Juicio militar y condena a Rubén González desata ola de indignación nacional
El régimen de Maduro es el más antiobrero de la historia desde Pérez Jiménez. “Lo que yo he hecho es ser consecuente con luchar por los derechos del trabajador consagrados en la Ley”, manifestó el secretario general de SintraFerrominera
Damián Prat C @damianprat Especial para Tal Cual desde Guayana
La condena a cinco años y nueve meses de prisión y el hecho mismo del juicio militar a un civil, luchador laboral y líder sindical como lo es Rubén González, secretario general de SintraFerrominera, ha desatado una ola de indignación nacional e incluso en organismos internacionales.
No es para menos porque se trata de un juicio militar a un civil en clara violación a la Constitución
Porque además es un juicio militar contra un dirigente sindical por el “delito” de ejercer junto a miles de trabajadores de Ferrominera del Orinoco (FMO) y de todo el parque industrial de Guayana, los derechos legítimos a la protesta contra la masiva violación de la misma Constitución, de la Ley del Trabajo y de los contratos colectivos por parte de Maduro y su régimen al pretender ilegalmente, de forma unilateral, imponer diferentes normas laborales contra los trabajadores.
En realidad, se trata de un juicio político que intenta amenazar a los que defienden sus derechos, sembrar miedo y desesperanza en los trabajadores. Castigar a los que luchan y protestan. Es un mensaje de amedrentamiento sobre toda la sociedad.
Los hechos
A mediados de agosto del año pasado (2018), una masiva asamblea de trabajadores ferromineros en Ciudad Piar, al pié del Cerro Altamira, decide ejercer paros y protestas por el estado general de abandono y ruina de la empresa y sus equipos industriales tales como las enormes palas mecánicas para extraer el mineral, los gigantescos camiones roqueros, el ferrocarril (es decir sus locomotoras y vagones) que tenían a la empresa produciendo a tan solo 20% de su capacidad demostrada en los años 80, 90 e inicios del siglo XXI, tras la nacionalización positiva de la industria del hierro de 1976 y la creación de Ferrominera
Como lo reseñamos por aquellos días en éstas mismas páginas de TalCual la producción de 2016 y 2017 apenas alcanzó 7 millones de toneladas (cuando lo habitual antes de la destrucción robo-lucionaria, era entre 20 y 22 millones por año), pero en aquel 2018 proyectaba cerrar con no mas de 4 millones de toneladas, como en efecto ocurrió
Y a mediados de este 2019, un dato revelador: de 45 locomotoras, solo quedaban 4 activas.
Reclamaban los trabajadores también que la dotación de implementos y equipos de seguridad industrial estaba en cero desde hacía muchos meses, incluyendo el hecho que el hospital de ésta apartada ciudad estaba sin ambulancia.
El remate es que Maduro había ordenado “aplanar” los salarios en todas las industrias de modo que quedaban todos ganando salarios básicos, perdiéndose las escalas producto de la experiencia, la calificación técnica y la antigüedad.
En los hechos ilegalmente se liquidaba la vigencia de los contratos colectivos.
Con las largas protestas, por varias semanas seguidas, tanto en Ferrominera como en todo el conglomerado industrial, en aquel final de 2018, Maduro tuvo que modificar con disfraz su orden arbitraria y empobrecedora de la familia guayanesa aunque solo parcialmente.
La disfrazó algo en complicidad con el grupo de sindicalistas gobierneros, quienes aún siendo minoría existen.
Represión
La mañana del 14 de agosto, un fuerte contingente militar desata una violenta ola represiva en Ciudad Piar. Disuelven con gases lacrimógenos la asamblea al pié del cerro y extienden la operación hacia el poblado de Ciudad Piar, con especial énfasis en allanar –rompiendo rejas- la casa de habitación de Rubén González y su familia
Varios trabajadores lo protegen sacándolo del sitio a escondidas y ocultándolo en otras casas e incluso logran sacarlo a las afueras para finalmente, un día después, llevarlo a escondidas a Ciudad Bolívar.
La denuncia en los medios de comunicación que aún quedan se transforma en escándalo regional por el absurdo represivo.
En los portones de varias industrias briqueteras, del aluminio y siderúrgicas de Puerto Ordaz se hacen concentraciones y asambleas de trabajadores pese a las enormes restricciones que impone la grave escasez de transporte de personal en ese conglomerado industrial al que no se puede llegar sino en vehículos particulares y/o transporte de las mismas empresas ya que dista muchos kilómetros de los centros poblados y no existen rutas de transporte colectivo.
Estallan paros y protestas, trancas y concentraciones. Por la represión contra los ferromineros y sus dirigentes sindicales así como por los mismos problemas de violaciones graves a los derechos laborales y abandono de las industrias ya en proceso de ruina por “obra” de la robo-lución.
Al tercer día, Rubén González reaparece en una asamblea en el portón principal de Ferrominera en Puerto Ordaz (única que si está enclavada en la ciudad), acompañado de varias docenas de luchadores laborales y dirigentes sindicales de Sidor, Venalum, Alcasa, Carbonorca, Sidetur y las briqueteras.
La asamblea masiva de trabajadores aprueba paros de protesta y un plan de trancas y movilizaciones en diversos lugares para los siguientes días.
Durante mas de diez semanas, casi a diario, las protestas, asambleas en los portones de Venalum, Alcasa, Carbonorca, Sidetur, Sidor y FMO, marchas y trancas sacuden a Guayana, principalmente en Puerto Ordaz y San Félix pero también en Ciudad Bolívar, Upata y Ciudad Piar.
La ruina de las empresas, las enormes carencias en equipos indispensables, la brutal violación de los derechos laborales, de la Ley del Trabajo y los Contratos Colectivos son el “leit motiv”.
El progreso social de los trabajadores y sus familias hace mucho rato que se perdió. Hoy es el proceso inverso: grave empobrecimiento, acelerada pérdida de calidad de vida. La lucha es por sobrevivir a duras penas.
El régimen aplica represión en las calles y otras veces intenta maniobras como repartir “cajas CLAP” buscando desmovilizar pero no lo logra.
El mismo día y a la misma hora de un enorme operativo de reparto de cajas de alimentos organizado por el régimen en Sidor y otras empresas, miles de trabajadores organizaron y llevaron a cabo una enorme concentración y marcha de protesta en esa amplia área comercial y financiera de la ciudad que es Altavista impactando con una súper tranca a la ciudad entera.
No logró el régimen imponer la desmovilización “por dos pollos” como ellos y algunos ciudadanos decían en expresión de desprecio.
En medio de todo aquello hubo hechos represivos muy fuertes como cuando un comando del Dgcim asaltó uno de los portones de FMO y se llevó detenidos a 8 trabajadores, incluyendo un directivo del sindicato quienes mantenían junto a otros numerosos ferromineros una toma.
“Los ocho de ferrominera” fueron mantenidos presos por varios meses y finalmente están excarcelados pero con el juicio abierto.
Igual sucedió con cuatro activistas sindicales de Venalum, incluyendo al presidente del sindicato de profesionales (Sutrapuval), presos tras un asalto policial militar a uno de los portones de esa empresa donde ellos permanecían en protesta.
Detenido en alcabala de carretera
La madrugada del jueves 23 de noviembre Rubén González fue detenido en una alcabala militar cerca de Anaco
Era parte de un numeroso grupo de trabajadores y activistas que regresaban de Caracas de participar en una protesta de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela.
Pese al reclamo de sus compañeros se lo llevaron a Maturín aduciendo que había una “orden de captura” contra él por “agresión al centinela” desde el 20 de agosto. A todos les quedó claro que era un “delito” inventado para justificar la represión política y tratar de frenar las luchas de los trabajadores.
¿Acaso hubo algún ataque a un guardia o centinela en una instalación militar? Obvio que no.
Por otro lado, ¿Cuál orden de captura desde el 20 de agosto si en esos tres meses, Ruben hizo toda clase de actividades públicas, incluyendo las numerosas asambleas en el portón de FMO donde hay un puesto de vigilancia y control militar, así como presencia en programas radiales, dos grandes asambleas en el gran salón de Sintra Ferrominera para organizar la Intersectorial de Trabajadores de Guayana.
Había participado en numerosas manifestaciones de calle en diversos lugares de la zona industrial de Guayana, en el centro de la ciudad, frente al edificio sede de Corporación Venezolana de Guayana (CVG).
El remate de todo es que estando en Caracas fue a la sede los tribunales para declarar como testigo en el caso (otro mas de atropello a los trabajadores) que se le sigue desde hace 8 años al también ferrominero Rodney Álvarez.
Para entrar a ese edificio de tribunales, debió presentar su cédula, chequearse en el registro de la computadora, etc.
Si hubiese existido alguna “orden de captura” de cualquier fiscalía o tribunal, militar o civil, habría aparecido allí y lo habrían detenido.
“Siempre fue evidente que era una retaliación política contra él por su recia lucha en defensa de los trabajadores”, explica uno de sus abogados, el también trabajador sidorista Jorge Machuca.
“Rubén es un preso de conciencia, un preso político”, remata, cuando lo entrevistamos en nuestro programa radial. Machuca recuerda que la Constitución establece muy claramente que los civiles deben ser juzgados por sus jueces naturales y que los tribunales militares son para militares.
“Nosotros, además, demostramos fehacientemente que no ocurrió ningún ataque al centinela. Que el agredido mas bien fue Rubén González en su casa”.
El abogado confirma lo que familiares y compañeros de trabajo del sindicalista habían denunciado la propia mañana de esa audiencia de juicio donde acaban de emitir la sentencia en Maturin: efectivos militares sacaron de la sala del tribunal a todos los familiares y trabajadores que estaban allí a pesar de que era un “juicio oral y público”.
“Ya suponíamos que eso significaba algo malo”, dice el abogado. Otra irregularidad adicional en este ilegal juicio.
Segunda vez que la robo-lución lo agrede
No es la primera vez que Rubén Gonzáles vive la dura experiencia de la cárcel por defender derechos laborales en estos tiempos de “revolución”.
Ya en 2009 y durante casi dos años fue un preso de Chávez, de las autoridades psuvistas de CVG y del ex gobernador Rangel Gómez.
El 24 de septiembre de 2009 Rubén, quien ya era líder máximo de SintraFerrominera en elecciones recientes, fue detenido estando en Ciudad Bolívar.
Lo acusaban de “violar la zona de seguridad” de Ferrominera por haber presidido una masiva asamblea de trabajadores de Ciudad Piar que protestaban porque la directiva de la empresa incumplía totalmente el contrato colectivo firmado y en vigencia desde hacia tres meses.
¿Como podía violar la zona de seguridad si es la empresa en la que trabaja y es su principal dirigente sindical? Los clásicos inventos del gobierno militarista y autoritario anti obrero para justificar la represión.
Un tribunal le decretó casa por cárcel, pero el 20 de enero de 2010, de forma sorpresiva, en la noche, sin notificación a sus abogados, una comisión policial lo saca de su casa y se lo lleva Puerto Ordaz.
Las alarmas se encendieron y la denuncia estalló. Lo recluyeron en la sede de Patrulleros del Caroní junto al entonces concejal de Tumeremo Carlos Chancellor quien ya tenía dos años allí.
Las protestas laborales crecieron. Su caso llegó como queja formal a la OIT. En éstas mismas páginas de Tal Cual publicamos reportajes de denuncias. De pronto, el 1 de marzo de 2011 un tribunal lo condena a 7 años de cárcel. Estallaron paros y protestas en casi todas las industrias de Guayana.
El reclamo se extendió a varias zonas del país. Chávez y su “revolución” fueron señalados como anti obreros. Cárcel y condena para un dirigente sindical que protestaba la violación comprobada del contrato colectivo.
La OIT (Organización Internacional del Trabajo) con normas obligatorias para los países signatarios, emitió una declaración formal de queja y denuncia dirigida a Chávez que repercutió en toda Europa y Latinoamérica.
El escándalo era enorme
De pronto, cuando la sentencia aún no había sido publicada, requisito indispensable para ejercer cualquier apelación, el TSJ de Chávez anula el fallo y declara la libertad provisional de González, la que le habían negado por año y medio.
Todos interpretaron que era una orden, apresurada y de motivación política, debido al costo político de lo que estaban haciendo. A Rubén le enviaron al entonces Alcalde de Caroní con una franela del PSUV.
El dirigente sindical la rechazó y se colocó una gorra de Provea, la ONG de DDHH que había ayudado mucho en su defensa. Así habló con los periodistas aquella mañana del 2 de marzo de 2011.
A poco tiempo se hicieron elecciones en Sintra FMO y pese a todo el ventajismo del PSUV y el Gobierno, la plancha de Unidad presidida por Rubén los derrotó por paliza.
La siguiente elección fue obstaculizada mediante un acto de grave violencia durante la asamblea para designar la comisión electoral y luego suspendida por el TSJ Ese fue el recurso del régimen para evitar otra derrota.
Habla Ruben
Rubén González está recluido en la cárcel de La Pica, al norte de Monagas desde el momento de su detención en noviembre.
Alejado a unos 400 kilómetros de su casa y su sector laboral, seguramente para aislarlo y obstaculizar la solidaridad. Es otra muestra del “humanismo” de la robo-lución. Solo es trasladado a Maturín para las audiencias del Tribunal Militar.
“Yo se que soy inocente. Que todo es una persecución política porque nunca he dejado de ser consecuente con la lucha por los derechos laborales de los trabajadores”, nos dice Rubén en un mensaje verbal.
“No voy a dejar de luchar y le digo a mis compañeros trabajadores y a todos los venezolanos que nadie se rinda Seguimos con la frente en alto”.
Esa determinación inspiradora, la expresan también los dirigentes de la Intersectorial de Trabajadores de Guayana y los dirigentes de SintraFerrominera aunque el régimen de Maduro les montó un mini sindicato paralelo no electo por nadie, les arrebató la tradicional sede sindical e incluso ha iniciado el proceso de despido a un nutrido grupo de dirigentes y activistas.
¿Por qué no hacen una huelga general?, pregunta alguien. Porque no hay nada que paralizar. Toda la industria ha sido tan destrozada por la robo-lución que el 95% de ella está en cero producción,
Pero ese es tema de otro reportaje próximo.