La gerencia cultural, por Rafael A. Sanabria M.
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En el ámbito administrativo se suele utilizar el término patrimonio cultural y también se hace referencia al patrimonio histórico, ambos términos pueden considerarse sinónimos: ¿la historia no es cultura? ¿Y la cultura no construye la historia de los pueblos?
La cultura se refiere a la identidad de la sociedad a partir de sus manifestaciones (idiomas, expresiones, fiestas, tradiciones, etc.). La historia de un pueblo es el pasado de éste a partir de su cultura, de una tradición heredada y de una identidad común o compartida por un conjunto de personas. Cultura e historia no es lo mismo, aunque tanto tienen en común.
La gestión cultural proporciona herramientas para el impulso cultural, para rescatar, promover e impulsar las diferentes expresiones culturales.
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Los gestores culturales se encargan de teatros, orquestas, salas de conciertos, galerías de arte o centros de arte. Su trabajo consiste en hacer de enlace con los directores y demás organizadores de la sede. Algunos también tienen responsabilidades financieras de administrar el presupuesto para el área.
Gran capacidad organizativa, conocimientos amplios sobre arte y cultura, excelentes habilidades comunicativas, imparciales, objetivas, capacidad de liderazgo no partidistas y trabajo en equipo.
Un director de cultura debe tener claro que la cultura no es solo hacer eventos sino difundir las expresiones artísticas que se convertirán en elementos de crecimiento económico, de vida intelectual, afectiva, moral y espiritual.
El director de cultura debe ser un profesional que con seriedad diseñe, planifique, organice, dirija, gestione y evalúe el desarrollo de actividades y eventos culturales, tanto de ocio y recreo, como educativos, formativos, de carácter socializador y de encuentros.
La expresión «profesional hacedor de cultura» significa que es alguien que se ha dedicado por sí, durante años, a las más altas expresiones de la condición humana a través de las bellas artes, las ciencias o las humanidades, no es un simple peón de intereses mercantiles o de grupos extraños a los quehaceres culturales.
Es alguien que entiende que la cultura es un conjunto de actividades enaltecedoras del ser humano no que degraden la condición de las personas o la intelectualidad, que su norte se asiente en los principios universales de la vida y la belleza, no que degraden éstas, sustituyendo la música verdadera por espectáculos denigrantes de burla de la condición femenina y de la familia, o por cuestiones etarias o de raza, o sustituir la buena literatura por expresiones escritas más vulgares o que se convierta en instrumento de deterioro subjetivo de la condición de humana, especialmente de la mujer, promoviendo lo femenino como simple concurso mercantil de ganado.
La gerencia cultural debe buscar enaltecer las más altas manifestaciones que hacen del ser humano superior al resto el reino animal. Porque la promoción cultural se centra en las ideas, la imaginación y el amor a la belleza, no en gritar eslóganes ajenos, enseñar maquillaje o formar grupos de exclusión. La promoción cultural debe ser universal para los ciudadanos, por lo tanto, debe excluir parcializarse en aquello que divide a la población en lo religioso, político o hasta lo histórico.
Una dirección de cultura debe abordar el ámbito comunitario concibiendo la cultura como creadora de identidad, como generadora de inclusión social, como aglutinadora y catalizadora de diversidad, como generadora de especificidades locales, propiciadora de redes sociales, promotora de participación y es central en la estrategia integral de desarrollo local.
Ya basta de tener gestores culturales de nombramientos por cuotas políticas, amiguismo y hasta para rellenar un vacío, sin entender que la gestión cultural es el conjunto de acciones destinadas a facilitar, promover, estimular, conservar y difundir las diferentes actividades y manifestaciones culturales en condiciones de libertad, orientadas a fomentar el ejercicio de derechos, el acceso a oportunidades y el mejoramiento de los contextos socio-culturales.
La cultura es fuerza viva, creativa y colectiva del país; que les aporta sentido y contenido a las prácticas sociales y a las obras materiales y simbólicas que se construyen y debe ofrecer un amplio abanico de posibilidades y capacidades para impulsar la transformación integral de la sociedad.
No es contradictorio decir que la promoción cultural debe ser, a la vez, universal y local, actual y de toda la vida, de sectores y de todos, de lo más sencillos y de las más elaboradas, pero nunca como instrumento de fines ajenos a la elevación de la razón y el orgullo por la honestidad y las altas miras.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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