La cultura de la gobernabilidad, por Fernando Pérez Barrios
La democracia en el país en la era contemporánea, vale decir, desde 1959, como sistema político que nos ha regido, le ha dado primordial énfasis a la realización de elecciones libres, amplias y transparentes, como principio fundamental de su funcionamiento, bajo el control de instituciones que las dirigen. Así transcurrieron los primeros 40 años, cumpliéndose ocho periodos constitucionales con los avatares y altibajos propios de una joven democracia, que se fue superando, alcanzando una relativa normalidad que al final de cada lapso pautado en la Carta Magna y ley electoral, se ha cumplido con la alternabilidad de los Poderes Ejecutivo, Regional y Municipal, durante toda esta etapa.
En esa continuidad eleccionaria que permitió sin interrupción cambios de gobiernos, desde el propio Estado, instituciones, dirigentes políticos, medios de comunicación, culturales, educativos y tantos otros, no han sido tan prolijos y efectivos en concientizar y promover, que la democracia no se sustenta solo en elecciones, ni en la libre expresión, que el sistema lleva implícito también unos valores y normas esenciales, como el respeto a la dignidad y libertad de la Sociedad, basado en el cumplimiento y ejecución de la ley, por el cual se rige la vida de la colectividad, la convivencia de la ciudadanía, ateniéndonos a los derechos y deberes que establece la misma.
Desde el punto de vista del desarrollo y progreso del país, no podemos negar los logros alcanzados en todas las facetas; largo seria enumerarlas, siendo del conocimiento de los venezolanos y el mundo. Pero si hay algo que no se ha cultivado, fomentado y practicado es la Cultura de la Gobernabilidad
Gobierno tras gobierno en su ejercicio y funciones gubernamentales, desde el nivel municipal al Ejecutivo nacional, han carecido u obviado el sentido de la gobernabilidad; a la prueba me remito, los problemas cotidianos, de menor envergadura, pero básicos y esenciales de las poblaciones, y a escala nacional siguen siendo los mismos por décadas, y esto sin señalar los últimos 20 anos de devastación planificada.
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El deterioro de los servicios públicos como suministro de agua y electrificación, carencia de insumo en hospitales y medicaturas, calles, avenidas y vialidad nacional agrietadas y mal asfaltadas, el servicio de Aseo Urbano deficiente, la basura en las calles, aceras resquebrajadas, falta de ornato en pueblos y ciudades, cementerios sin el cuido requerido, incumplimiento de las Ordenanzas municipales, en fin, funcionarios y gobernantes de dichas funciones, no se les exige responsabilidad, ni sanciona por la ineficacia y dejadez.
Son estas inoperancias las que se han mantenido permanentes en el devenir de las comunidades años tras años, sin que haya mantenimiento y continuidad administrativa, panorama que conforma la ausencia de una cultura de la gobernabilidad.