Juan Guaidó los tiene locos, por Xabier Coscojuela
Nicolás Maduro está mal. No duerme completo, se le observa desencajado. En la rueda de prensa y en las entrevistas que ha dado, responde de manera agresiva, tiene la piel más sensible que de costumbre. Da la impresión, también, de que en algunos temas no sabe lo que ocurre o, simplemente, es de una desfachatez de récord mundial.
Nicolás no esperaba encontrarse en esta situación a estas alturas del año. Los escenarios que manejaban en su sala situacional saltaron, repentinamente, por los aires. Sus previsiones apuntaban a que tendría que lidiar con la hostilidad de algunos gobiernos extranjeros, pero en el frente interno solo veían calma, tranquilidad.
La oposición estaba dividida, lucía desarticulada, sin mensajes y sin política. A punto, incluso, de no respetar el acuerdo parlamentario. Cuando en el Gobierno conocieron el nombre del diputado que sustituiría a Omar Barboza, la tranquilidad aumentó. Hasta ese momento había sido un parlamentario de segunda línea de Voluntad Popular, que no se había destacado particularmente. Era, además, un total desconocido para la inmensa mayoría de los venezolanos. Nada que temer, concluyeron en Miraflores.
Con la prepotencia que caracteriza a algunos de los dirigentes del chavisno, llamaron a Juan Guaidó muchacho bobo. El exceso de confianza es peligroso. De donde menos se espera sale un Guaidó. Y eso fue lo que ocurrió. Surgió de la Asamblea Nacional, institución que muchos daban por muerta, no solo desde el Gobierno. La unidad opositora parece recompuesta. Hay que mantenerla.
A partir del 5 de enero la necesidad de cambio que siente la inmensa mayoría de los venezolanos empezó a ver a Guaidó como el líder que esperaba. No era un político “tradicional”, no lo asociaban con los que fracasaron desde el 2016 en adelante. Eso explica, en parte, su éxito.
Sus decisiones han sido tomadas en consenso, por lo menos con el denominado Grupo de los 4. Eso es lo que aseguran todos. Los llamados a movilización popular han tenido una respuesta muy importante a lo largo y ancho de Venezuela. Van tres llamados y en los tres los ciudadanos han respondido masivamente. La del 12 de febrero se produjo en 69 ciudades del país, según datos recopilados por Provea. La calle es del pueblo, no de la burocracia.
Este 23 de febrero se cumple un mes desde que Guaidó se juramentó como presidente encargado. El avance opositor en ese lapso es enorme, pero el mandado no está hecho. El Gobierno luce contra las cuerdas, a la defensiva, pero no está derrotado. Hay que persistir, hay que explicarle a la gente que el final puede no estar tan cerca como muchos creen. La dictadura de Maduro sigue teniendo de su lado al partido militar. Da la impresión de que, por ahora, la FAN no presenta ni una fisura.
Las declaraciones dadas el 19 de febrero por el general Padrino López, dan cuenta de que sigue dispuesto a mantener el golpe de Estado del que es protagonista desde diciembre de 2015. Sigue empeñado en que el pueblo de Venezuela no se exprese en unas elecciones transparentes. La FAN sigue violando la Constitución.
Este sábado no va a ser el día D. Vendrán más momentos importantes. La pelea va a ser más larga. Hay que mantener y ampliar lo logrado. Coherencia en el mensaje. Unidad de la oposición y objetivos claros. Maduro y su camarilla siguen sin entender o aceptar lo que ocurre. Su hora final está cada vez más cerca. Guaidó los tiene locos, y el psiquiatra de Miraflores no está en condiciones para atender tantos pacientes.