Juego ganado no se tranca, por Teodoro Petkoff
Para una persona con las pulsiones autoritarias de Chávez, y por tanto con la propensión centralizadora que suele acompañar aquéllas, la existencia de instituciones del Estado que no pueda tener en un puño debe ser un verdadero incordio. Durante estos cinco años el país ha asistido y participado de ese duelo permanente entre autoritarismo y democracia, a lo largo del cual, con unas de cal y otras de arena, Chávez ha intentado controlar férreamente los poderes públicos y otras instituciones, pero se puede decir que, en términos generales, éstas han resistido el asalto. En este sentido, la determinación del Banco Central de no ceder ante la extravagante pretensión de entregar el inefable “millardito” seguramente le ha mostrado al Presidente algunos de los límites de su poder, que él quisiera como el de río en conuco. Maltrecha y todo, la democracia está viva.
La historia de estos cinco años es la de un país que con mucha decisión y coraje ha venido remontando la cuesta de un autoritarismo que en 1999 lucía avasallador. Un Parlamento donde la correlación de fuerzas era de dos a uno a favor del gobierno y donde podía aprobar lo que le daba la gana, es hoy un escenario que para todo efecto práctico se le fue de las manos y donde está obligado a negociar –como es propio de la vida democrática– cada paso que pretende dar. ¡Qué lejos están aquellos tiempos de una Constituyente donde cualquier capricho de Yo, El Supremo podía ser complacido! Un TSJ que parecía una mandarria en manos del régimen, es hoy un cuerpo fluido, cuyas decisiones ya no son “de cajón”. La crisis del CNE pudo ser superada, pero no como habría querido el régimen, clonando a través de la Asamblea aquel organismo plegadizo y turbio que una vez fue, sino mediante la intervención del TSJ –que tampoco quería el régimen pero que no pudo impedir.
Con el derrumbe del respaldo popular, el régimen enfrenta ahora la perspectiva de un referendo revocatorio al cual llega sin aquel impulso de multitudes que en 1999 y 2000 le permitió ganar cuanto referendo y elección tuvo lugar.
Lo que falta del camino no es fácil y el país deberá derrotar tanto los “trucos” del gobierno, sobre los que una vez alertara el ex presidente Carter, como los retortijones subversivos de los gestores del golpe de abril del 2002 y de la tentativa que en el mismo sentido inspiró el paro indefinido. A medida que se aproximen las fechas del proceso referendario se acentuarán tanto los “trucos” del gobierno como las insensatas y peligrosas maromas de la subversión. Ha sido la lucha democrática la que ha venido derrotando al autoritarismo, no la de los aventureros siempre prestos a tomar un atajo, los cuales, por el contrario, con cada una de sus intentonas sólo han logrado dar un segundo y hasta un tercer aire al régimen.
Los mismos que se burlaban del RR y proclamaban su inviabilidad, ahora, con el mayor descaro, como si nunca hubieran dicho lo contrario, pretenden, nuevamente, confiscar la movilización popular y desnaturalizar el profundo sentido democrático del firmazo llamando a una estúpida “desobediencia”. Esperemos que sea verdad que a perro macho sólo lo capan una vez.