Jorge y Delcy, por Orlando Chacón
Crecí escuchando sobre la muerte de Jorge Rodríguez, yo nací en esta revolución, he crecido en ella y solo he podido ver una sola forma de gobernar, dirigida por los mismos autores, si así podríamos llamarle. Hace unos años, investigué sobre la muerte de su padre, lamentable y condenable, pues somos seres humanos, todos con el mismo derecho inalienable a la vida.
Derecho que bajo ninguna circunstancia puede ser violentado, por nadie. Su padre, un político revolucionario que creía en su ideología y se aferraba a su verdad, lamentablemente murió luego de ser torturado brutalmente.
A través de estos años, en sus discursos ha sido reiterativa la narrativa sobre este hecho, recordando lo sucedido y lo “bestial” que fue aquella época para los disidentes en el país. Hace unos meses, escuchaba sobre la venganza y como los culpables seguían “libres” producto de una justicia “ineficiente”.
Hoy, veo como practican el ajusticiamiento como forma de política de estado y entiendo que su venganza no es en contra de quienes sometieron a su padre, si no en contra de todos los venezolanos. Su odio, su rencor y su frustración, hoy la pagamos todos aquellos que levantamos la voz –porque no lo dejaremos de hacer-, contra una dictadura presa en su cruel miseria.
En una entrevista, Jorge afirmó que él detesta el rol de víctima, tiene razón, porque en este momento se ha convertido en el victimario junto a Nicolás Maduro, de millones de venezolanos inocentes.
Conocí a Fernando hace unos años cuando intercambiamos ideas sobre la política y nuestro rol de servicio. Agradecía enormemente cuando cada semana comentaba el artículo de opinión que le enviaba y me aconsejaba sobre como desde la juventud podíamos lograr grandes cosas. Fernando me motivaba a estudiar para ser la mejor cara del país que queríamos construir. Como dirigente, me contaba como tenemos el compromiso de dedicar nuestra vida a servir a través de la política.
Desde el viernes, este hombre de fe, servidor por convicción, electo concejal por su gran trabajo comunitario y social, Fernando Alban, fue víctima de una detención ilegitima, violando el debido proceso y su derecho a la defensa. Secuestrado, sin información de su paradero por más de 28 horas, acudió al tribunal para ser presentado, sin saber mayor detalles sobre su caso, solo que era acusado de una falacia gubernamental, fue ASESINADO, luego de ser TORTURADO, de forma cobarde por un cuerpo policial que evocó a la antigua DISIP, por ordenes, de quienes han anunciando su venganza y que pretenden imponer su justicia torturando y matando a centenares de venezolanos.
Al igual que ustedes, Meudy, Fernando y María han quedado sin su padre producto de la tortura y la persecución política. Cientos de hijos han despedido a sus padres en los últimos años en la morgue producto de la violencia, el hambre y escases de medicamentos.
Durante muchos años, les escuche denunciar la muerte de su padre, y en la última semana, he visto como se ha terminado de caer su disfraz para quedar en pleno esas hienas de las que tanto han hablado, no se referían a aquellos ajusticiadores de 1976, estaban describiendo lo que ven en su espejo.
Nos han sometido a años amargos, de hambre, miseria y corrupción, pero nosotros tenemos prohibido odiar y tenemos prohibida la venganza. “Eso es un programa de pueblo, de reconciliación, que debemos hacer cultura política en Venezuela”, como lo dijo Juan Miguel Matheus y cuyas palabras suscribo en su totalidad. “Exigimos justicia, levantamos nuestra voz y no tenemos miedo, somos libres, libres del odio y de su miseria humana, los verdaderos presos están en Miraflores y ustedes lo saben”.
No olvidare jamás una de las últimas frases que compartió Fernando conmigo, “de grano en grano se crea un desierto, de gota en gota se forma un mar inmenso. Sigamos pa’ lante”.
Para que les quede claro, Primero Justicia sigue de pie, nos golpearon, si, pero seguimos dando la cara por Venezuela, sin miedo y firmes en nuestras convicciones. Luchando con mayor fuerza para cambiar la realidad que vive nuestra Venezuela y su gente.
Para todos y cada uno de los venezolanos víctimas de seres presos en su odio, en su miseria y su destrucción:
¡JUSTICIA!