La fuerza laboral venezolana envejece, continúa siendo informal y excluye a las mujeres
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Un estudio del Instituto de Estudios Superiores de Administración junto al Banco Interamericano de Desarrollo muestra que la población económicamente activa se ha reducido en los últimos años, pero además la economía pasó de ser manufacturera a una de emprendimiento quedando con limitaciones para ofrecer empleos formales
La población económicamente activa en Venezuela (PEA) ha envejecido, debido a la fuga de talentos que deja la migración masiva de los últimos años. El mercado laboral también tiene otros desafíos como la exclusión de las mujeres y la reducción del tejido empresarial.
Un estudio del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) basado en microdatos de la Encovi desde 2014 hasta 2021, junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) muestra cómo se ha transformado la PEA en ese periodo analizado. Los datos están disponibles hasta 2021, sin embargo, el estudio fue elaborado en agosto de 2024.
Uno de los hallazgos relevantes tiene que ver con la reducción de la población económicamente activa en mayores de 15 años, quiere decir, aquellos residentes en el país que están buscando trabajo o que tienen trabajo, la cual se redujo en más de dos millones de personas. Además, la migración de los últimos años ha transformado la composición etaria de la PEA, con una disminución del 7,5% en el grupo de 25-39 años y un aumento del 6,39% en el grupo de 40-59 años, que resulta en un envejecimiento de la fuerza laboral.
A juicio del politólogo Víctor Carrillo, uno de los investigadores, esto representa un problema mayor, que no es resuelto ni siquiera con las políticas públicas adecuadas. “El problema es mayor y requiere de un plan económico, hoy contamos con menos personas, entonces ¿tenemos el capital humano para despegar? no necesariamente y eso significa un problema”, sostiene.
Carrillo también explicó a TalCual que el tejido empresarial en Venezuela se redujo drásticamente entre 2015 y 2021. Por ejemplo, el sector de la manufactura tuvo una reducción del empleo del 80%, que se traduce en 700.000 empleos menos.
En el caso de la construcción comenta que los empleos en ese mismo periodo se redujeron en 350.000. “Entre 2014 y 2021 las empresas que más se redujeron fueron las que empleaban a más de 100 personas, estas tenían un tamaño de 12% y pasaron a ser 4%”, dice. En total se perdieron unos dos millones de empleos.
El sector que perdió más trabajadores fue el de la administración pública con 1.074.000 trabajadores. El investigador recuerda que un gerente en la estatal Petróleos de Venezuela llegó a ganar por ejemplo apenas 30 dólares, lo que ha llevado a la mayoría a dedicarse a actividades informales.
El especialista añade que las empresas que más crecieron en ese lapso fueron las que empleaban a una persona. “Pasamos de una economía industrial y manufacturera a una economía del emprendimiento. Se redujo el volumen de personas que emplea cada empresa”, apunta el académico quien es coordinador del Centro de Políticas Públicas del IESA.
Para muchas personas de la tercera edad jubilarse no es opción en un país donde las pensiones son de menos de dos dólares y medio al mes, así que quienes formaban parte de los inactivos también han vuelto a las labores. Como es el caso de Iraima Medina, una mujer de 72 años, quien trabaja actualmente en una farmacia cuatro horas diarias.
“Hace tres años yo me retiré del trabajo porque tenía que laborar ocho horas y ya para mí no era posible porque tengo problemas de cadera. Volví al trabajo, pero menos horas para no estar inactiva y también por temas económicos”, dice Iraima.
Para la mujer de la tercera edad las condiciones laborales que ofrece el país para esta población son “muy precarias”. “Con una pensión de 130 bolívares es imposible que una persona se mantenga, entonces hay que seguir trabajando si no quiere morirse de mengua”, reprocha.
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La informalidad no se detiene
Los niveles de personas empleadas en el sector informal llegaron a su pico más alto en 2021, para entonces 51% pertenecía a este sector y por primera vez el trabajo informal superó al formal.
Una de las causas es que el trabajo informal se caracteriza por su precariedad, afecta los patrones de consumo y debilita la economía. La caída del sector formal, especialmente en industrias como la manufactura y la construcción, ha contribuido a este aumento.
Una muestra de ello es que el tejido empresarial venezolano se caracteriza por la predominancia de microempresas (1-4 personas) y la disminución de empresas de mayor tamaño (100+ personas). Los sectores en crecimiento son principalmente servicios informales como reparaciones, limpieza y peluquerías.
Alberto es una de esas personas que entró en el mercado informal hace 10 años, pero también es un hombre de la tercera edad con 73 años, quien debido a la situación económica tuvo que volver a trabajar, pese a estar jubilado por haber sido conductor en varias empresas.
“Trabajar en economía informal es muy difícil, no es fácil, más para una persona en la tercera edad. Es como volver a nacer otra vez, pero en diferentes condiciones de vida y lo único satisfactorio es que gracias a que tengo salud puedo hacer el día a día para mantener a la familia”, cuenta a TalCual.
Alberto comenta que vender café y chucherías en la calle es un trabajo digno, pero también muy difícil, pues lidian con el maltrato de las tiendas y también de la policía, entre esos episodios, está que le han quitado la mercancía o se la han pateado. “Yo he perdido como ocho o nueve termos de café, tampoco se puede tener un puesto muy grande porque tienes que pagar, es difícil”, dice.
Menos mujeres en la fuerza laboral
Otro problema es la exclusión de las mujeres en el mercado laboral. La población de mujeres económicamente activa pasó de 4,7 millones en 2014 a 3,5 millones en 2021, una caída del 25%, pero la realidad es peor cuando se compara la tasa de participación con países de la región.
Venezuela tiene los niveles más bajos (25%). Por ejemplo, Perú cuenta con 35%, Bolivia con 34% y El Salvador con 25%. “Si tomo una fotografía vemos que en Venezuela hay una dificultad de integración de la mujer en el mercado laboral, incluso en países con economías similares”, dice Carrillo.
Uno de los factores que ha contribuido a ello es la destrucción progresiva de la red de apoyo a la mujer, por ejemplo, han desaparecido las políticas con enfoque de género, menos guarderías de cuidado diario, a algunas les toca doble turnos, quienes tienen hijos en edad escolar no tienen donde dejarlos. “Muchas mujeres declaraban que no tenían quién les cuidaba a los chamos, ahí hay un trabajo que hacer, la exclusión es precisamente por la falta de redes de apoyo”, indica.
Entre las recomendaciones a las empresas está desarrollar programas de responsabilidad social en áreas como alimentación, educación, cuidado diario y transporte para apoyar la reincorporación de las mujeres al mercado laboral. Asimismo, con relación al envejecimiento de la fuerza laboral está la oportunidad de diseñar seguros para grupos de alto riesgo y ofrecer soluciones de financiamiento, así como planes de retiro.
Ángeles tiene 21 años y trabaja desde los 18, la mayoría de sus empleos ha sido en tiendas, sin embargo, el año pasado buscó en oficinas para cambiar un poco, pero no encontró, está convencida de que se debió a que era mujer, pues en uno de los tantos lugares donde metió currículo supo que le dieron el empleo a un chico.
“El año pasado se me complicó muchísimo encontrar empleo porque piden como mucha experiencia y buscan más del género masculino. Sin mentir duré ocho meses sin trabajar. Y no debería ser porque nosotras podemos trabajar en cualquier cosa”, dice.
Osiris tiene 33 años y trabaja actualmente en una perfumería, entre las limitaciones que más ha conseguido en el mercado laboral es la de la edad, en ese sentido, cuenta que muchos locales solo emplean a personas de entre 18 y 24 años.
“No creo en esas cosas limitantes entre el hombre y la mujer, porque nosotras aquí somos cuatro mujeres y cargamos cajas, llenamos cajas, galoneamos, ¿qué diferencia hay? En esos trabajos de carga pesada sí es entendible, pero en el resto no”, sostiene.
La mujer también menciona que en establecimientos de personas asiáticas nunca ha encontrado oportunidades. “Aquí en Venezuela piden personal masculino y no creen en el trabajo laboral de la mujer, porque he visto hasta en las barras atendiendo personal masculino, cosas que lo puede hacer una mujer. Lo otro es la edad, en esos lugares solo aceptan personas que tengan 25 años”.
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