La cuarta ERRE, por Teodoro Petkoff
Si el annus horribilis que fue para Chávez el 2007 remató con el fiasco de la «Operación Emmanuel», el 2008 no abrió más auspiciosamente, ni para él ni para el país. Una confusa «Ley de Amnistía» y un conjunto de cambios en el gabinete, que configuró un line-up de bates quebrados, autorizan a pensar que la «rectificación» que anunció, podría quedar, desdichadamente, como tantas otras veces, en pura retórica. Consciente como llegó a estar de la incongruencia entre un operativo de liberación de secuestrados en Colombia y el mantenimiento de presos, enjuiciados y perseguidos políticos en su propio país, Chávez dictó una Ley de Amnistía que ha desatado, sin embargo, una guerra de interpretaciones –lo cual niega su propia naturaleza. Lo que pudo haber sido un paso importante en el camino de crear un clima político menos irrespirable está a punto, infortunadamente, de revelarse como un acto chucuto y mezquino, que no saca de las cárceles a casi ninguno de los presos, sin ir más allá de cerrar los juicios abiertos a los imputados por las firmas del 11A. En el fondo no hay tal amnistía.
Los «cambios» en el gabinete son sintomáticos de la crisis de personal de que adolece la «revolución». Los mismos fracasados de unos cargos son llevados a otros, donde es bien difícil imaginar que lo harán mejor. Pero no todos fueron enrocados.
Varios fueron derecho a las duchas. A Jorge Rodríguez tal vez le cobran el fracaso del 2D y quién sabe si su alejamiento no se debe también para precaverse de las posibles salpicaduras que pueda producir el juicio en Miami a los tipos de la maleta millonaria. Su nombre ha salido a relucir en el caso. Giordani y Cabezas pagan los platos rotos por una «política económica» cuyo único «mérito» es el de gastar la plata del petróleo, dejando una herencia de inflación, escasez, debilitamiento del aparato productivo, caída de la producción petrolera y varias bombas de tiempo montadas.
Los sustitutos de ambos no dejan de mover a hilaridad. De Pedro Carreño ni Chávez se podía calar ya su «inteligencia». Pero Rodríguez Chacín, ¡válganos Dios! El pobre Willian Lara saltó, como saltará de nuevo Izarra, porque con un showman como Chávez no hay ministro en esa cartera que pueda tener éxito.
El presidente habla de «rectificar». El gabinete no es propiamente agente de rectificación –si es que eso significa algo. Más aún, ¿qué puede «reimpulsar» con esta suma de nulidades, como no sea la misma incapacidad hasta ahora mostrada? No pinta bien, desgraciadamente, el 2008. A las tres erres habrá que agregar una cuarta: retórica. O sea, paja.