Justicia, por Teodoro Petkoff
Eso es lo que piden los familiares de los caídos y heridos el 11 de abril. No quieren que sus seres queridos sean utilizados como bandera por los bandos en pugna. Pero, para que haya justicia tiene que haber verdad y para que ésta no sea manipulada es preciso establecer meridianamente en qué circunstancias, dónde, cuándo y cómo fueron abaleados estos compatriotas cuyos familiares son todo un compendio de tristeza y dolor. Precisamente para que nadie pueda lanzar al voleo hipótesis que llenan de confusión todo el cuadro es indispensable ir dejando cosas claras. Aquí está la esposa de Jorge Tortoza, quien cayera entre los manifestantes que venían de Chuao; está la pariente de un agente de la Policía Metropolitana. Ocho de los fallecidos cuyos deudos muestran sus fotos perecieron en la avenida Baralt y uno en la avenida Urdaneta. Estos son datos que proporcionan pistas. No necesariamente son conclusivos pero sí permiten preguntarse cómo es posible que el general Baduel y el ex ministro Rodríguez Chacín, que debieran ser muy prudentes, hayan lanzado acusaciones tan irresponsables y sesgadas como las que hicieron, acusando directamente a los manifestantes de Chuao e ignorando datos como estos, cuya contundencia podría desmentirlos palmariamente. Por esto es que es absolutamente necesaria una investigación imparcial. Nosotros no queremos extraer ninguna conclusión definitiva, pero lo que hoy decimos sí pretende salirle al paso a quienes sin esperar los resultados de una investigación imparcial se han apresurado a juzgar y condenar, sin siquiera detenerse a pensar los datos de la realidad. Para que haya justicia tiene que haber verdad.