La certeza del voto por Fernando Rodríguez
Es posible que la que vivimos sea la confusión política mayor en que hayamos estado en mucho tiempo y vaya que hemos vivido algunas en estos años esquizoides.
La economía amenazada por una demoledora crisis que pareciera ponernos en el dilema de enfrentarla, racionalmente, con un doloroso proceso de ajustes, popularmente llamado paquete, y sus secuelas inevitables de violencia social y política o, nada lo impide en el pensamiento mágico que nos rige, irnos a la última paila del infierno de la historia armando comunas y, si fuese necesario, apelando a algunas formas tribales para organizarnos al son de tambores ancestrales.
La política no puede ser más confusa, después del anuncio de la extrema gravedad presidencial, sobre todo el tiempo de su desarrollo y las furias que podría desatar la sucesión del Único. Es difícil predecir cómo se rehará la nueva geografía política. Se podría pensar lo impensable hasta hoy, la ruptura del esquema chavismo-antichavismo.
Y hay quien ha comenzado, en otro extremo, a mirar a los cuarteles, tan sumisos después que fueron depurados, empoderados y decretados revolucionarios (como si tal cosa fuese susceptible de decretos, capaces de mover ancestrales mentalidades uniformadas).
Por otra parte, y para generar nuevas paradojas e interrogantes, se habla de amnistía y empresarios entusiasmados por Mercosur y un nuevo estatus que los saque del oprobio a que han sido sometidos por mucho tiempo.
En síntesis, que si algo va a acompañar las hallacas y el pan de jamón de estas navidades va a ser la incertidumbre, un futuro pétreo e invisible, el mal sabor del miedo a los despeñaderos o la impotencia que causa el ocasional desquiciamiento de nuestras brújulas.
Pero lo que sí podemos tener como certeza es que tenemos un paso seguro que debemos dar, ya, en tres días, el voto en las elecciones para gobernadores y consejos legislativos regionales.
Ese voto es en las actuales circunstancias más obligante que nunca. Cualesquiera que sean los avatares del inmediato porvenir es imprescindible que estén en pie fuerzas democráticas robustas capaces de mantener el hilo constitucional, darle cauce a las justas demandas populares en crecimiento y racionalidad a las respuestas al desastre económico a que nos ha conducido la borrachera populista y sin norte, el degüello irracional de las vacas gordas del boom petrolero.
Y convertirse en una verdadera, cualitativa y cuantitativamente, opción de poder. Si hace unos días votar masivamente, superando el infantil despecho de la relativa derrota de octubre, era un deber insoslayable, ahora después del anuncio presidencial sobre su enfermedad, ese acto democrático esencial cobra una singular urgencia.
Sería muy triste que quienes nos oponemos al caos generalizado de este gobierno inepto, delirante y corrupto entremos a esta etapa de trascendentales decisiones en la vida nacional con el handicap de una clara derrota electoral, producto de nuestra abulia e irresponsabilidad cívica.
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