Jugando con fuego, por Luis Manuel Esculpi
A menudo se critica a la oposición venezolana porque supuestamente no tiene un plan para gobernar, cosa que no es del todo cierta, existen planes muy bien elaborados que lamentablemente no han sido consensuados y menos aún difundidos.
En esa crítica incursionan hasta los voceros gubernamentales, como si su acción correspondiera a una planificación exhaustiva en materia de políticas públicas. La improvisación y la piratería son rasgos característicos de su gestión. No hay que irse muy atrás para demostrar tales características, los anuncios por cuotas evidencian la inexistencia de un plan integral para hacer frente a la crisis y para combatir la hiperinflación.
Hasta las cosas más simples como la venta de boletos del metro la convierten en una calamidad, para no hablar del enredo que tienen con el sistema que quieren implantar para la venta de gasolina. La ciudad de San Cristóbal se paralizó como consecuencia del despelote que se armó con el suministro del combustible.
Si insisten en cumplir con el objetivo de imponerlo nacionalmente está semana, la situación existente en la ciudad andina puede hacerse extensiva a todo el país. El gobierno está jugando con fuego, la acción represiva, cada vez más acentuada, no podrá contener una protesta de las dimensiones que puede provocar la generalización de la improvisación en esa área tan sensible.
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El gobierno para adoptar las medidas viene midiendo la reacción popular, tienen fundados temores de la repuesta que puedan generar sus decisiones en el actual contexto, están consciente tanto del escaso respaldo como del rechazo que abarca a importantes sectores de la población anteriormente influenciados por ellos.
Sin embargo, la prudencia y la cautela no acompañan su discurso, muy al contrario está teñido de agresividad, descalificaciones y agresiones lo que puede convertirse en un combustible que motorice la protesta a la que tanto temen.
Han venido aplicando aquello de «candelita que se prende, candelita que se apaga» para reprimir las manifestaciones populares debido a los problemas que confrontan las comunidades, es la manera de evitar que se unifiquen y mantenerlas aisladas, lo de la gasolina puede crear una situación distinta a la que están habituados a reprimir.
En la medida que el régimen abandonó el comportamiento democrático, actuando en forma inconstitucional, acentuando sus rasgos autoritarios y dictatoriales ha diversificado su acción represiva, no sólo persiguiendo y apresando al margen del ordenamiento jurídico a dirigentes opositores, violando los derechos humanos, controlando arbitrariamente todos los poderes – con la sola excepción del legislativo- y cometiendo así todo tipo de atropellos. La imputación por parte de un juez militante del PSUV por el presunto delito de «odio agravado» por un vídeo sarcástico, contra los bomberos Ricardo Prieto y Carlos Varón en el estado Mérida, donde entre otras cosas denunciaban el estado en que se encuentra la estación de apartaderos, es una clara demostración del carácter del régimen.
A propósito de estas estaciones, otro vídeo que se convirtió en viral por las redes, fue el grabado en Barquisimeto, donde un bombero se trasladó en moto-taxi para ir a apagar un incendio. El grado de deterioro de todos los servicios en el país alcanza proporciones inimaginables hace algún tiempo, el gobierno además de ignorarlo en su retórica no adopta soluciones y apela a la represión.
Entre tanto la desesperación recorre el país de extremo a extremo, la migración masiva por vía terrestre hacia los países vecinos evidencia la angustia y el sufrimiento que no tiene precedentes en nuestra historia contemporánea, el padecimiento de, la sociedad venezolana actual no tiene parangón en América Latina.
Al pretender desconocer este fenómeno y la proyección de la crisis a toda la región, con propósitos burdamente manipuladores como el supuesto plan «vuelta a la patria», revelan la verdadera faz de un gobierno mendaz y artero.
La falacia y provocación tienen límites, no podrán continuar indefinidamente. Las fuerzas democráticas tienen la palabra