Inmigrantes venezolanos en Brasil sufren explotación laboral
Venezolanos aceptan cualquier oferta laboral para poder mantenerse y muchos de estos inmigrantes no reciben lo prometido
Al norte de Brasil se encuentran alerta a la explotación laboral por la numerosa llegada de venezolanos al estado fronterizo de Roraima, quienes buscan una mejor vida en ese país debido a la crisis por la que atraviesa Venezuela.
Estos acontecimientos parecen normal, pues nadie se pronuncia ante lo que está pasando en el lugar. Una mujer de 27 años forma parte de estas historias, periodista de profesión, quién emprendió el viaje con su esposo en 2017 desde la ciudad de Caracas a Boa Vista, capital de Roraima.
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La joven consiguió trabajo en un restaurante al comenzar el año 2018, luego de haber conseguido la residencia temporal; Al ser contratada le ofrecieron salario mínimo y hasta el momento no ha obtenido ningún tipo de pago, tan solo la comida del día.
No quiero denunciarlos, por lo menos ahora estoy comiendo. Ojalá me pagaran también
Esta mujer comparte vivienda, la cual es un anexo, con otros cuatro familiares que al igual que ella salieron en busca de un trabajo que les diera estabilidad.
El coordinador del Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados en Boa Vista, Cleyton Abreu, dice que “hay mucha vulnerabilidad en esa ola migratoria, especialmente por la inseguridad alimenticia”.
Informes internacionales muestran que existen casos de acoso y violencia sexual en sus ambientes de trabajo, además violencia física y verbal; también afirman que las condiciones laborales son semejantes a la esclavitud y muestran indicios de tráfico de personas.
Así como esta femenina, muchos otros venezolanos se encuentran en las mismas condiciones, están insatisfechos pero acceden a trabajar con esas condiciones por la necesidad de sobrevivir.
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José Santaella, de 58 años de edad también forma parte de estas personas; él se colocaba en una esquina céntrica de la ciudad a pedir trabajo y un día efectivamente alguien le ofreció empleo.
Una camioneta se detuvo y le ofreció ir a laborar a una hacienda por 600 reales, equivalen aproximadamente a 190 dólares, oferta que el hombre aceptó. Al finalizar el primer mes de trabajo la paga no le llegó competa, pues le restaron una quinta parte por comida que era solo “frijoles, cuscús y huesos”, afirmó.
Santaella salió de la hacienda y regresó al sector de Boa Vista, donde ahora vive en un cuarto dividido entre sus hijas y diez personas más. Luego de que le preguntaran si volvería a aceptar trabajo en una hacienda respondió que “si me garantizan el pago sí, necesito ayudar a la familia en Venezuela y aquí no hay trabajo ¿qué más puedo hacer?”.
Con información de EFE
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