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José Tomas Boves: Guerra social (1813-1814), por A. R. Lombardi Boscán



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José Tomas Boves: Guerra social (1813-1814)
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A.R. Lombardi Boscán | @lombardiboscan | octubre 3, 2025

X: @LOMBARDIBOSCAN


¿Cuándo el hombre es libre en un sentido real? Cuando puede comprar algo con su dinero. El resto es filosofía. Por ello la pobreza es lo contrario a ser libres.

La República de los Mantuanos de 1811 fue una ficción romántica. Por ello la Rebelión Popular y Social de 1814 si fue algo real. Por primera vez en tres siglos la plebe pudo ser libre mediante la anarquía de la guerra y mediante la práctica del saqueo.

Obtuvieron por la violencia más despiadada lo que la muy pacífica social legal les negó. Esa sociedad «muy pacífica», la colonial, fue un hervidero de tensiones represadas por la violencia legal y sus draconianos castigos.

Lo de la Guerra a Muerte en 1813 ya se venía cocinando desde muy lejos. Larga Duración, le dicen los teóricos franceses de los Anales. Dónde se tejen anónimamente todas las grandes explosiones históricas. Nuestra Nagasaki fue la Independencia.

¿Fue Boves un bruto en el ámbito militar como algunos le han querido descalificar? Fue tan bruto que aplastó a la Segunda República (1813-1814). E hizo morder el polvo a Simón Bolívar, José Félix Ribas, Rafael Urdaneta, Campo Elías, Santiago Mariño, Manuel Piar y a Francisco Bermúdez. Si, fue muy bruto.

Quién si fue extremadamente bruto fue su camarada el pacificador Don Pablo Morillo. Generalísimo de la expedición legionaria más numerosa y competente que una España en ruinas pudo armar en 1815. Morillo, un hábil y fogoso guerrero, con experiencia militar probada en Bailén (1808), no entendió la psicología social del momento en la Costa Firme. En vez de sumar a los llaneros a la causa realista cometió el más grande error: los licenció. Los castigó por insubordinados y por ser los bandidos indómitos de la ya legendaria y muy temida en ese entonces: «Legión Infernal».

Con este acto, que hoy lo sabemos y Morillo no en su momento, dio por perdida la causa realista en Venezuela y Nueva Granada. Miguel Ángel Campos, llamó a éste varapalos: «estrategia de la derrota».

Morillo permitió el nacimiento de otro Boves: José Antonio Páez. Ahora los llaneros, pardos, indios y negros pasaron a las filas del bando republicano. Y esto fue capitalizado por Bolívar. Morillo se hizo mimetizar con los odiosos mantuanos. Y la percepción del Pueblo llano hacia los mantuanos fue de un odio visceral.

También fue bastante bruto El deseado Fernando VII. Muchos de sus ministros y asesores le recomendaron pactar con los rebeldes alzados en armas y ofrecer una negociación que impidiera el fin de España en América. El Rey ni les paró pelotas. Se dejó enamorar por los más guerreristas y los comerciantes gaditanos ávidos de recuperar las rutas comerciales en ese momento menguantes.

Otro error estratégico, de los militares con Morillo al frente, fue descabezar la base de apoyo del sector civil realista. Quién tiene las armas desprecia al desarmado. José Domingo Díaz, uno de los testigos estrellas y partidario furibundo de la Monarquía, llegó a esta conclusión desoladora: «guerra de exterminio» y «odio de los partidos».

Los estrategas militares en Madrid pasaron por alto la fallida experiencia del ejército expedicionario francés (58.000 soldados) enviado en 1802 a reprimir a los haitianos y que fue exterminado por la fiebre amarilla. Morillo sustituyó a sus soldados europeos con soldados americanos. Y se atrincheró en el eje costero norte y urbano. Y le cedió todo el Sur a los «tártaros» de los llanos.

Boves aplastó a la Segunda República (1813-1814) sin plan ni concierto. No hay un solo testimonio por escrito que refleje su pensamiento político. Su ideología fue el odio social. Fue un blanco español pobre, contrabandista y ultrajado por los señores del dinero. Y esto se lo cobró a todo dar.

Paradójicamente, puso en cintura la nueva República de los Mantuanos. Los mismos que estaban en la cúspide social e hicieron la Independencia en resguardo de sus propios intereses y privilegios.

Bolívar, sólo entendió en 1816, que sin esa masa de soldados populares la guerra nunca se podía ganar. Haití y su Revolución negra le hizo abrir los ojos. Aunque por su condición de aristócrata nunca favoreció la promoción social de los hambrientos de Justicia.

Boves es un traidor por qué desenmascaró la idea primigenia de República. Como si se tratara de un nuevo estadio civilizatorio superior y consensuado entre todos los sectores sociales de ese entonces.

Morir atravesado de un lanzazo en Úrica (5 diciembre, 1814) fue providencial para una población aterrorizada. Y puso fin a su cruzada personal y muy vengativa dirigida contra los patricios de Caracas.

Aprendió de Bolívar a no dejar sin represalias a sus enemigos. La única diferencia entre uno y otro, en un sentido conceptual, es que Bolívar fue un estratega militar de alto vuelo. Mientras que Boves sólo fue un táctico increíblemente eficaz.

Morillo no viene para aplastar a Bolívar. Viene para aplastar a Boves y sus huestes formadas por descamisados, aunque con una capacidad para el combate sobresaliente. Sin los llaneros no hay victoria final. Razón por la cual Morillo al principio temió mucho más a Páez que a Bolívar.

En 1814 hubo una rebelión social y de tipo étnico que cuestionó los objetivos iniciales de los mantuanos y sus aliados. Ya Monteverde en 1813, junto con el Partido Canario, hizo un primer cuestionamiento de carácter radical. La Guerra Civil es la nota predominante.

Las narrativas post Independencia generadas por el nuevo Estado venezolano tuvo que demonizar a Boves y encubrir las simpatías que produjo en la muchedumbre pobre y excluida. Boves capitalizó todo ese descontento iracundo e hizo de la guerra su principal recurso de un ascenso social precario.

El Himno Nacional hace de protagonista principal de la Independencia al Pueblo Soberano. Tan soberano es que sólo recibe migajas de amor de parte de los que siempre han sostenido el poder en los doscientos años de la República.

La realidad histórica es que ese pueblo nunca acompañó con entusiasmo a la clase mantuana que inició la Independencia en 1810. La balanza de la guerra cambió, cuando los caudillos rurales y populares como Páez, capitalizaron la desbandada del ejército de Boves.

Y Morillo, muy torpemente, retomó el statu quo de un Antiguo Régimen desalineado del sentir de las mayorías. Páez para mantener la fidelidad de sus hordas llaneras les ofreció lo mismo que Boves les daba: botín.

La ambigüedad en el uso de la palabra Pueblo, como elemento central de la nueva identidad venezolana ha sido un recurso ideológico muy astuto. Si el pueblo es el protagonista de la gesta heroica, entonces su principal líder totémico: Simón Bolívar, tiene que estar alineado a la causa popular.

Los intentos de los bolivarianos de hoy, por hacer coincidir esto, han sido patéticos. El nuevo rostro de Simón Bolívar zambo es de un mal gusto irrespetuoso. Además, mantienen conductas típicamente mantuanas como gobernantes desbordados en sus caprichos y ambiciones.

*Lea también: Venezuela: la guerra civil en la independencia (I), por Ángel R. Lombardi Boscán

En conclusión: «La historia de la Independencia venezolana es, en esencia, la historia de cómo una élite criolla forzó a toda una sociedad a una guerra que la devastó por completo, produciendo no solo héroes, sino también una masa silenciada de víctimas, desplazados y muertos que aún hoy es difícil de contar».

Sin héroes no hay epopeya y sin epopeya no hay la exaltación nacionalista, aunque ésta sea más producto de la invención que de hechos tangibles y demostrables.

No tenemos en realidad una historia de la Independencia de Venezuela. Lo que existe es una historia ideológica y mitológica.

 

Ángel Rafael Lombardi Boscán es Historiador, profesor de la Universidad del Zulia. Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ. Premio Nacional de Historia. Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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