Irán, por Fernando Rodríguez

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El principio mayor que sintetiza la lógica es el llamado de no contradicción, A y no A no pueden ser en el mismo sentido y al mismo tiempo. La figura x no puede ser recta y circular. Esto fue descubierto en los albores de nuestra cultura occidental y mutatis mutandi, sigue vigente hoy y seguramente mañana.
En medio de los disparates, mentiras, ignorancias y otras hazañas del pensar, Donald Trump nos regaló esta perla: «He dicho que es muy tarde para hablar (de paz con Irán)…en realidad nunca es demasiado tarde». Es decir que manda al diablo el principio de no contradicción, el fundamento milenario de todo pensamiento racional. Pero sobre el mismo tema también ha dicho «Podría hacerlo o podría no hacerlo. Nadie sabe lo que voy a hacer». Este aserto es más complejo porque ese «nadie» debe incluirlo a sí mismo e indicaría una especie de vacío mental altamente patológico, terrible en hombre tan poderoso. Pero en fin ya conocemos las proezas del cerebro del caballero.
Pero mientras que pone orden en sus pingües ideas, que pueden derrumbar en pedazos el planeta, habría que pensar lo que amenaza con una guerra que parece expandirse aterradoramente, y que se multiplicaría si es asertiva la decisión que se tambalea en la lógica de Trump. Porque uno de verdad que no entiende que un par de días antes de un domingo en que iban a dialogar Estados Unidos e Irán, según el propio Trump, Israel haya desatado la guerra al parecer por la misma causa mayor en litigio, la bomba nuclear iraní.
Pareciera un tanto ingenuo que Israel haya desconocido la disposición diplomática gringa y atropellado sus sanos deseos de conciliar. Más vale creer que los israelíes operaron con la anuencia del padrote y para ahorrarle sus proclamados deseos de paz y hasta de pacificador, frustrado en Ucrania también.
No es nuestra opción el tomar partido por Irán, ni siquiera por los inenarrables crímenes de guerra de Israel en Gaza. Como menos por el derrocamiento del férreo autoritarismo teocrático iraní. Ni siquiera por la incidencia que pueda tener ese el conflicto entre la tiranía venezolana y nuestra justa oposición mayoritaria.
Lo que pretendemos realmente es optar por la paz y no por masacrar a los inocentes tenemos que tratar de ponerle coto a este mundo que amenaza con incendiarse por muchos lados. Con un fuego que está diariamente en los medios y también ese que éstos no atienden, terribles como Sudan y el Congo para citar solo dos especialmente prolongados y crueles.
La era Trump es ante todo el clímax un era de violencia, a la que suma atropellos de un imperio que agrede inmigrantes por millones, apetece sin escrúpulos las tierras de otros y no duda en imponer por las armas su voracidad imperial, dictada por un insensato.
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