Israel sorprende en béisbol y en política, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Como buenos amantes del beisbol, disfrutamos cada partido que celebra este deporte. Son millones los seguidores con los que cuenta este deporte, incluso en países que lejos estamos de imaginar que tienen sus equipos bien estructurados. Por ejemplo, en la historia del Clásico Mundial, nos han sorprendido: Italia, Brasil, Australia, Países Bajos, Gran Bretaña, España y otros países que lucen como si solo conocieran la práctica del futbol u otro deporte nacional.
En este del 2023, uno de esos países ha calificado y formó parte de un grupo, el D, que de solo verle daba miedo enfrentarse a ellos: Nicaragua, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, fueron los equipos a quienes tuvo que lidiar Israel. Menuda tarea la que tuvieron por delante los israelitas.
Pese al panorama que estaban viendo desde la ventanilla del tren, el equipo de Israel venció a un equipo con medalla de plata olímpica. Se trataba de Nicaragua a quien derrotó 3 carreras a 1. Fue la sorpresa debido a la forma como clasificó el equipo del medio oriente, actuación que fue muy celebrada por los peloteros que integran el equipo y su país.
Sin embargo, allá, muy lejos del lugar en donde el equipo estaba derrotando a su contrincante, su gente estaba sumida en un asunto que le preocupa y ocupa, a la vez que les activa para revenir que su estabilidad democrática desfallezca ante las abiertas intenciones de sus gobernantes de lograr un control absoluto sobre las decisiones del poder judicial. Es así como Israel se encuentra viviendo uno de sus tantos momentos políticos y sociales convulsos en su historia.
En su propósito, los israelitas que decidieron salir a la calle ya tienen más de una treintena de días reclamando la anulación de un proyecto judicial que desea poner en práctica el actual gobierno y que algunos diarios especializados han catalogado como el de «más a la derecha» que hubiera existido en Israel y que tiene –nuevamente– a Benjamín Netanyahu como primer ministro, luego de las elecciones del pasado noviembre de 2022.
Tanto los manifestantes y analistas políticos coinciden en que la reforma judicial que se pretende en Israel, tiene tendencia hacia el control de todos los jueces del Tribunal Supremo, por lo que las protestas son esa alerta que suele encenderse cuando las libertades políticas, junto a la autonomía de las instituciones que le regulan, se ven amenazadas.
Para quienes habitamos en nuestro continente, los asuntos de control de los reguladores democráticos son como el agua que tomamos cada día. Hay muchos ejemplos que podemos citar y entre ellos destaca la enseñanza de Hugo Chávez, en cuanto al cómo controlar y mantener a su merced a esas instituciones, pasando por Nicolas Maduro, Daniel Ortega en Nicaragua, Andrés Manuel López Obrador en México y el rocambolesco de Najib Bukele. Ninguna de sus intenciones nos sorprende en el asunto de permanecer en el poder como dictadores de nuevo cuño.
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Ahora bien, que se esté presenciando el avance de la política autoritaria, que por estos lados vemos como una especie de moda, llama poderosamente la atención en la preferencia de los sistemas democráticos como gobierno. Cosa que, podría decir que, por suerte, al parecer, ocurre en Israel y su gente lanza una advertencia a los autócratas sigilosos que se encuentran en plan de socavar la división de poderes, para que no suceda.
En la reforma existe una cláusula que permite al Parlamento una decisión judicial por mayoría simple, lo que es un golpe muy claro a la división de poderes que debería existir en cualquier democracia –que funcione– en el mundo. Además de la mencionada, el gobierno intenta modificar lo relativo al nombramiento de los jueces y otros nombramientos como el de sus asesores con cargos profesionales se conviertan en cargos políticos, elegidos por cada ministro.
Como dijimos, son acciones que tienen presencia en países con regímenes autoritarios y otros que andan en esos caminos, y no tanto en los que en teoría se encontraban disfrutando de una «normalidad» política y social, como Israel. Ese país, en dos meses, se encuentra con los miedos propios de quienes ven que la democracia que les ampara, podría desvanecerse como el humo, si los propósitos de unos pocos se cumplen.
La presencia del, nuevamente, primer ministro Netanyahu y sus acciones, suelen dejarme dudas sobre su talante democrático. Su gestión es más parecida a la de un autócrata de los que ya, por costumbre o simple seguimiento, he podido identificar a lo largo del tiempo. Solo que, en este momento, el ministro israelí ha podido llegar a su codiciada posición, por acuerdos con algunos sectores del ala más radical de la extrema derecha.
Puede que Israel esté entrando en una tormentosa etapa política o, puede que no. Depende de sus ciudadanos y de las habilidades para la negociación que pueda tener el presidente de turno, que aunque siendo una figura ceremonial, Isaac Herzog quien ha solicitado al gobierno el retiro de la propuesta y busque trabajar en uno consensuado. Mientras, la nueva tendencia del populismo y extremismo, al parecer, se ha desenmascarado en Israel.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de Prensa de la MUD
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