Inteligencia artificial y las democracias, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
En los últimos días, muchas páginas, podcasts y pantallas televisivas, han mostrado una nueva herramienta tecnológica que tendrá mucho que ver con el futuro de las democracias liberales en el mundo. Se trata del desarrollo de sistemas informáticos con precisiones algorítmicas que desde hace algún tiempo se vienen utilizando para crear avatares o simulaciones de personas que, en principio, eran utilizados para campañas publicitarias en las diferentes plataformas existentes en las redes sociales, pero que hoy día va en otra dirección.
Hasta allí, todo ha ido muy bien. Un logro de la genialidad humana. Nada que pueda preocupar cuando estamos inmersos en la frecuencia dinámica de los cambios tecnológicos. Para eso hubo una generación que presenció el futuro a través de comiquitas occidentales como los Supersónicos y desde el oriente nos llegaban los famosos animes como Astro Boy. Cosas que veríamos cuando llegáramos al siglo XXI. Pues bien, aquí estamos y hasta ahora no se ha visto la producción masiva de carros que vuelen y otras aplicaciones, pero si muchos avances de la tecnología.
De todo el adelanto tecnológico, la internet es la que más ha desplegado una gama de cambios, de ideas para avanzar hacía ese futuro que nos mostraban en las pequeñas y grandes pantallas. Desde el mismo momento en el que nos comenzamos a conectar, comunicar por escrito, voz e imagen, la innovación no se detendría.
Tanto que aquella inteligencia artificial sobre la que mucho se habló, ya ha dejado de estar en la creación de series, películas y comiquitas. Tan fácil como decir: ha llegado a mi casa y no me había enterado.
Los arquitectos de la tecnología suelen explicar las razones del uso de ella, incluyendo sus grandes beneficios en los tiempos en los que todos corremos y corremos en la búsqueda de la satisfacción de nuestras necesidades básicas. Hasta allí, todo va como se ha previsto –menos las aceleraciones en nuestros ritmos de vida–. El asunto se comienza a complicar cuando se descubren otros usos, sobre todo de control bajo engaño.
En apenas unos días, cuando unos tantos periodistas de medios internacionales obtuvieron el permiso para utilizar –en periodo de prueba– un nuevo motor de búsqueda en internet y que está potenciado con inteligencia artificial, además de una investigación llevada acabo por la colega venezolana Florantonia Singer, sumado a otros usos deshonestos de esa potente herramienta tecnológica, comenzamos a preocuparnos –aún más– por la cantidad de desinformación que está presente en todos los móviles y equipos de recepción.
No es la primera vez que se ha detectado el uso de falsos anclas –así se les conoce a los presentadores de noticias– hablando de lo maravilloso que resultan los regímenes autoritarios o lo necesario y beneficioso para un país que sería la elección de determinada persona. Más aún, se ha utilizado para manipular y acusar a persona, más si ella tiene alguna aspiración de gobierno o de ocupar algún cargo de representación popular.
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La idea es desinformar, que es igual para regímenes como el de Venezuela, Nicaragua, Rusia, Bielorrusia y Hungría, por ejemplo. El avance tecnológico le está proponiendo rostros y voces a la mentira de los inescrupulosos. Para los conocedores será fácil identificar que se trata de un impostor, pero para el común puede que sea un poco más difícil lograr establecer las diferencias que le hacen ver como algo falso. Gente falsa hablando en otro idioma y alabando las bondades de algún autoritario, por ejemplo, podría ser muy común.
El caso del supuesto noticiero House of News, donde dos presentadores hablan de lo bien que está Venezuela para llevar a pensar al espectador que alguien como Nicolás Maduro está haciendo un gran trabajo desde el poder, no es más que la muestra de hasta donde podrá ser utilizada la inteligencia artificial, no por el dictador quien ciertamente debe tener su inteligencia muy artificial, sino por sus inescrupulosos asesores con la mentalidad de vengadores como la de Jorge Rodríguez.
Es lógico pensar que ahora la lucha política se extenderá hasta el terreno tecnológico. Allá, en el uso y abuso de la inteligencia artificial para conseguir objetivos. No hay duda de que desde la dictadura se apelará por la desinformación, por la mentira y el sigilo para mantener secuestrado al país. Para eso, en sus cálculos deben estar contando con tanto usuario que no está preparado para detectarles y que salta de inmediato para reproducir la mentira.
Muy a pesar de que las empresas que originan y venden los paquetes para la práctica y manejo de la inteligencia artificial, existen personas y gobiernos a quienes poco les importa la violación de las reglas establecidas por ellas y desde ya han comenzado a utilizar, sin ningún atisbo de ética, las maravillas de una tecnología que nos lleva a otro nivel como civilización. Por supuesto, los dictadores de los países antes mencionados y otros más han comenzado a sacar provecho.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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