Inflación y corrupción: ¡Viva la revolución!, por Teodoro Petkoff
La inflación continúa desbocada. Junio cerró con 1,8%, el primer semestre en 7,8%, contra 5,5% el primer semestre de 2006, año en el cual la inflación alcanzó 17% en diciembre, así que podemos imaginar que 2007 concluirá con una tasa inflacionaria superior a la del año anterior. De junio a junio la cosa va por 19,4%, pero la inflación en alimentos, que es la que más duro golpea a los pobres, llega en el mismo periodo a 26,1%, y en transporte, que también es asunto de los más débiles económicamente, es de 40,9% . Como se sabe, la mayor parte del ingreso de los pobres se va en alimentos y transporte. “Ay, amor, ya no me quieras tanto” podrían cantarle desde las barriadas populares a Chacumbele. En julio, debido a la rebaja del IVA a 9%, seguramente el ritmo inflacionario cederá, pero tal como ocurrió en marzo, con la primera rebaja, ese es un efecto puntual, que se produce sólo el mes de la disminución del impuesto. De no haber medidas anti-inflacionarias de fondo (que no las ha habido hasta ahora), en agosto el potro de los precios retomará su carrera cuesta arriba. Pero, esa reducción del IVA implica una paradoja cruel. Según el minpopopfin, Rodrigo Cabezas, la disminución del IVA deja libres, en manos del público, 1,3 billones de bolívares. O sea, más plata para gastar. Para gastar, no para ahorrar, porque con la inflación comiéndose los ahorros, el público gasta lo que le entra, antes de que su dinero pierda valor. Puesto que no hay una política anti-inflacionaria eficaz, abarcadora, ese billón y pico de bolívares es gasolina para la candela.
Más liquidez, más presión inflacionaria. Pero aquí, donde está el meollo de la cuestión, el gobierno no produce resultados. Es prisionero de su política fiscal.
Por otro lado, la tasa de cambio paralela continúa alegremente por arriba de los 4 mil bolívares. Desde el BCV se lanza el sofisma de que con esa tasa apenas se realiza el 5% de las importaciones, de modo que, según ese diagnóstico, tal tasa no tiene mayor incidencia en los precios, porque, siempre según ese punto de vista, el 95% de las importaciones se paga con el dólar controlado (2.150). Entonces, de ser así, ¿por qué el Minpopopfin pone tanto empeño en bajarle el copete al dólar paralelo? Porque sabe que la tasa paralela, cualquiera que sea el porcentaje de importaciones que se cubre con ella, es la que determina los precios en el comercio. La diferencia abismal entre la controlada y la paralela mantiene una sorda expectativa de devaluación y para protegerse de los efectos de esta, los precios de hoy se fijan anticipando los que habrá que pagar mañana, de producirse la devaluación. Desde hace dos semanas, pues, el Minpopopfin viene colocando en el mercado notas reestructuradas por 500 millones de dólares, al precio oficial, para nutrir el mercado paralelo y tumbar la tasa. En verdad, lo ha logrado: de 4.300 la bajó a unos 4.100. Y lo seguirá haciendo. Ahora bien, las tales notas reestructuradas se han entregado a dedo a tres bancos, que inmediatamente las transforman en dólares que van al paralelo a 4 mil. Saquen la cuenta de la ganancia que se hace en diez minutos en estas operaciones y si son malpensados imaginen también cómo se repartirá esa mascada. Inflación y corrupción: ¡Viva la revolución!