¿Internacionalismo en declive?, por Félix Arellano
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El presidente Biden, al iniciar su administración (enero 2021), realizó un giro al internacionalismo en la política exterior, privilegiando las instituciones y valores liberales, fortaleciendo los vínculos con los aliados tradicionales y retomando la activa participación en la arquitectura multilateral internacional; empero, recientes acontecimientos como, la situación en el medio oriente o el caso venezolano, plantean complicaciones y contradicciones, seguramente con implicaciones en el proceso electoral que se avecina.
En la política exterior de Estados Unidos se está replanteando el viejo dilema del aislamiento y el internacionalismo, que se presentó desde tiempos fundacionales. El aislacionismo parte de las recomendaciones de George Washington, el primer presidente de la nueva república, promoviendo la concentración de la atención en el fortalecimiento interno. Luego, Thomas Jefferson, el tercer presidente, propicia una participación más activa del país en el contexto internacional.
La tendencia internacionalista, que se inicia con Jefferson, logra su máxima expresión con el presidente Woodrow Wilson quien, finalizada la Primera Guerra Mundial, realiza un esfuerzo colosal para la conformación de un orden internacional de postguerra, cuyo epicentro lo constituye la Sociedad de las Naciones (1918). Institución débil y efímera, que no contó con el respaldo del partido republicano en el Congreso de Estados Unidos. Actualmente y, salvando las distancias, se reedita el viejo debate y los internacionalistas son definidos, en algunos casos de forma irónica, como globalistas.
En el marco de tal debate, el presidente Biden está consciente del papel que juega su país en el mantenimiento y consolidación del orden internacional liberal que, con contradicciones y debilidades, promovió desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Conviene destacar que la posición aislacionista poco atiende a ese compromiso, lo que plantea una peligrosa señal para los aliados, con particular sensibilidad en lo que respecta al futuro del diálogo transatlántico y la OTAN, la situación de Taiwán o las perspectivas del pueblo palestino.
Diversas acciones evidencian el giro internacionalista del presidente Biden, entre las que cabe destacar: el fortalecimiento del diálogo transatlántico, con una dinámica relación con la Unión Europea; la activa participación en las instituciones del orden internacional liberal y, en tal sentido, un diligente liderazgo en la agenda ecológica internacional, con especial atención a las negociaciones sobre el cambio climático. No menos relevante, la reincorporación en la Organización Mundial de la Salud (OMS) (enero 2021) y en la Unesco (10/07/2023).
Ya finalizando la actual administración Biden, la agenda internacional se ha tornado compleja y el internacionalismo pareciera debilitarse. Caso ilustrativo lo constituye la situación en el medio oriente. Al inicio de la administración se observó una distancia crítica ante la postura expansionista de Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, entre otros, por la sistemática ocupación de territorios por colonos israelíes.
Luego, el brutal ataque de Hamas contra el pueblo de Israel y, adicionalmente, la magnitud de la reacción del gobierno de Netanyahu, que llega hasta nuestros días, con un creciente rechazo internacional, tornan el caso como un punto de inflexión para la política exterior del presidente Biden, quien pareciera marcar distancia con el internacionalismo inicial.
El presidente Biden se aleja de la creciente crítica internacional a la posición que ha asumido el gobierno del premier Netanyahu frente al pueblo palestino, entre las que destacan: las decisiones mayoritariamente adoptadas en la Asamblea General de las Naciones Unidas; la orden de la Corte Internacional de Justicia, ante la demanda introducida por el gobierno de Sudáfrica, para que Israel detenga la ofensiva en Rafah; las órdenes de arresto solicitadas por Karim Khan, Fiscal de la Corte Penal Internacional, contra el primer ministro de Israel, el ministro de la defensa y los tres principales líderes de Hamás. Más recientemente, la incorporación de Israel en la «lista de la vergüenza de las Naciones Unidas, sobre violaciones de los derechos de los niños en caso de conflictos».
Todo pareciera indicar que el presiente Biden evade la complejidad del problema, lo que genera complicaciones a los fines electorales. En el partido republicano, las contradicciones de la administración Biden se asumen como el fracaso de la flexibilidad prudente, afirmando, sin mayores comprobaciones, que la línea dura que ellos promueven resulta más efectiva. Posición que está cargada de incertidumbre, ante la relevancia que asignan al aislacionismo del país de los asuntos internacionales.
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Las consecuencias también se sienten al interior del partido demócrata. Los críticos y progresistas se alarman y rechaza la actitud del presidente. Al respecto, los jóvenes universitarios, un sector clave del partido, esta cuestionando por todo el país la posición desequilibrada del gobierno.
Por otra parte, el caso venezolano, que ha gozado de un amplio respaldo bipartidista, entró en la línea del internacionalismo del presidente Biden, en el marco de una línea caracterizada por un pragmatismo prudente, que rompió con la «máxima presión» de la administración anterior. En la nueva tendencia se mantienen las sanciones, pero se han dado claras señales de flexibilidad, mediante la aprobación de licencias, con el objetivo de promover una salida pacífica y democrática a la crisis venezolana; empero, los resultados del giro se presentan poco esperanzadores.
Todo indica que el tema venezolano se tornará sensible en la campaña electoral y los críticos destacan, entre otros, que la flexibilidad está resultando un fracaso, en la medida que el gobierno venezolano incumple los «Acuerdos de Barbados» y las perspectivas del proceso electoral, sujeto a un fraude progresivo y sistemático, se presentan desalentadoras.
Adicionalmente, en la lista de las contradicciones que debilitan el internacionalismo inicial destacan, entre otros, los retrocesos en las negociaciones de alto nivel con China; el mantenimiento de la línea de presión y debilitamiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los escasos avances en el aspirado fortalecimiento de las relaciones con la región latinoamericana.
El debate sobre el tema del internacionalismo en la política exterior de Estados Unidos no es un tema menor, entre otros, por el papel de Estados Unidos en el mantenimiento y consolidación del orden internacional liberal. Los ciudadanos van a votar en las próximas elecciones de noviembre, pero seguramente poca sensibilidad existe en el país sobre las profundas repercusiones que sus decisiones personales generan para la estabilidad internacional.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV.
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