Ingeniosidad, por Gisela Ortega
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– Un sastre austriaco, residente en París (Francia), que se ganaba bastante bien la vida, le dio por inventar un traje con el cual aseguraba que un hombre lanzándose desde cierta altura y abriendo los brazos, oportuna y convenientemente; podría realizar el mismo vuelo que la paloma y acabar posándose suavemente sobre la tierra.
Reicheli (así se llamaba el sastre) hizo varias pruebas de su invento arrojando peleles desde alturas diferentes y vestidos –claro está– con el traje de su invención: ninguna de estas pruebas le dio resultado, pero él lo achacaba a que los peleles carecían de voluntad para abrir los brazos y para darles una vez abiertos el impulso necesario para avanzar y guardar el equilibrio.
*Lea: Demostraciones matemáticas, por Gisela Ortega
Debido a la inconsciente conducta de algún funcionario, obtuvo permiso para arrojarse desde lo alto de la torre Eiffel, el 23 de febrero de 1912, a la 7:00 am. En efecto, a las 7:05 am se lanzó y a las siete horas, cinco minutos y cinco segundos, tras un descenso vertical sin contención alguna, se estrellaba contra el suelo.
El paracaidismo –que más adelante se perfecciono en Rusia–, tuvo su origen en los Estados Unidos, en 1928. Su grito de guerra fue el nombre de un cacique indio:
«¡Jerónimo!»
– La primera corrida que registran los anales taurómacos de Lima, Perú, tuvo lugar el 29 de marzo de 1540, celebrando la consagración de oleos hecha por el obispo fray Vicente Valverde. Era el segundo día de Pascua de Resurrección. Francisco Pizarro, mato el segundo toro a rejonazos.
El historiador peruano, Ricardo Palma, en el tomo V de sus Tradiciones Peruanas, afirma que el 22 de abril de 1792, se dio en Lima una corrida de toros «a beneficio de las benditas animas del Purgatorio».
–Hay en Edimburgo (Escocia) un monumento dedicado a un perro llamado Bobby, tan fiel a su amo: un pastor llamado el viejo Jock, que a su muerte permaneció junto a su tumba durante 14 años. Quienes visitaban el cementerio jamás vieron al animal alejarse de la sepultura.
– El ojo humano puede distinguir 10 millones de colores diferentes.
– Los koalas pueden vivir toda su vida sin tomar agua.
– El graznido de un pato (cuac, cuac) no hace eco y nadie sabe por qué.
– Una persona común ríe aproximadamente 15 veces por día –deberíamos mejorar eso–.
–La Coca Cola era originalmente verde.
– Un mensaje enviado por el cerebro a cualquier parte de nuestro organismo puede alcanzar 290 kilómetros por hora.
– Thomas Alba Edison temía a la oscuridad.
– Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare son considerados los más grandes exponentes de la literatura hispana e inglesa, respectivamente; ambos murieron el 23 de abril de 1616.
– Las Vegas es el punto más luminoso desde el universo.
– Los elefantes son los únicos animales de la creación que no pueden saltar –afortunadamente.
–El cangrejo gigante de la especie Macrocheira kaempfferi, que habita en las profundidades de los mares de Japón, puede dar con sus largas patas pasos de hasta tres metros.
–Los diestros viven en promedio nueve años más que los zurdos.
–Los mosquitos tienen dientes.
–Es posible hacer que una vaca suba escaleras, pero no que las baje.
–El orgasmo de un cerdo dura 30 minutos.
–Es imposible estornudar con los ojos abiertos.
– Las estrellas de mar no tienen cerebro.
–Hay registros de mujeres obesas que han vivido más de 100 días si probar un solo bocado y que han subsistido a base de agua.
–Mas del 50% de la gente del mundo nunca ha hecho o recibido una llamada telefónica.
–La mexicana lucía Zárate pesaba a los 18 años alrededor de 2 kilos y medía 50 cm. Al nacer padecía enanismo.
–Es imposible chuparse el codo –El 80% de las personas que leen este texto, intentaran chuparse el codo.
– American Airlines ahorró U$S 40.000 en 1987 eliminando una aceituna de cada ensalada que sirvió en primera clase.
– El Pentágono tiene el doble de baños de los necesarios. Cuando se construyó la ley requería de un baño para negros y otro para blancos.
– La cucaracha puede vivir nueve días sin su cabeza, antes de morir de hambre.
– La palabra «cementerio» proviene del griego koimetirion que significa: dormitorio.
– El nombre Jeep viene de la abreviación del Ejército americano a «General Purpose».
– La palabra fornicar deriva del latín fomice, que significa curvatura interior de un arco, ya que bajo las bóvedas de los puentes y callejones era donde se podían alquilar los servicios de las prostitutas romanas.
– El francés Marcel Boussac, hijo de un sastre de Chateaurous, hizo su aprendizaje en una fábrica de hilado de los Vosgos; después se fue a París con los 100 mil francos que le dio su padre. Habría sido toda su vida un industrial, de no habérsele ocurrido una idea genial: en 1919 compró, a bajo precio, a los ingleses, los stocks de tela que éstos habían creado para las necesidades de la aviación. Con ella hizo camisas en sus fábricas y lanzo la «tela de avión». Sus competidores creyeron que iba a la ruina. Para el año 1952 tenía 60 fábricas, con más de 20 mil obreros.
– Una anécdota escrita por Augusto Assía en su libro Los ingleses en su Isla, en 1943, refiere lo siguiente: Los directores de un banco de la City observaron que uno de sus empleados que ganaba diez libras semanales, gastaba veinte. Le preguntaron cómo podía hacerlo: «Es muy sencillo –respondió-. Las diez libras que ustedes me dan cada viernes los sorteo entre los doscientos compañeros de mi sección, a dos chelines por cada número de la rifa». La libra tiene veinte chelines.
–Un sinvergüenza se dedicó a la busca de conocidos que –como sucede en todos los países-, se hacen despertar por las mañanas valiéndose del servicio de Teléfonos. Él les brindo un precio inferior al de la compañía, dedicándose al negocio, con la sola condición –aparte del pago, claro- de que el cliente no debía descolgar el auricular, al oír sonar el aparato. Ahí estaba el truco: se valía de un aparato del servicio público y como no establecía la comunicación, la maquina le devolvía la ficha.
–La pelota es mencionada en los más antiguos monumentos literarios y artísticos que se conocen. En los frescos egipcios aparecen niños coetáneos de los faraones entreteniéndose en lanzarlas contra el muro: Homero deja testimonio de este juego al hablar de las diversiones a que se entregaba la princesa Nausica; Herodoto atribuye su invención a los lidios, y la tradición latina concede a los soldados romanos la honra de haberlo popularizado en Europa.
Gisela Ortega es periodista.
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