«Indulto» al Presidente, por Ariadna García
En esta ocasión me voy a referir al Presidente Nicolás Maduro con el mayor respeto que no usé jamás, me interesa que lea todo lo que tengo que decirle. Apelar a su razón y a su corazón. Le hablaré también a los dirigentes opositores. Venezuela necesita de ambos para salir del umbral en el que se encuentra.
Hasta ahora las negociaciones entre gobierno y oposición no han dado frutos, ya sea porque se usaron los actores incorrectos, porque el acuerdo no complacía a ninguna de las partes o porque simplemente nunca hubo voluntad real ni de un lado, ni del otro. En esa diatriba el país ha caminado en los últimos tres años a eventos cada vez más hostiles.
Primero las protestas de 2014 con sus decenas de muertos. La lista de presos políticos creció, creció y creció. Usted Presidente tuvo que recurrir a prácticas menos legítimas para anclarse en el Poder y en el camino solo consiguió enlodarse más.
En 2015 apresaron en Estados Unidos a los sobrinos de su esposa, un hecho que debió trastocar y preocupar a la familia, su familia. Si ya antes había sentido miedo, supongo que a partir de aquí, este aumentó. Se acrecentó el temor de desproteger a los suyos y como dije al empezar el texto, le hablaré como a un ser humano y no solo como al Jefe de Estado.
En 2017 una nueva ola de manifestaciones dejó un saldo de unas 160 personas muertas, la mayoría jóvenes. La Guardia Nacional, fuerzas castrenses, de inteligencia y paramilitares, acataron las órdenes para reprimir y durante tres meses la violencia desbordó las calles. En ese trance hasta fue acribillado David Vallenilla, el hijo de un excompañero de trabajo suyo, quiero pensar que esa muerte le dolió.
Hace más de un año se inhabilitó completamente a la Asamblea Nacional y con esa medida la poca legitimidad de la que gozaba su gobierno se quebró. Generó que la comunidad internacional lo mirara más de cerca y que las sanciones contra usted y sus funcionarios aumentaran. Nada fácil señor Presidente.
Vemos que las instituciones hoy lucen completamente perdidas, se desdibuja quién es realmente la autoridad. En agosto de 2018 usted denunció nuevamente un intento de magnicidio, otra razón más para temer, no solo por usted sino también por los suyos. Hace apenas unas semanas pasó un incidente con su caravana del que aún no se conocen los detalles. Un hecho que pone en relieve que el Estado se volvió tan peligroso que ni siquiera usted está a salvo.
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Lo que tenemos este año es un país en ruinas, pobre, tan pobre como cualquier nación de África. Niños en las calles, abandonados, comiendo de la basura, empresas paralizadas, un salario de seis dólares, 3.700.000 personas desnutridas. Un país a oscuras, sin medicamentos, con los servicios básicos a punto de un colapso. La producción de Pdvsa, según la OPEP, llegó en octubre a producir 1,70 millones de barriles diarios. Cuando usted llegó al Poder esa cifra rondaba los 2,50 millones de barriles diarios.
Una de las mayores tragedias de Venezuela es su riqueza, hay mucho, muchísimo dinero de por medio, minerales, coltán, oro. Soltar esto sería perderlo todo, todo lo que han amasado por 18 años y entregarlo sin garantías es aún peor. Aquí es donde entra la palabra -«indulto»-. Ustedes se preguntarán ¿cómo se le da un indulto a alguien que no está pagando una condena, que no ha sido enjuiciado? Sobre usted señor Presidente pesan denuncias ante la Corte Penal Internacional de violación de derechos humanos, esto compromete todavía más su complicada situación.
Nadie quiere perder. Los venezolanos queremos que se haga justicia, sí, han sido demasiadas las muertes, los atropellos, los abusos, nadie votó por esta revolución, la gente eligió a un Hugo Chávez que se describía como «un humanista», nadie votó por la realidad que vive hoy, fueron ustedes señor Presidente quienes a última hora cambiaron las reglas del juego y ya hoy para los venezolanos es demasiado tarde.
Detener este sufrimiento, parar las muertes que se dan hoy en los hospitales por falta de antibióticos como es el caso de Rolianmerys Hernández, quien falleció este 19 de noviembre en el J. M. de Los Ríos, pasa porque se de una negociación seria entre gobierno, oposición, sociedad civil y comunidad internacional. Si parar la desnutrición de 3.700.000 personas depende de su libertad, de un indulto para usted y su familia señor Presidente, yo creo que merece la pena. Salvar 30 millones de vidas es aquí lo urgente porque en Venezuela cada habitante está en riesgo, es víctima de un Estado inseguro para todos, hasta para usted.
El país no tiene tiempo, quienes necesitan quimios no tienen tiempo, quienes son víctimas de la trata de personas producto de la emigración tampoco tienen tiempo, quienes no tienen nada que comer no tienen tiempo, los trabajadores que no saben cómo hacer ya para estirar el dinero tampoco tienen tiempo. No hay tiempo que perder, es hora de sentarse, de proponer un trato que no será justo, pero que al menos salvará vidas. Por mi parte yo lo indulto señor Presidente, que el tiempo hablará después