La estrategia… La estrategia, por Gonzalo González

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Luego de conocidos los resultados de «la elección» del 25 de mayo, algunos dirigentes políticos, opinantes, periodistas y ciudadanos comunes han exigido que se informe públicamente cuál es la estrategia propuesta para oponerse al régimen por quienes convocaron a no acudir a los centros de votación. Exigencia, en la cual, por cierto, convergen diversos intereses y motivaciones.
Al respecto, consideramos conveniente comenzar aclarando algunas cosas: Toda política para ser eficaz en la consecución de sus objetivos requiere de una estrategia acorde con un diagnóstico acertado del contexto en el cual se actúa, de todos los escenarios posibles a desarrollarse y de otros aspectos concurrentes. Atinar en su ejecución en el manejo de los tiempos, acciones e instrumentos que propicien su concreción.
La estrategia es un activo valioso y clave en toda acción política de envergadura. Suele manejarse con discreción – cuando no secretamente – para no poner de sobre aviso al competidor o adversario; darla a conocer públicamente o no resguardarla de la manera conveniente puede abortarla o limitar seriamente su eficacia. Ese manejo discreto conviene y opera en la lucha en regímenes abiertos y más aún en los cerrados. No recuerdo, por ejemplo, que en ninguna de las campañas electorales en tiempos democráticos – momentos cumbres y críticos de competencia política – las estrategias fuesen comunicadas públicamente. Una cosa es que se exija que la haya, otra que se comunique abiertamente.
Por tanto, hacer esa exigencia en un contexto dictatorial como el presente – con todo lo que eso significa y supone– trasciende de la frivolidad a lo escasamente responsable. Pareciera que algunos no han percibido o interiorizado en su real magnitud el cambio de calidad regresivo que supuso el fraude o priorizan agendas particulares.
Lo anterior no invalida la posibilidad de que una eficaz labor de inteligencia de los adversarios o que la perspicacia y capacidad de observación y de análisis de un observador cualquiera pueda develarla. En todo caso, la obligación de quien decidió aplicar tal o cual estrategia es la discreción sobre sus fundamentos y todo lo referente a su puesta en escena.
Lo justo y pertinente es exigir a la dirigencia democrática un posicionamiento acorde con lo sucedido el 28 de julio y con la nueva realidad emergente, en la cual el ejercicio de cualquier clase de disidencia con el régimen está criminalizado. Decidir un objetivo claro que no puede ser otro que el desplazamiento del poder de quienes hoy lo tienen secuestrado.
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Acompañarlo con una estrategia pertinente y consecuente que propicie la consecución del objetivo propuesto. En otras palabras, si estuviéramos en democracia el cambio de gobierno debe procurarse y hacerse por la vía electoral; pero si se está en un régimen más que autoritario, decididamente dictatorial como el chavista son el contexto, las condiciones objetivas y subjetivas presentes lo que debe determinar la estrategia.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
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