La destrucción, por Teodoro Petkoff
La reforma de la Constitución, aparte de constituir un fraude a ella misma y configurar un golpe de Estado con disfraz constitucional, puede ser considerada como un Plan de Destrucción de Venezuela. Si esa reforma llegara a ser aprobada definitivamente y se quisiera colocar la vida del país bajo su imperio, desarrollando su normativa mediante los decretos–ley que Chávez tiene en mente dictar a partir de la Ley Habilitante, el resultado será tremendamente destructivo. Venezuela sufriría los efectos de un bombazo nuclear.
La demolición del tramado institucional, sustituyéndolo por unas figuras vagas e indefinidas, de las cuales lo único cierto que emerge es una concentración total del poder político en el puño de Chávez, hará del Estado venezolano, un aparato aún más hipertrófico de lo que siempre fuera, muchísimo más ineficiente de lo que es hoy –lo cual no es poco decir–, en el cual la toma de decisiones y su aplicación se hará tan pesada y rígida que casi lo paralizará. La «destrucción del estado burgués», derivada de la reforma –que es seguramente la coartada ideológica que los Monederos y las Harneckers le venden a Chávez–, conduce inexorablemente a la creación de un una máquina estatal, invasiva y todopoderosa, pero ineficiente e incapaz de administrar la vida cotidiana del país, enredado en una burocracia kafkiana Además, supone la liquidación definitiva del «empoderamiento» del pueblo, que pasa a ser sujeto pasivo de su devenir. Sobre este asunto la experiencia histórica es más que elocuente.
Dentro de este marco jurídico e institucional, la economía y con ella la sociedad, será una víctima impepinable. La idea de un estado que administre desde Pdvsa hasta las variadas formas de propiedad social prefiguradas en la reforma (porque todas terminarán siendo estatales, como ya lo están siendo hoy las experiencias cooperativas y cogestionarias sobrevivientes), es absolutamente irracional, como irracional es la idea de que el comportamiento económico de ese amasijo de empresas que conformarán el capitalismo de estado puede ser planificado y dirigido desde una comisión central de planificación. El capitalismo de Estado se tragará hasta un barril de petróleo de 200 dólares.
Si encima de esto, se implementará un plan de hostigamiento permanente del primer empleador, que es el sector privado de la economía, sometido, además al capricho gubernamental, el resultado previsible es la ruina colectiva. La destrucción del país.
¿Demasiado apocalíptico? No hay que mirar muy atrás en la historia, ni muy lejos de nuestras costas, para percibir la gravedad de lo que nos amenaza.