Jugarretas desgastadas, por Gregorio Salazar
Twitter: @goyosalazar
No hay manera de que la inmensa mayoría de los venezolanos no hayan percibido las acciones fuera de toda legalidad con las que el oficialismo barrió la directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE) como una demostración de los grandes temores, rayanos en el pánico, que han calado en la cúpula del régimen de cara a las elecciones presidenciales del 2024.
Como es rutina, prevalidos del control a la diabla sobre las instituciones y el más impúdico abuso del poder, el 15 de junio el oficialismo echó a andar su agenda antielectoral con miras a las presidenciales del 2024 y las conjuntas de AN, gobernaciones y alcaldías para el 2025. Todo indica que las próximas movidas, marcadas con el sesgo ventajista de siempre, no se harán esperar.
Con la torva habilidad y la falta de escrúpulos del tahúr, en un tris lograron remover compulsivamente a un Consejo Nacional Electoral (CNE) que al menos le garantizaba a la oposición dos integrantes idóneos que, constitucionalmente, debían ejercer por siete años sus cargos.
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Ahora, en un lapso el que se tomarán no menos de dos meses, procederán a escoger el nuevo ente electoral cuya integración final no sería raro que resultara en un 5-0, compuesto por cuatro nuevos rectores oficialistas y alguno que le tirarán, como un mendrugo, a sus aliados, los pseudo opositores de la Asamblea Nacional.
Con responsabilidad y sentido del momento político, los rectores Roberto Picón y Enrique Márquez, presentaron sus renuncias sin intentar una defensa de sus fueros en las postradas instancias judiciales, lo que además de inútiles pudieran dar pie a un retraso en la constitución del CNE. Eso sí, sin cerrar la puerta a que en su conformación quede integrado al menos un representante no oficialista. Y por sobre todo, un llamado crucial: no apartarse de la ruta electoral.
Pero ya se sabe que estas torceduras de la ley nunca vienen en forma aislada. Lo que se visualiza es una cadena de acciones que apuntarán hacia los precandidatos de la oposición que se disponen a participar en las primarias. El objetivo final es la consabida jugarreta de la inhabilitación, que otras veces han aplicado a nivel de alcaldías y gobernaciones y que fueron capaces de ejecutar tres veces seguidas en Barinas. Y de nada les valió.
Más claramente no pudo haber hablado el presidente de la AN, Jorge Rodríguez, en la plenaria de esta semana. Allí hizo primero un reclamo y luego una exhortación a sus colegas para que dejaran la tibieza, es decir la blandenguería hacia quien acusó de pedir Invasión militar, guerra contra el país y hasta un atentado presidencial.
El objetivo es, en primer lugar, Maria Corina Machado, a quien además acusó de ser la promotora de los virales videos en los cuales se han visto a agobiados productores del campo lanzar tomates, zanahorias y otros frutos a las aguas de un río por no poder llevarlos a los centros de distribución debido a que la falta de gasolina ha vuelto a agudizarse tremendamente en el país.
Por esa ruta aviesa van mal encaminados. El centro de operaciones es la AN y en cualquier momento surgirán un acuerdo y la exhortación a algunos de los poderes que mantienen envilecidos –TSJ, Fiscalía, Contraloría– para que proceda a sacar de juego a quien se perfila, según las encuestas y la participación popular en los actos de campaña de Machado como el rival que aviente a Maduro de Miraflores.
Si el discurso de María Corina Machado o sus planteamientos de orden económico son los más pertinentes para el momento que vive el país o para la post autocracia, es por ahora discusión pendiente y muy necesaria. Pero lo central es que tiene derecho a presentar su precandidatura y de competir por la presidencia si saliera victoriosa en la primera prueba. Que el oficialismo viniera a estas alturas de juego con una medida inhabilitadora cocinada por trastiendas causará la misma indignación popular que en los comicios a la gobernación de Barinas.
Es el trance trágico en que está atrapado Maduro y su régimen. El candidato menos pensado, alguien que despierte confianza, juegue a la unidad, se abra a una alianza y a un programa común del rescate de Venezuela, puede hacer el ansioso ¡click!, engranar en las preferencias populares y dispararse hacia las alturas como cohete de feria. No es cosa fácil, pero tampoco imposible.
El rostro de quienes hoy gobiernan ya no acepta maquillajes ni acicalamientos. No hay engañifa posible. Destruyeron una nación y están dejando a varias generaciones sin futuro.
¿Cómo puede aspirar Maduro a reelegirse? ¿Qué le va a premiar esta nación atribulada? ¿Cuál de sus ejecutorias son dignas de respeto, encomio o reconocimiento? ¿Qué nueva fórmulas puede presentar al pueblo, después de haber formado parte de un régimen de casi un cuarto de siglo, que tuvo a toral disposición una ingente suma de recursos económicos y control absoluto del aparato del Estado? ¿Qué promesa sería creíble, qué propósito de enmienda aceptable? El pueblo venezolano lo va a llevar hasta la puerta de salida. Después será solamente historia. Y de la peor.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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