Jaquear al Rey, por Teodoro Petkoff
Otro pasito hacia el RR se dio ayer. El CNE admitió las solicitudes para recoger firmas, que le fueron presentadas por oposición y gobierno. Toca ahora a los solicitantes entregar en el curso de los próximos cinco días su plan de recolección de firmas, señalando los sitios donde van a instalar los centros para ello.
El gobierno ha decidido jugar el juego referendario. Más allá de lo que se pueda pensar de la intención de la avalancha de revocaciones que anuncian, lo cierto del caso es que se trata del ejercicio de un derecho legítimo. Tanto derecho tiene la oposición a solicitar un RR para el presidente como el oficialismo a hacerlo para gobernadores, alcaldes y parlamentarios de la oposición. Decir esto, que tal vez haría sonrojar a Perogrullo, viene a cuento porque se oyen expresiones que aluden a una supuesta “viveza” inaceptable de la iniciativa oficialista. Quizás convenga recordar aquí la anécdota aquella de que “los rusos juegan”. En algún mundial de fútbol se iban a enfrentar la URSS y Brasil y cuando el técnico brasileño trazaba sus diagramas estratégicos en una pizarra, con el balón yendo sólo de un jugador brasileño a otro, alguno de estos lo interrumpió con una de esas preguntas a lo Yogui Berra en el béisbol: “¿Es que los rusos no juegan?” Sí, los rusos juegan. Todo aquel que imaginaba una ruta hacia el revocatorio con un solo jugador sobre el terreno debería irse bajando de esa nube. Todas esas especulaciones sobre un Chávez “atrapado”, que inexorablemente sólo se zafaría del RR mediante un zarpazo, tendrían que fijarse, más bien, en el desarrollo sistemático de una táctica que visiblemente se orienta a utilizar los recursos políticos y jurídicos que tiene a su alcance, además, por supuesto, del uso ventajista de los instrumentos del poder. Ese es el terreno de la confrontación.
Ahora desafía a la oposición en el mismo tablero en que ésta reta al gobierno: el de los referendos revocatorios. Por supuesto que a nadie puede escapar que decenas de solicitudes de esta clase eventualmente podrían crear problemas logísticos y organizativos al CNE. ¿Responder con una contraavalancha sería lo más conveniente? ¿Es éste el momento de comerse los peones? De otra parte, los RR para gobernadores y alcaldes presentan un bemol.
Hay elecciones para éstos a mediados del año próximo. ¿Qué sentido tendría gastarse un montón de plata en intentar revocar funcionarios que para la época en que se celebrarían los referendos estarían a unos tres meses del fin de sus mandatos, e incluso, aquellos que quisieran reelegirse ya tendrían que estar separados del cargo para poder optar nuevamente? No es el caso de los parlamentarios, porque las elecciones para la Asamblea Nacional son en 2005, y para ellos el período para intentar un revocatorio es mucho más prolongado.
Tal vez el TSJ tendrá que pronunciarse sobre esto. Es una cuestión de sentido común.