La emergencia humanitaria crece, por Gregorio Salazar
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Foto: Siempre Venezuela
Ya va más de una década sin que la emergencia humanitaria haya cesado en Venezuela. No hay piruetas propagandísticas ni cerco mediático que puedan ocultarla, puesto que la ciudadanía la palpa, la padece en su propia cotidianidad y hace esfuerzos por enfrentarla y sobrevivir a ella. Cuando se convence de que eso no es posible en el suelo donde vino al mundo, no le queda más opción que marcharse a otras latitudes.
Tal vez a los voceros oficiales les baste con solazarse en sus propias fantasías sobre la economía venezolana, según ellos siempre a las puertas de un gran salto. Pero no puede servirse de algún indicador que demuestre que ha aliviado las carencias que sufre la gran mayoría de los venezolanos en materia de alimentación, servicios de agua potable, electricidad o salud, por no referirnos a otros derechos fundamentales. Todo lo contrario.
La opacidad del Estado venezolano en materia de información sobre áreas de interés individual o colectivo rompe cualquier parámetro técnico o racional. Ya en el pasado el propio Banco Central abandonó esa responsabilidad legal y omitió ofrecer datos tan básicos y fundamentales como, por ejemplo, el índice de precios al consumidor. Hoy no se sabe a ciencia cierta ni cuánto es el monto de los recursos que maneja con irrefrenable discrecionalidad el Ejecutivo –o lo que hace sus veces– sin rendir cuentas.
Pese a eso, organizaciones de la sociedad civil como centros de estudios, fundaciones, gremios y principalmente organizaciones no gubernamentales, han mantenido perseverantes esfuerzos para adentrarse en la cruda realidad que vive el pueblo venezolano y ofrecer datos estadísticos confiables, donde ponen de relieve aquellas áreas poblaciones que ameritan con urgencia medidas, asistencia, protección, políticas urgentes.
En esa labor de monitoreo de la crisis socioeconómica en Venezuela, Humen, una plataforma de información integrada por varias organizaciones no gubernamentales, acaba de presentar su cuarta medición, especificando grados de severidad sobre la Emergencia Humanitaria Compleja para el período Marzo 2022-Noviembre 2023.
Con un proceso metodológico de gran rigurosidad, de nuevo se recolectaron datos primarios mediante una encuesta que llegó a once mil hogares de veinte estados del país en agosto de 2023, lo que dio una muestra estadística representativa a nivel nacional. Han publicado cuarenta y nueve tablas de indicadores que además permiten la comparación con las mediciones de 2020, 2021 y 2022.
Vale la pena repasar algunos indicadores, sobre todo el de las condiciones de vida de los venezolanos en el año 24 del siglo XXI. El 69,6 % se encontraba en pobreza multidimensional con un nivel medio de ingresos que representaba apenas el 12, 8 % de la canasta de bienes y servicios básicos y el 68,2 % enfrentaba déficits de servicios públicos. El déficit de ingresos para comprar una canasta básica de alimentos llegó a 72,4 %.
Dice textualmente el informe de Humen: «Más del 40 % de los hogares utilizó varias estrategias para conseguir alimentos, en las que se extenuaron medios de vida, se redujeron otros gastos esenciales y se sacrificaron activos productivos. Pero eso no fue suficiente en el 41, 9 % de la población para la cual los alimentos fueron escasos, 2, 7% disminuyó el número de comidas diarias y 22, 8 % llegó a quedarse sin alimentos». La inseguridad alimentaria, se señala, subió a 45, 8%.
Con base en estimaciones internacionales y propias, se calcula que son 8,9 millones de venezolanos los que se han desplazado desde el 2015, lo cual incluye movilización interna. También aumentó de 8,0 % a 13,4 % el porcentaje de personas con intención de emigrar.
Otros datos acuciantes: El 86 % debió satisfacer sus necesidades de agua mediante fuentes alternativas. Alrededor de 87,8 % de las personas depende del sistema sanitario público, pero aproximadamente el 72,4 % que acudió a él no encontró atención y 69, 9% perdió servicios por reportarse inoperativos.
Una cifra lacerante es la referida a la educación básica. El 18 % de niños y adolescentes de 3 a 17 años estaba fuera del sistema educativo. Mientras más baja es la edad, más alta es la no asistencia a la escuela. La asistencia irregular subió a 51,6 %. Las escuelas privadas se han ido reduciendo. El informe abunda en cifras dramáticas que dicen del futuro que aguarda a niños y jóvenes y por tanto al propio país.
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Será titánica la lucha para sacar a Venezuela de este saldo en rojo después de 25 años de la delirante ruta del Socialismo del Siglo XXI. Un cuarto de siglo en el cual no solamente quienes aún gobiernan desperdiciaron una oportunidad histórica, con ingentes recursos y sobrado poder político, para transformar al país, sino que retrocedimos en los aspectos clave de toda sociedad. Aunque no lo quieran reconocer. Aunque persigan a aquellos que se lo digan.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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