Joan Laporta, el presidente del Barça, asegura que la Superliga vive, por Gustavo Franco
Twitter: @GusFrancoH
El pulso que mantiene la UEFA, por un lado, y los tres clubes que todavía no han abandonado la Superliga Europea (Real Madrid, Juventus y Barcelona) tuvo un nuevo round el domingo cuando el presidente del Barça, Joan Laporta, dijo que no aceptaría ni sanciones ni pediría perdón por buscar ser «los amos de su propio destino en el mundo del fútbol». Además, aprovechó la ocasión para calificar la actuación de la UEFA como demagoga y beligerante.
Lo cierto es que, a falta de diálogo entre el ente regulador del fútbol europeo (UEFA) y los clubes de la élite europea y mundial —particularmente los tres que no abandonaron el proyecto— el asunto tiene toda la pinta de que será resuelto en los tribunales.
Florentino Pérez, Andrea Agnelli y Joan Laporta —presidentes de Real Madrid, Juventus y Barcelona, respectivamente— han sido sumamente tajantes en su defensa del proyecto de Superliga Europea. También se han manifestado confiados en que serán avalados por los tribunales europeos. El caso que presentará la Superliga no es precisamente débil en sus fundamentos.
En el centro del asunto está en si la UEFA y la FIFA son un monopolio e impiden para beneficio propio que surjan nuevos productos, competencias, formatos e innovaciones en el fútbol. Por ello, el Juzgado de lo Mercantil de Madrid elevó al Tribunal de Justicia Europeo una cuestión prejudicial.
En el escrito se considera que una posible sanción de la UEFA y la FIFA a los involucrados en la Superliga vulneraría el principio de competencia que impera en el mercado de la Unión Europea. Y por ello se emitió una prohibición de sancionar a los equipos involucrados, tanto del Juzgado de lo Mercantil de Madrid como del Ministerio de Justicia de Suiza, país donde quedan las sedes fiscales de la UEFA y de la FIFA.
La primera batalla fue ganada por la UEFA, en una sucesión muy rápida de acontecimientos desde que se anunció la Superliga europea hasta que nueve de los 12 equipos decidieron salirse. Todo ello debido a la presión que ejercieron en Inglaterra los fanáticos de los clubes que formaron parte del proyecto; y también el gobierno del Reino Unido —detectando una oportunidad para anotar un gol político— se posicionó en contra de la Superliga. Pero ese blindaje en los tribunales antes del anuncio de la nueva competencia, más esa especie de pacto de sangre que exige un pago de 300 millones de euros a los equipos que se «bajen del carro» de la Superliga, hace que no todo esté tan claro en cuanto a la resolución que pueda dar el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
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En esta trama con tanta intriga hace falta dilucidar algunas cosas. En primer lugar, ¿se puede considerar que los equipos que abandonaron la Superliga lo han hecho efectivamente si no han abonado el monto de la penalización? Florentino Pérez, Joan Laporta y Andrea Agnelli cada vez que pueden lo recuerdan.
¿Puede considerarse que la UEFA es un monopolio? ¿Y qué se piensa de la Superliga europea, cuyo formato tiene miembros permanentes, en claro contraste con las competiciones de UEFA en donde los equipos se clasifican a través de los méritos deportivos? ¿No sería esto sustituir una práctica monopolística por otra, en la que son los mismos equipos de siempre los que tienen garantizado el acceso a los recursos más onerosos? ¿Cuál será el rol de los fanáticos, en particular los ingleses, que fueron los que presionaron para que la primera iteración de la Superliga fracasase? Por otra parte, también hay que tener en cuenta el rol de la FIFA en todo esto, que ha sido menos beligerante que la UEFA en su tono en cuanto a la Superliga.
Lo que se está viviendo con la Superliga europea y la UEFA está a la altura de los mejores thrillers políticos que se han podido ver en la televisión.
Gustavo Franco es periodista deportivo. Es editor del portal web Línea de Tres
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