La bofetada, por Aglaya Kinzbruner

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Como todos saben hay muchos tipos de bofetadas, la cachetada que es más suave, el revés, el guantazo, el soplamocos, en fin, toda una gama de ademanes cariñosos. El que le propinó su esposa al presidente Macron no lo era tanto, él casi pierde el equilibrio, pero en fin, la puerta del avión estaba abierta y uno no sabe qué lo precedió. Por ejemplo, en una película muy hermosa que vimos hace tiempo, El paciente inglés, la protagonista femenina, Kristi Scott Thomas va al cuarto de Ralph Fiennes para lo que fuese y él le da tremenda cachetada, ella le da otra y luego, cosas de los juegos eróticos … se comen a besos. Cierto es que los actores de las películas siempre son buenos mozos mientras que en la realidad puede haber cierto reparto en cuanto a los atributos estéticos.
Por ejemplo, una protagonista femenina puede tener la belleza de Sophia Loren y su pareja ser como Hulk o, al revés, el protagonista masculino puede ser un Apolo y su pareja algo como loro viejo con peluca. La cachetada provocó tremendo tsunami entre los youtubers, porque si la víctima de la cachetada se deja abofetear así, caramba, hasta puede venir de las galaxias Darth Vader y volverlo papilla. Pero cada youtuber tiene su opinión propia y es justo que sea así.
Hubo un locutor francés que dijo que la atracción de la pareja en cuestión estaba predestinada ya que Brigitte viene de una familia que se enriqueció mucho con la venta de los macarons que sería el epítome de la famosísima pastelería francesa si no fuese que su origen es más italiano que la pizza. Resulta que en el siglo dieciséis cuando Catalina de’ Medici estaba empacando sus cosas para viajar a Francia para sus esponsales con Enrique II, sabiendo que la pastelería francesa estaba en pañales, empacó almendras, unos cuantos maccarones (hoy en día se llaman amaretti porque en su elaboración hay una que otra almendra amarga), la receta y last but not least un maestro pastelero. El éxito de esta galleta gourmet fue tan grande que es uno de los dulces favoritos de los franceses. Quizás así saltó la chispa que llevó a Brigitte de macarons a Macron.
No todas las chispas son tan positivas. Hay una youtuber americana, Candace Owens, que sostiene la teoría que hoy en día pica y se extiende, que la antes nombrada Brigitte es una mujer trans. Es más, según ella, y que ella explica en su serie, hay en Francia equipos médicos y publicitarios que son muy activos en ayudar a las personas trans a obtener una nueva identidad, un nuevo background, y borrar toda huella de una existencia anterior. Incluso, según ella, es muy sospechosa la muerte del primer marido de Brigitte, André-Luis Auziere, totalmente falta de tacto al no poder, en su calidad de fallecido, contestar todas las preguntas de curiosos paparazzis. Además de llamar la atención con sus estrambóticas aseveraciones no sabemos que sacó en limpio la Owens además de las amenazas de una demanda legal.
Cierto es que lo que no queda muy claro es en qué época de la transición tuvo los tres hijos a menos que la Owens pruebe que eso tampoco es cierto y todo forme parte de una narrativa especialmente encargada, cosa que de ser posible es muy poco probable. Además, Macron es muy amigo de una de sus hijas. Pero a pesar de tantas dudas quedan ciertos hechos que necesitan una explicación. Para eso nos remitimos a una enseñanza sufí que se remonta a muchos años atrás.
Viene un maestro sufí de comprar un kilo de carne en el mercado. Se lo entrega a su mujer para que se la cocine. Cuando llega al mediodía pide la carne para poder almorzar y, – se la comió el gato – contesta su mujer. Este discípulo de Rumi agarra una báscula y pesa al gato. El gato pesa un kilo. “Caramba, dice, si esta es la carne, ¿dónde está el gato? Y si éste es el gato, ¿dónde está la carne?
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Sin querer emular al hombre santo, nos preguntamos, si toda esta narrativa es cierta, el gran amor de una mujer de 39 años por un niño de 14, el subsiguiente escándalo, el divorcio, el alejamiento forzado de los padres de Macron, y, luego el matrimonio después de tantas dificultades, ¿cómo se explica, – pensamos – cómo se explica, la bofetada?
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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