Investigación forense sobre Bolívar no aclaró las dudas
«A Bolívar lo asesinaron, lo querían muerto», había dicho Hugo Chávez. «Yo no me convencí de que Bolívar murió de tuberculosis» (como dice la historia oficial), porque «tres meses antes de morir, Bolívar recorrió no sé cuántos kilómetros hasta Bogotá», argumentaba.
El asunto no quedó en lo anecdótico, ni en el pálpito de quien se decía estudioso del Libertador, tampoco en la mera conspiración. Una comisión de expertos fue convocada por el Ejecutivo nacional para investigar las «verdaderas causas de la muerte» de Simón Bolívar, fallecido en Santa Marta, Colombia, en 1830.
En 2007 el entonces Presidente de la República lanzó su hipótesis: envenenamiento. Un año más tarde ya conformaba una Comisión presidencial que se encargaría de estudiar el asunto hasta llegar a las causas «reales» de la muerte del prócer. Ya entonces historiadores como Elías Pino Iturrieta descartaban el asunto porque «no hay posibilidad, desde el punto de vista científico, de sustentar la hipótesis del crimen», según dijo a El País. Aseguraba al diario que el azaroso historial clínico del Libertador ha quedado registrado en numerosos documentos, empezando por la autopsia practicada por Próspero Révérend. El médico francés describe un «endurecimiento» de los pulmones, con «un manantial abierto de color de las heces del vino, jaspeado de algunos tubérculos». En el izquierdo halla una «concreción calcárea angulosa del tamaño de una avellana».
Además, según estudios más recientes, ese nódulo calcificado, conservado en el Museo Bolivariano de Caracas, indicaría que Bolívar contrajo en su infancia la tuberculosis que mató a sus padres, que se reactivó después en varios episodios documentados. «La causa de la muerte de Bolívar es una tuberculosis pulmonar [tisis] con compromiso del sistema nervioso central», indicaban también los neurólogos colombianos Ignacio Vergara y Gabriel Toro, autores de un estudio de la historia médica de Bolívar. A la misma conclusión llegó, en 1963, una comisión de expertos de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina y de la Academia de Historia.
Pero el historiador Jorge Mier defendía otra tesis, y encabezó la comisión conformada por órdenes de Chávez en decreto publicado el 28 de enero de 2008, junto a otros profesionales como la antropólogo forense Lourdes Pérez y la forense Yanocemis García, entre otros, además de varios ministros, el Fiscal General de la República y el entonces vicepresidente del país, Elías Jaua. Mier, descendiente del último anfitrión de Bolívar, aseguraba que el Libertador dejó pistas sobre su asesinato en códigos masónicos descifrados en varias cartas (apócrifas) y que el cuerpo en el Panteón Nacional no era el del prócer.
SE EQUIVOCÓ
La Comisión adelantó su trabajo, hasta llegar a la exhumación de los restos de Bolívar ocurrida en julio de 2010. Allí participaron 50 personas durante 19 horas para desenterrar el cadáver, coordinados por el español José Antonio Lorente, médico forense y director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada quien también en 2006 identificó el cadáver de Cristóbal Colon.
Chávez en Twitter dijo que estaba seguro de que ese era el cuerpo de Bolívar porque «puede sentir su llamarada».
En 2011 se presentaron los resultados de esa Comisión. Elías Jaua narró los hallazgos de los estudios: el cuerpo en el Panteón era el de Simón Bolívar, quien daba señales de haber dado grandes caminatas, haber montado a caballo, de no haber perdido dientes pero sí haber tenido periodintitis, de haber comido mucha fibra, y que la Juana Bolívar enterrada en la Catedral de Caracas no es tal. Además, en ese acto se anunció que se identificarían los restos de Francisco de Miranda proceso que estaba en su última etapa-, pero tal cosa nunca se concretó Yanocemis García, una de las forenses encargadas en el estudio de los restos de Simón Bolívar, explicó que El Libertador pudo haber muerto por «hictoplasmosis», una infección respiratoria muy similar a los síntomas de la tuberculosis.
La Comisión certificó que Bolívar tuvo una insuficiencia «respiratorio clínica» que se agravó con un proceso infeccioso, el cual generó «un edema cerebral» que impactó en su sistema nervioso central. «Queda el compás abierto para investigaciones futuras y el avance de las ciencias para poder confirmar nosotros los datos de arsénico con certeza, para poder decir que clínicamente sabemos, por estudios clínicos, que no habÍa una intoxicación aguda pero sí una intoxicación por Cantárea», concluyó García en 2012.
No hubo confirmación de la tuberculosis, ni negación del envenenamiento. Luego de cuatro años de investigaciones, el asunto quedó tan solo en la confirmación de identidad y la divulgación de un «nuevo rostro».
Ese año se presentó «el nuevo rostro de Bolívar», generado a partir de simulaciones informáticas siguiendo patrones óseos del cráneo de Bolívar. El investigador afirma en elrostrodebolivar.com que las diferencias notorias entre el resultado digital y las descripciones de los contemporáneos del Libertador pudieran ser consecuencia de la falta de precisión del método utilizado y de la incorrecta posición de la mandíbula para el modelo de reconstrucción, entre otros factores.
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