La educación sexual integral desapareció de los contenidos del pénsum escolar
En un país donde las escuelas tienen horarios mosaicos en los que los alumnos asisten, con suerte, tres veces por semana, la educación sexual integral dejó de ser una prioridad, convirtiéndose así en otra de las materias pendientes en el sistema de educación venezolano
«La última vez que vimos un tema de educación sexual fue en sexto grado», cuenta Andrea (identidad reservada), una estudiante del segundo año de bachillerato de un liceo ubicado en Catia, en Caracas. Cuenta que «a duras penas» le han hablado de enfermedades de transmisión sexual y embarazo. Violencia de género, igualdad de género, prevención contra el abuso sexual o afines, son términos que nunca ha escuchado en su salón de clases.
Junto a sus compañeros, quienes ratifican la información que dice la estudiante, manifiesta que sus fuentes de información cuando desea saber de sexualidad, métodos anticonceptivos «o todas esas cosas de relaciones de pareja», son la internet y amistades. Sus compañeros hacen lo mismo. Recurrir a sus padres para aclarar sus dudas o pedir consejos no es una opción porque «a nuestros papás no les gusta hablar de eso».
El testimonio de Andrea y sus compañeros de clase no son aislados. En las escuelas públicas y privadas de Venezuela ya no es obligatorio tocar temas referentes a la salud sexual y reproductiva. Las que todavía los mantienen en su pensums, lo hablan de manera esporádica, a través de exposiciones, talleres que hacen por cuenta propia o por alianzas con alguna Organización No Gubernamental que les ayuda a tratar por encima algunos contenidos.
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Mercedes Muñoz, directora de Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa), asegura que en el país está establecido el derecho a la educación sexual con un enfoque integral en las leyes, pero la razón por la que tantas personas desconocen acerca de la existencia de este tipo de normas es debido a la «falta de políticas públicas que hagan que estas se cumplan».
Según el artículo 50 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y del Adolescente (Lopnna) «todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser informados y educados, de acuerdo a su desarrollo, en salud sexual y reproductiva para una conducta sexual y una maternidad y paternidad responsable, sana, voluntaria y sin riesgos».
Sin embargo, tal y como afirma Muñoz, no hay políticas públicas educativas que exijan a las escuelas hablar de ello e inclusive, hay quienes piensan que, por algún tipo de ley proveniente del Ministerio de Educación, hablar de educación sexual está prohibido.
La teoría
El 5 de febrero de 2021 se publicó una resolución en la Gaceta Oficial No. 42.063 que sería aplicada «a todas las áreas de atención pedagógica en todos los niveles y modalidades del subsistema de educación básica» con la finalidad de «ofrecer a los niños, niñas y adolescentes, jóvenes y adultos» los conocimientos que «les permitan desarrollar habilidades y estilos de vida saludables con una visión positiva de su sexualidad».
Dicha resolución define la salud sexual integral como «el proceso educativo que permite enseñar y aprender los aspectos cognitivos, emocionales, físicos y sociales de la sexualidad, para preparar a los niños, niñas y adolescentes, jóvenes, adultos con conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los empoderen para desarrollar su personalidad con bienestar y dignidad, atendiendo con propiedad sus relaciones sociales y sexuales, así como mantener una actitud respetuosa de las diversidades y ejerciendo sus derechos sexuales y derechos reproductivos a lo largo de la vida».
No obstante, los planteles que todavía hablan de educación sexual, lo hacen desde la parte biológica, es decir, contenidos relacionados con órganos reproductivos, métodos anticonceptivos y ciclos del embarazo.
Mercedes Muñoz, profesora de Orientación Psicoeducativa en Sexualidad en la Escuela de Psicología de la Universidad Central de Venezuela, explica que la salud sexual integral no se limita solo a los temas asociados a la reproductividad del ser humano. «Se deben abordar temas de derecho, machismo, roles de género, educar a los varones en cuanto a la no violencia y muchas otras cosas que no se están enseñando en las aulas», subraya. Agrega que esto debería enseñarse con maestros y maestras formadas en el área y con prácticas progresivas que muestren ejemplos de la vida diaria.
Carlos Trapani, coordinador general de Cecodap, asevera que el no formar a niños en estas temáticas los expone a riesgos. “La formación va asociada con la prevención, por lo que se debería hablar de violencia en el noviazgo, cómo manejar el tema del consentimiento y lo relacionamos con el abuso sexual, pero las escuelas tratan muy poco o nada estas temáticas», insiste.
«Aquí no se habla de eso»
Silvana Aguirre, madre de dos adolescentes, afirma que sus hijos nunca han visto temáticas relacionadas con educación sexual en sus salones de clases. Cuenta que las instituciones educativas de su comunidad ubicada en San Blas, Petare, tampoco permiten que las ONG que tienen interés, lo hagan.
«Dicen que no se puede por órdenes superiores. Según ellos las organizaciones les van a impartir otro tipo de enseñanza que no son educativas. La única que lo logró fue porque la charla era de bullying», menciona.
Aguirre ve con preocupación que los alumnos no tengan docentes orientadores a los que puedan acudir para preguntar dudas generales que «quizás por pena no les preguntan a sus padres. Tampoco se debería esperar a que los niños estén grandes. Desde los primeros años de primaria deberían enseñarles sobre prevención de embarazo, violencia, a conocer su cuerpo para que sepan cuidarlo y cuidarse a sí mismos; siempre acorde a la etapa, pero no esperar a que ya estén grandes», propone.
Carlos Trapani, coordinador general de Cecodap, reitera que el currículo nacional no se adecua a las realidades y a los nuevos requerimientos de los niños.
«Existe un rezago en temas, contenidos y enfoques como en el caso del tema de la sexualidad que no es priorizado». Agrega que esto aplica también para contenidos vinculados con tecnología, investigación e innovación.
A su juicio, otros tópicos como la diversidad sexual deberían trabajarse en las escuelas: «Pudiésemos o no estar de acuerdo, pero es una dinámica social que está ocurriendo y hay que informar a los niños y adolescentes de una forma adecuada y pedagógica para que entiendan que esto es algo que se van a encontrar. Y, en caso de necesitar asistencia especial, se hacen los enlaces para acompañarlos a ellos y sus familias».
Trapani destaca que existe una necesidad de información clara, oportuna y «pedagógicamente adaptada a las etapas de los niños para que puedan comprender de lo que se habla de una forma distorsionada y que permita entender el principio de no discriminación. Se puede estar de acuerdo o no con la orientación sexual de una persona, lo que no se tiene es el derecho a discriminarla, ofenderla y desconocer que solo por el hecho de ser persona tiene un valor intrínseco. En las escuelas se debería poder hablar de esto».
Sin embargo, no todas las instituciones educativas están abiertas a ello. Williams Costa, primer vicepresidente de la Asociación Venezolana de Escuelas Católicas (AVEC), expresa que en sus colegios sí se habla de sexualidad «pero enfocada desde los valores propios de la iglesia».
Expone que en su cronograma se discute acerca de la «importancia de tener un proyecto de vida, la sexualidad de forma integral, el valor de la castidad hasta que se llegue al matrimonio, el respeto a las diferencias entre hombre y mujer».
Suzany González, directora ejecutiva del Centro de Estudios de Derechos Sexuales y Reproductivos (Cedesex), afirma que en Venezuela existe un avance de los fundamentalismos religiosos que han implicado un obstáculo para que se dé la educación integral de la sexualidad «porque hay una gran manipulación con respecto a eso y se dice que esta va a modificar la orientación sexual de niños y niñas, que los hipersexualiza y les da información que no deben tener, cuando, por el contrario, está comprobado que previene abuso sexual y embarazos no intencionales en niños, niñas y adolescentes y les brinda herramientas para un desarrollo cognitivo, psicosocial y más óptimo que les permitirá tomar decisiones informadas y libres sobre su sexualidad».
Venezuela ocupa el primer lugar con la mayor tasa de embarazo adolescente en Latinoamérica, «con una tasa de fecundidad adolescente de 97,7 por cada 1.000 mujeres adolescentes entre 15 y 17 años».
Por otra parte, Mercedes Muñoz, activista por los Derechos Sexuales y Reproductivos, asegura que los padres no hablan con sus hijos con naturalidad de estos temas porque no se sienten capacitados. «Mientras tanto en las redes se mete la pornografía por todos lados y los niños que lo ven aprenden y consumen ese tipo de contenido machista, que cosifica a la mujer y tergiversan lo que son las relaciones sexuales en realidad. La pornografía se está convirtiendo en la educadora sexual debido a que los niños sienten que no tienen a quien preguntarle», advierte.
Sostiene que además de esto, el consumo de pornografía expone a los niños y niñas «a la posibilidad de ser víctimas de este mundo. Es un campo de riesgo del que nadie se ocupa».
«No hay quien lo enseñe»
«En las universidades que enseñan educación no hay ni siquiera una materia obligatoria sobre el tema de educación sexual», subraya Juan José Ponce, docente y actual Secretario General del Sindicato Venezolano de Maestros.
«Trabajé en una que hacía mención al tema cuando hablaba de Freud y en el caso del Pedagógico de Caracas hay es una mención de ciencias naturales y la psicología del desarrollo, del resto, nada», dice.
Con él concuerda la directora de Avesa, quien a su vez afirma que actualmente no existen materias obligatorias en otras carreras que enseñen sobre educación sexual integral. Tampoco maestrías, doctorados, ni ningún tipo de especialización dentro de las universidades.
Indica que algunas organizaciones «hacen lo que pueden» y desarrollan manuales y forman educadores que reproducen lo que aprenden, «con la mejor intención, pero no hay un acompañamiento, ni un apoyo sostenido», por lo que el paso por este tipo de contenido es muy puntual y esporádico.
Muñoz insiste en la importancia de hacer una agenda educativa nacional de educación que garantice a los niños y niñas una vida libre de violencia.
Subraya la importancia de educar especialmente a los niños con «valores distintos» a los impuestos por la sociedad machista que les enseña frases como «cualquier hueco es trinchera, que si no has estado con 25 no eres macho, que debe seguir adelante, aunque las mujeres digan que no; todo eso hay que transformarlo de raíz».
«En las escuelas se tiende a reproducir el modelo que conocemos hasta ahora que es un modelo sumamente machista e injusto. Eso tiene resultados en los problemas que estamos viviendo», dice.
Dahis López, directora del Colegio Cuyagua de educación inicial y básica, ubicado en la zona colonial de Petare, recalca que el país tiene una realidad, por lo que «la única manera de trabajarla desde la prevención y el conocimiento. Esa es la clave de todo».
Es por eso que en la institución que dirige, los alumnos desde su etapa inicial reciben educación sexual. «Obviamente nos regimos por el pensum educativo, pero hemos hecho adecuaciones adaptadas a la realidad y a los niños y niñas de hoy. Si un niño está siendo violentado, pero no lo sabe, no podrá comunicarlo, por eso a los más pequeños les enseñamos los nombres de sus partes íntimas y que nadie debe tocarlas», dice.
Además de las charlas y actividades continuas con aspectos relacionados a la educación sexual integral, López sostiene que la confianza entre educadores y alumnos es algo que siempre tratan de fortalecer para que estos puedan acudir a ellos ante cualquier problema en sus hogares o comunidad.
¿Existió alguna vez en Venezuela?
«En Venezuela nunca ha habido educación sexual realmente efectiva en nuestras aulas de clase», expone Suzany González, activista por los DDHH de las mujeres y acompañante de mujeres sobrevivientes de violencias basadas en género.
Señala que anteriormente existían contenidos en el currículo escolar, tales como puericultura «o algunos elementos muy biologicistas o asociados a la educación cívica y convivencia, en donde lo que se hacía era reforzar los roles y estereotipos de género, pero educación sexual como se entiende hoy en día que es una educación sexual integral con un enfoque de derechos, amplio, no discriminatorio, nunca se ha dado en Venezuela».
González expone que desde 2017 existen iniciativas orientadas a desarrollar este tipo de educación sexual integral, pero hasta la fecha no se ha dado de manera efectiva en las aulas: «Hay orientaciones pedagógicas para la educación integral de la sexualidad en donde se deja claro que es una prioridad y cuáles son los contenidos que se deben dar en nivel de educación inicial, maternal y preescolar y así sucesivamente, con enfoque de derechos humanos».
Pese a esto, indica que las iniciativas se han quedado en el papel porque «poco se está implementando en las escuelas debido a la crisis del sistema educativo en la que se están priorizando otra áreas».
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