La ética como sinergia de valores y principios, por Oscar Bastidas Delgado
Como toda actividad humana, constituir y poner en marcha organizaciones implica la aplicación de valores por quienes las constituyen. Ellos surgen, se aplican, con cierto orden, sucediéndose unos a otros de manera no lineal, nutriéndose mutuamente y generando otros a manera de sucesión yendo desde el más sencillo o Individualismo al más complejo o solidaridad, cada valor generado contiene los anteriores.
Los valores de unos pueden ser rechazados por otros, por ejemplo, mientras países del norte de África discuten qué es la democracia y cómo aplicarla, posiblemente limitándola solo a quienes tienen bienes de fortuna o solo a hombres, en la amplia mayoría de los países iberoamericanos y en los movimientos cooperativista y mutualistas, el principio de «un ciudadano un voto» permite aplicar de manera precisa ese valor.
Valores y principios son pautas de conducta adquiridas a lo largo de la vida de las personas, grupos humanos, organizaciones y sociedades por influencias familiares, escolares, religiosas, políticas, económicas u otras, que permiten discernir entre cuales límites actuar ante determinados sucesos. Los primeros son como rieles de un tren con límites a derecha e izquierda para evitar descarrilamientos concediendo límites a quienes los poseen, los segundos son síntesis de los valores, explicaciones resumidas de ellos que facilitan su aplicación, son las locomotoras que facilitan la comprensión y aplicación de los valores.
La ética como palabra proviene del latín ethĭcus éste a su vez de «êthicos» del griego antiguo. Se asimila a la idea de «êthos» como «carácter» y no como «costumbre»; gracias a ella una persona discierne a propósito de cómo actuar ante determinada situación con base en preceptos acumulados a lo largo de la vida, preceptos que se convierten en valores que emergerán oportunamente dependiendo de la situación enfrentada a manera de rieles que limitan el respectivo valor trazando rutas de acción.
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Dicho lo anterior, la ética puede presentarse como la sinergia Valores/Principios poseídos y practicados por las personas individualmente y también de las organizaciones. Los valores tienen su aposento en la mente de cada persona y la impulsa a poner carácter en lo que libremente y por convicción cree que debe hacer. Para que ella exista sus valores y principios deben difundirse y aplicarse.
La consecuencia lógica de poseer determinada ética es desear que otros la compartan, es por ello por lo que los primeros valores de toda organización son los de sus fundadores, quienes tiendan a transmitirlos a sus colaboradores.
Con el tiempo llegan generaciones de relevo, cambian los valores y por lo tanto la ética. Ello explica porque los valores y principios cooperativos han cambiado a lo largo del tiempo.
Un término confundido permanentemente con el de ética es el de moral, la diferencia radica en el origen del que emanan, por moral puede entenderse el conjunto de valores y reglas tales como prohibiciones y tabúes que proceden de la sociedad hacia el humano, inculcados o impuestos por la política, las costumbres sociales, la religión o las ideologías u otras fuentes, mientras que la ética surge del interior de las personas, surgen por sus interrogantes ante el qué hacer y cómo comportarse en la vida buscando el estar bien consigo mismo.
Existen valores socialmente extendidos. Son reflejo de condiciones humanas en contextos locales determinados; sin embargo, en la medida en que las relaciones humanas han trascendido el localismo se observa la fragilidad de esos valores y la necesidad de adaptarlos lo que obliga a reflexionar acerca de la necesidad de capacitar en ética conectando esa capacitación con la cultura, procesos y herramientas decisionales en lo social y lo organizacional. Los valores y principios cooperativos son extendidos a nivel planetario.
La ética forma parte de lo intrínseco, de lo estructural. La consecuencia lógica de poseer determinada ética es aplicarlos en lo cotidiano y desear que otros la compartan, es por ello que los fundadores de una organización la transmiten y tienden a relacionarse con organizaciones que la compartan; lógicamente, con el tiempo cambian las personas, cambian los valores y por lo tanto la ética.
Ante un problema, un afectado puede tomar conciencia de la necesidad de enfrentarlo y actuar en consecuencia, su primera reflexión es individual y el valor que surge es el de la Autoayuda o prestarse apoyo a sí mismo para superarla. Como situaciones de absoluta soledad como la de Robinson Crusoe son casi inexistentes, puede afirmarse que toda actividad humana, exitosa o no, contiene este valor pero serán en las condiciones intrínsecas, propias, del proyecto emprendido donde se encontrarán las razones de sus éxitos.
Es así como de la autoayuda debe entonces pasar necesariamente a aceptar colaboraciones y de este valor subir un peldaño adicional hasta la Ayuda Mutua que reconoce la existencia de otros como necesarios, y luego continuar hacia el Asociacionismo, el Mutualismo, el Cooperativismo y la Solidaridad.
Oscar Bastidas es cooperativista, consultor y facilitador en Emprendimiento Asociativo y Microempresas.
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