La culpa es de Páez
¡La historia tiene cada jugarreta! Resulta que el comando electoral del PSUV ha sido bautizado “Batalla de Carabobo”. Y a propósito de ello y como reflejo del batiburrillo interno existente en el PSUV, Adán Chávez escribe en Aporrea “que el compromiso de hoy no puede permitirse otro personaje como José Antonio Páez”.
Evoca Adán la figura de Páez como la del Gran Traidor, en la cual pretende transformarlo la demonología de Chacumbele. ¡Ah! ¿Pero quién ganó la batalla de Carabobo? Bolívar, desde luego, como comandante supremo, pero sobre las suaves colinas del sitio donde se libró el encuentro, sobre el terreno donde se cruzaban los balazos y roznaban machetes y sables, fue el Catire Páez el hombre decisivo.
Borrar a Páez o mutarlo en lo que no fue, es uno de los empeños más fútiles del Cobero Mayor. La historia no se puede escribir para satisfacer requerimientos políticos del presente. Es lo que hace Chacumbele constantemente.
Primero para deslizar la especie de que él sería la reencarnación de Bolívar y que la historia, detenida en 1830 por el traidor Páez, retoma su curso con Chávez-Bolívar.
Luego, para explicar la disolución de la Gran Colombia como un proceso regido por los intereses particulares de una sola persona, José Antonio Páez, y no como lo que fue: fruto de un complejo proceso político-social, con actores sociales e intereses muy concretos.
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