Justicia desprestigiada, por Teodoro Petkoff
La señora doctora Luisa Estella Morales, presidenta del TSJ, se las trae sus maneras de adular, su servilismo ante el poder, se han hecho proverbiales. Esconden tales atributos, sin embargo, esa llamada «viveza criolla», que no es sino el eufemismo tras el que operan pícaros y pícaras de siete suelas. La señora, que viene de protagonizar el escandaloso affaire de las jubilaciones milmillonarias de los integrantes del TSJ, ha tenido los santos ovarios de declarar, en el programa de Rangel padre, que el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos constituye un «intento por desprestigiar» al Poder Judicial venezolano. Imposible.
En esa tarea, Luisa Estella y casi todos sus colegas, en especial «Cacharro» Carrasquero, son imbatibles. Nadie ni nada puede desprestigiar al Poder Judicial con más esmero que la presidenta del TSJ, acompañada de buena parte de sus colegas. La defensa de la maltrecha «dignidad» del TSJ y del Poder Judicial en general, ha quedado en las solitarias manos de la doctora Blanca Rosa Mármol de León, quien, y no por casualidad, no apoyó eso que algún diputado gobiernero calificó, con toda razón, de «sinvergüenzura». Hasta Carlos Escarrá, quien no es propiamente una joyita, pidió que se les abriera a los integrantes del TSJ «un expediente» y no ahorró ninguno de esos calificativos que suele utilizar tan profusamente contra los opositores. No le falta razón.
Ese truco indecente de «jubilarse» con los sueldos de hoy, anticipándose así a la (im)probable aprobación de la Ley de Emolumentos, que supuestamente los rebajaría hasta niveles menos obscenos y encima, para colmo, seguir trabajando a pesar de estar jubilados, les da la mocha a los atracadores de bancos.
Pero el cinismo de la doña no termina aquí. Tal vez queriendo competir en ese arte con su entrevistador, afirmó también que el informe de la CIDH está «sesgado» debido, según la eminente jurista, a que «ningún miembro de la Comisión ha visitado el país».
¡Claro que no lo han visitado! ¿Cómo podrían hacerlo si el gobierno al cual sirve la interfecta se ha negado sistemáticamente, desde hace años, a permitir la entrada de la CIDH al país? Para colmo, resulta que el informe sobre Venezuela fue elaborado con la colaboración del propio Estado. Visto que la CIDH tiene «prohibido» venir a nuestro país, envió un cuestionario con 79 preguntas, que fueron respondidas, y con base en las respuestas fue elaborado el informe. Por ejemplo, la magistrada dice que es falso lo que señala la CIDH sobre eso de que 52% de los jueces del país son «provisionales» y por tanto removibles, e incluso encarcelables, cada vez que a Chacumbele le da un paso de luna.
El organismo de la OEA se limitó a transcribir el dato que las fuentes del Estado venezolano le habían suministrado. Los venezolanos de antes tenían un dicho, bastante chabacano, pero muy expresivo, para referirse a casos como el que nos ocupa: «Hay gente que se traga un burro con todo y enjalma y ni siquiera eructa». Pareciera el retrato hablado de Doña Estella.