La brecha de inmunidad contra covid-19 en América Latina, por Marino J. González R.
Twitter: @marinojgonzalez
Crecientes evidencias indican que controlar la pandemia se puede prolongar lamentablemente por mucho tiempo. El gran triunfo que ha significado disponer de 14 vacunas contra covid-19, no se ha complementado efectivamente con su aplicación. Luego de casi año y medio de pandemia, las perspectivas de que finalice el año 2021 sin garantizar la cobertura requerida de vacunas, son las más probables en muchos países del mundo.
El escenario de que la pandemia se mantenga en los próximos meses o años no significa otra cosa que profundizar el dramático retroceso que ha experimentado el mundo desde enero de 2020. Esta involución es mucho más marcada en los países con menos capacidades, que constituyen la mayoría.
Los efectos en la provisión de servicios sociales, en el crecimiento y en la diversificación económica, incluso en la estabilidad política, ya son inmensos. Solo hay que imaginar las dimensiones que pueden adquirir estos efectos por no aplicar efectivamente las vacunas disponibles.
Estas circunstancias son plenamente conocidas por los gobiernos en todo el mundo. Incluso los gobiernos con más dificultades para implementar efectivas políticas públicas, o con menos interés en hacerlo, no pueden eludir el impacto para las sociedades de los enfermos y fallecidos por covid-19. Con la posibilidad de vacunar, lo esperable era que estuvieran en marcha los mecanismos más expeditos para hacerlo en el menor tiempo posible y a la mayor cantidad de personas.
Pocos países tomaron rápidamente las previsiones para adquirir las vacunas y para poner a tono los sistemas de salud para gestionar un programa de vacunaciones de grandes dimensiones en tiempos muy cortos. Las consecuencias de estas fallas de anticipación —sea por la poca visión de los liderazgos, sea por las inmensas restricciones de recursos que muchos de estos gobiernos confrontan— se están expresando día a día en el crecimiento de la brecha entre los países, esto es, entre los que logran vacunar a la población y aquellos que no lo están haciendo (la gran mayoría). Esto se traducirá en un aumento de las diferencias en las condiciones de desarrollo entre los países. Una brecha lleva a otras brechas o contribuye para que algunas brechas se hagan más grandes y más restrictivas.
América Latina es una demostración del aumento de esta brecha. Al ritmo actual del porcentaje de población que está completamente vacunada contra covid-19, solo dos países de la región (de un total de 20), Uruguay y Chile, pueden lograr que el 70% de la población reciba las dosis requeridas antes de que finalice 2021. Un tercer país, República Dominicana, podría alcanzar ese porcentaje de población vacunada en los tres primeros meses de 2022. Los gobiernos de estos tres países reconocieron el problema, tomaron las decisiones para adquirir las vacunas y están ejecutando los programas de vacunaciones a un ritmo adecuado para lo requerido. En este grupo de países se logra 1% de cobertura en dos días en Uruguay, en tres días en Chile y en cinco días en República Dominicana.
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En el resto de los países de la región la situación no puede ser más preocupante. En dos de ellos, Haití y Cuba, no se han iniciado las vacunaciones. En otros (Venezuela, Nicaragua, Honduras) ni siquiera se cuenta con la información sobre el tipo de dosis aplicadas a la población, de manera que se pueda conocer la cobertura real. En los otros 12 países, en el mejor de los casos, al ritmo actual, el porcentaje de cobertura requerido se alcanzaría a finales de 2023, y en el peor de los casos en cinco años o más. En este grupo de países, el aumento de 1% de cobertura se logra en diez días en el mejor de los casos y, en el peor de los casos, en más de 100 días.
La estimación anterior se fundamenta en que el escenario más probable es que no existirán cambios significativos en el ritmo de vacunación actual de los países, de lo cual se deduce que si aumentara el ritmo de vacunaciones contra covid-19, por supuesto que se podrían reducir esos lapsos. La gran pregunta es por qué no se están tomando las medidas para que ello ocurra.
Si es verdad que existen restricciones estructurales en la gestión de los sistemas de salud de la región, ¿no es cierto también que esta es una circunstancia excepcional que reclama medidas urgentes en todos los frentes? ¿No es cierto que si no se vacuna a toda la población meta las posibilidades de desarrollo de la región se reducen significativamente?
De mantenerse el actual ritmo de vacunaciones contra covid-19 en la gran mayoría de los países de la región, la responsabilidad de la gestión de los gobiernos será absoluta. En la práctica, esta inmensa falla de gestión puede condicionar otra década más de rezago en el desarrollo en América Latina.
A diferencia de otras brechas, esta la podemos seguir en tiempo real por la posibilidad de contar con información. Pero, también podríamos ver la reducción en tiempo real si existieran los liderazgos audaces en los gobiernos de América Latina para enfrentar esta catástrofe en las condiciones de vida de los latinoamericanos que ha sido la pandemia.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina.
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