Indolencia, por Omar Pineda
Twitter: @omapin
Como me niego a consentir la tesis de que uno termina por romper el cordón umbilical que le vincula con su país, de vez en cuando suelen llegarnos –¿o será que nosotros las buscamos?– informaciones del entorno vecinal o de la familia, lo que no deja de sorprender, pese a que por encima de esos temas domésticos orbitan otras peores tragedias.
Por ejemplo, un vecino del edificio donde residimos durante 25 años nos cuenta que la esposa del funcionario chavista que compró nuestro apartamento falleció la semana pasada, a causa de una neumonía de la que pudo salvarse, de haber acudido a la emergencia de una clínica privada, en vista de que los hospitales hacen lo imposible en medio del colapso.
A la pregunta de por qué no la llevaron a una clínica privada de inmediato, la respuesta es simple pero absurda: “porque su esposo estaba en Táchira y no tenía seguro privado”. Espérate, ¿me estás hablando del tipo que se pavonea como escolta de Freddy Bernal y que, según otros vecinos, remodeló por completo su piso hasta convertirlo en un apartamento de lujo? ¿Y no previno ese importante detalle de asegurar a su familia con una póliza privada? Lamentablemente, la respuesta sigue siendo “sí”.
Es decir, uno de los hombres que velan por la vida de este prohombre de la patria socialista, que ahora ejerce el cargo de gobernador del estado Táchira, no pensó en adquirir una póliza de seguro privado para proteger a su esposa, precisamente en la nación donde esos mismos corruptos arruinaron el sistema de salud pública, al punto de que no pocos de los médicos venezolanos que han trabajado en un hospital público cuando emigran a otras tierras terminan dirigiendo alguna especialidad de cualquier centro de salud de ese país.
*Lea también: Manos de masa, por Javier Ignacio Mayorca
Como esta nota la escribo al despertar, me tomo el último sorbo del café y pienso que el tema, rotulado de tragedia podría tener su lógica si vemos que estos ineptos de un narcogobierno suelen desplazarse en sendas camionetotas negras y lucen unas chaquetas de 1500 dólares, pero dejan morir a familiares suyos en Barinas o no se enteran que el niño de La Dolorita, en Petare, que bautizaron en la pasada campaña electoral falleció luego en una cama del hospital JM de los Ríos.
Omar Pineda es periodista venezolano. Reside en Barcelona, España