboceños con la riqueza de sus humedales.
En el venezolano se manifiesta en la búsqueda constante de la generalidad de la gente de un Gobierno ineficiente en la administración de las riquezas, como ha ocurrido en los últimos 60 años en que se ha “conservado” una forma de gobernar: corrupta, demagógica e ineficiente…
–Esta situación de maltrato tan particular a tu propio bienestar –tu riqueza–, debe tener una palabra en el castellano que la describa, si no la inventamos, veamos…
Buscamos esta mañana, en la propia casa del Profesor de Historia de Venezuela jubilado, con mataburros en la mano, una palabra que describiera la indiferencia del calaboceño por “sus” humedales.
Desidia, minusvalía, indolencia, flojera, desgano, apatía, oposición, desinterés, inapetencia, dejadez, dificultad, desafecto, aversión, disparidad, obstrucción, contrariedad, traba, incompatibilidad, impedimento, hostilidad, odio, malquerencia, animadversión, antipatía…
-La indiferencia que se refiere no la describe ninguna de esta palabras, –bien, ¿qué tal esa palabra que me salió de última, del alma, casual, de carambola, sin diccionario? ¿Indiferencia?- Se preguntó el profesor Ramón.
–La indiferencia es particular, –sigue el viejito–, es por “sus” humedales, es completo el desconocimiento del humedal que el calaboceño tiene más cerca, quizás estamos proponiendo la creación de una nueva palabra, que encierre la indiferencia por lo que más debes querer, porque es tuyo, porque lo tienes muy cerca de ti, tan cerca que eres tú mismo, es tu entorno inmediato. Es una palabra que no está en el diccionario.
*Lea también: Les debemos a ellos nuestra salud, nuestra vida, por Beltrán Vallejo
–¿Y cómo relacionamos eso con las riquezas nacionales? –le pregunto.
–¿Achanta ahí, -como dicen ustedes los muchachos–, esa va ser tu conclusión… y la del lector. Espero…
Y entra en materia:
–Sucede con Pozo Azul, el manantial que le dio el nombre a un barrio, el Barrio Pozo Azul de Calabozo. He hecho el siguiente experimento, después de conocer y humedecer mis manos en sus aguas, (por eso y mucho más se llama humedal, porque humedecen, jaja, pero de eso hablamos después).
Pregunté en la ciudad de Calabozo por la existencia de este manantial y algunos ciudadanos me dieron noticias de su presencia y ubicación, pero al acercarme más al lugar, que queda en la “Bajada de Gardenia” en este Barrio Pozo Azul, te encontrabas que mientras más cerca estabas del lugar de la dirección descrita más era negada la existencia del manantial en la vecindad del entrevistado.
–¿Pero, amigo, el manantial que le da el nombre al Barrio Pozo Azul, el propio pozo azul, no queda por esta calle? Con aprehensión preguntamos…
–No queva midón, eso debe ser por otra calle…
Y las límpidas y azules aguas las teníamos a pocos metros, esta mañana esta vieja experiencia se repitió. El entrevistado le agregó.
–Lo que pasa amigo es que yo soy nuevo por aquí,… yo vivo acá hace 6 años…- Sin comentarios.
–Eso fue esta mañana, antes había ido a ver –a descubrir tal Colón- el humedal Pozo Guabinero, en el Barrio Brisas del Coleo, la indiferencia fría, (que así la vamos a llamar mientras no se invente –o descubra–, una palabra que se adapte), fue tal. Los habitantes que viven por años aquí negaban la existencia de manantial alguno en su barrio:
–Eso de ser en otro lao… – me dicen.
–Y al dar cincuenta pasos me encontré con el humedal más hermoso de la veintena que hay en Calabozo, el Pozo Guabinero…
De ahí este final que con sigilo nos hace llegar Ramonote.
Esta es una pretensión de poema, nos dice:
Yo he visto…
como ustedes:
como ciegan un ojo de la vida
cuando al humedal de La Arestinga
le vacían esa pala de cemento armado.
Como se caen…
una a una
las casas coloniales.
Así…
con nuestra anuencia
o nuestra indiferencia:
Tapan todos los días un ojo de la naturaleza…
Hoy con esta pandemia
yo lo que quiero no es difícil,
creo…
Quiero presentarles unos amigos muchos-muchos:
muchos de los cuales…
muchos de ustedes
no saben de su existencia…
Mis amigos tienen la no frecuente sapiencia sin memoria
de extraer el agua virgen de las entrañas de la tierra
En un eterno dar a luz los bebés más bellos del Llano.
Peces, garzas, pájaros, capachos, abejas, cotejos, avispas y araguatos guabinas,…y cotoperís, y colibríes…
Y más…
son dados a luz todos los días cuando la tierra pare el agua de cristal…
Tú no conoces a mis amigos los humedales
Pero yo te conozco a ti y a ellos…
Y sé que cuando se conozcan va a ser un manantial de…
amor a primera vista.
Yo los conozco a ellos, y no me lo han dicho
pero sé que te esperan…
Si después de conocerlos no consideras bien mi parecer…
te despides a la llanera y…
Olvídalos
que la Aguada Grande no te olvidará,..
Es más
te puede seguir por siempre para llenar tu boca…
de agua…
ante tu indiferencia fría.
Punto.