La culpa no es de twitter ni del Facebook, por Ángel Monagas
A muchos venezolanos, no sé cuántos, nos preocupa y molesta el que se siga afirmando por propios y extraños a la causa, decir que la culpa de que, en Venezuela, no se hayan producido los hechos anunciados y prometidos por el presidente Guaidó, es de las redes y de los guerreros del teclado.
Nunca pensé leer semejantes barbaridades de muchos admirados periodistas, ahora en su papel de voceros, igual de muchos líderes y vedettes comunicacionales. Entiendo a los diputados. A los dirigentes de la devaluada MUD y de su peor expresión el G4. Ellos tienen derecho a intentar sobrevivir después de veinte (20) sino de connivencia, por lo menos de errores. No me interesa definir que prevaleció.
¿Tienen las redes y los guerreros del teclado, la culpa de que no haya ni siquiera consenso en la ruta? Un grupo dice una cosa y otros, lo contrario. ¿Es que después de 20 años y 10 meses de chavismo extremo, el único responsable es Maduro y las redes?
En política los errores se pagan a un alto precio y yo me pregunto, los protagonistas de estos casi 21 años ¿Quiénes han sido?
Las redes, las hay buenas y malas en su uso. Laboratorios hay muchos. Evidentemente el gobierno tiene más. Los identificados “radicales” también los usan, pero los “Guaidolovers” o toda esa maraña de intereses políticos y económicos, no son precisamente las hermanas carmelitas.
¿Por qué no se dice toda la verdad sobre el caso Marrero, o, sobre Freddy Guevara? Lo que a sotto voce se ha hablado entre “palos” en Caracas, en República Dominicana y en Estados Unidos.
Maduro es responsable de la tragedia. Señores quién puede negar eso, ¡Carajo! Pero es que quienes se lo han permitido, por una u otra razón, ¿No deben responder?
Ahora no es el momento te dicen… ¿Y cuándo? Si por sus errores estamos aquí, encerrados, atrapados y sin salida.
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Creo que con todo y la pérdida de popularidad de Guaidó, sigue siendo el político mejor posicionado. Sin embargo, créanme esto: como quisiera que tuviese la mitad de la densidad y el carácter de María Corina. Lamentablemente ella está muy mal asesorada y quienes la rodean le mienten acerca del avance de su instrumento político, muy necesario en cualquier circunstancia.
Me duele ver a un Ledezma, a un Diego Arria y a muchos venezolanos de primera, con mucho talento, tener tienda aparte a Guaidó, motivado al cerco de los líderes históricos. Digo “históricos”, porque para mí ya pasaron a la historia.
Guaidó empezó mal porque ofreció lo que Bolívar señalaba como el “colmo de la miseria”, lo que no estaba cierto de cumplir.
Han llegado al extremo de darle dotes de “líder continental” a Nicolás, para explicar lo sucedido en Chile, en Argentina. Mal analizado, entre otras razones porque no es cierto que la izquierda avanza. Lo que esta es cambiando y reaccionando la gente. Como dirían los italianos se están “aggiornando”. La izquierda que representa el reciente electo Alberto Fernández está a años luz de la estrambótica izquierda chavista y en Chile, la sociedad avanzada reacciona al menor intento de afectar su estabilidad y tiene aspiraciones. El habilidoso comunismo heredero de Allende, conserva el verbo, el populismo propio de dictadores como los Castro y sabe aprovechar las coyunturas. Allí hay una buena lección política.
Guaidó y los hechos
Podemos hablar o escribir mucho. No obstante, el elemento probatorio por excelencia en política son los hechos: ¿Qué paso con la ayuda humanitaria? Sobre lo sucedido el 23 de febrero aún hay dudas, salvo el bochornoso evento de un muerto y un diputado supuesta víctima de la “burrundanga”.
¿Qué ha pasado con tantos millones recibidos? El triste papel del protegido de López y su esposa, Lester Toledo, cuya mención me ha causado censura por parte de algunos medios. El apartamento donde se producen fiestas y parrandas de miembros del movimiento LGBT en Bogotá encabezados por una diputada en el exilio. Es harto conocido por el universo político. Una mano derecha de Guaidó, que es izquierda, derecha, zurda y más ¿Por qué se calla, se oculta? ¿¿El negocio de los bonos y los guisos?
Los defensores de Guaidó nos atacan por preguntarlo. Nos dicen ¿Por qué no atacan a Maduro? Lo cual es falso, y a las pruebas me remito, solo que indudablemente que el avance o retroceso está ligado a esas particularidades del comportamiento político de un sector.
¿Qué pasó el 30 de abril? ¿Por qué se falló? El único beneficiado fue López y otros que se quedaron con el dinero para financiar y pagar lo acordado a la fauna militar que acompaña a Nicolás y que originó un desencuentro con el gobierno de Trump, que estuvo a punto de retirar el apoyo.
¿Y los diálogos? ¿Los encuentros? ¿Se perdió o no el tiempo a sabiendas de que conversaba con un enemigo que solo busca y lo logró ganar tiempo?
He sostenido desde enero, que el gran problema de Guaidó es que ha jugado a ser candidato, nunca a ser presidente, salvo el pago de dádivas a los partidos a través de la designación de personal diplomático, el 99% sin formación ni condiciones, tan malos como los designados por la revolución. Triste, porque en muchos casos, había otros nombres disponibles y mejor preparados, con más escenario incluso.
Estoy perfectamente claro que, de haber elecciones en este momento, Guaidó arrasaría. El asunto es que no las hay y nada indica lo contrario. Quiero creer que no de manera intencional. Probablemente culposamente decimos los abogados.
Guaidó anuncia que no participará en elecciones parlamentarias pero su voz de confianza, Martínez Mottola, tras bastidores negocia lo contrario.
Señores, Maduro, el chavismo, el castrocomunismo son los culpables y causantes de la desgracia de un país lleno de riquezas naturales y humanas, empero, también una oposición que tiene 20 años actuando unos, simulando otros, debe responder. Maduro, aunque duela, recupera espacio. No lo subestimemos, no a él, sino a lo que lo rodea: China, Rusia e Irán.