La gran mentira del «crimen migrante» en las elecciones norteamericanas
Autor: Karina Quintanilha
El tema migratorio es un debate central en las elecciones estadounidenses de este año. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la zona fronteriza entre México y EUA forma el mayor corredor migratorio y es la ruta de migración terrestre más letal del mundo en la actualidad. Las cifras oficiales muestran que América Latina y el Caribe son las principales regiones de origen de los migrantes que viajan a EUA, donde se calcula que viven 47 millones de migrantes, incluidas personas en situación de refugio.
Si bien la migración ha cobrado cada vez más importancia en las campañas presidenciales estadounidenses, también existe una creciente fabricación sistemática de desinformación para confundir y dividir a la sociedad, especialmente con el objetivo de discriminar a los trabajadores migrantes indocumentados y a sus familias.
En este contexto podemos analizar la estrategia electoral promovida públicamente por sectores de los medios de comunicación y representantes políticos para construir la falsa idea de que los migrantes son los responsables del aumento de la «delincuencia».
El uso de esta estrategia electoral ha sido una pieza central en las campañas de los partidos de extrema derecha no sólo en EUA, sino también en Europa (por ejemplo, el partido de Le Pen en Francia; el partido Fratelli d’Italia que eligió a Giorgia Meloni; el partido Vox en España; el partido Chega en Portugal).
Durante las convenciones del partido republicano, Donald Trump trata repetidamente de convencer a los votantes de la falsa idea de que la entrada de inmigrantes indocumentados está relacionada con un aumento de la violencia en los principales centros urbanos del país. Como solución, Trump y su partido insisten en construir un muro «pagado por los mexicanos» y una política de tolerancia cero para prohibir, criminalizar y deportar a millones de migrantes.
La gran mentira del «crimen migrante» y sus efectos
El 18 de julio, The New York Times publicó el artículo «The myth of migrant crime», con datos e información que demuestran la falsa asociación entre el aumento de la inmigración y la delincuencia. Según el artículo, fue el actual candidato republicano quien acuñó el término «crimen migrante», repetido en los mítines de su campaña a la Casa Blanca.
La idea de la delincuencia migrante se basa en una tesis falsa y xenófoba, es decir, en una mentira que pretende construir la idea de los migrantes como «personas peligrosas», una estrategia utilizada por las élites dominantes desde el periodo colonial para reprimir y arrebatar derechos a las poblaciones no blancas marginadas y racializadas.
Una estrategia similar se empleó a principios del siglo XX durante el ascenso de los nazis y los fascistas en Europa. Mediante la propagación de mitos antisemitas, lo que Adolf Hitler describió como la «gran mentira», se convenció a la sociedad alemana de que los judíos eran responsables de la derrota en la Primera Guerra Mundial y de la crisis económica, que culminó en el Holocausto, que afectó a judíos, homosexuales y personas no blancas racializadas.
A pesar de tener lugar en contextos históricos diferentes, existen importantes paralelismos en la forma en que los grupos de extrema derecha operan la desinformación de masas, ayer y hoy. Incluso minutos antes del atentado de Pensilvania del 13 de junio, Trump, que ya había acusado a los inmigrantes de «envenenar la sangre del país», pronunciaba un discurso de odio contra los inmigrantes.
Sin embargo, no se trata sólo de un discurso para movilizar a los supremacistas blancos y a los llamados nativistas. En el plano ideológico, la propuesta gubernamental aprobada por la campaña republicana aboga por la «mayor deportación masiva de la historia de EUA»: hasta 20 millones de indocumentados a partir de 2025, que se haría con la ayuda de las Fuerzas Armadas.
Los efectos de estos discursos y políticas de odio son ya bien conocidos y documentados. Además de rutas mortíferas, provocan detenciones arbitrarias masivas -incluso de niños separados de sus familias-, cifras récord de desapariciones y muertes en las fronteras (especialmente en rutas como el tapón de Darién en Panamá), torturas, violaciones, especialmente de mujeres y niños, y también desencadenan nuevas rutas de reclutamiento para mano de obra esclava y tráfico de personas.
*Lea tambien: Deportación de brasileños: una tragedia silenciosa, por Gustavo Dias
La fabricación de mentiras que sitúan a la migración como chivo expiatorio de los males sociales pretende tergiversar el hecho de que la mano de obra migrante en EUA contribuye decisivamente al crecimiento de la economía, especialmente en sectores como la agricultura, la construcción, la sanidad, la tecnología y los servicios.
Entre las poblaciones migrantes que arriesgan sus vidas en busca de mejores condiciones socioeconómicas en EUA -procedentes no sólo de América Latina y el Caribe, sino también de países de Asia, Oriente Medio y África-, la presencia de mujeres y niños es cada vez más frecuente. El reciente documental «Lo que se queda en el camino», premiado internacionalmente, es un impactante registro de la presencia masiva de mujeres y niños en las llamadas «Caravanas de Migrantes».
Para quienes logran ingresar al país por la vía indocumentada, el destino es la absorción en los trabajos más precarios (aquellos que los locales no quieren hacer), altamente rentables para los empleadores y el Estado, ya que se trata de trabajo «sin ningún derecho».
Aunque representan una parte fundamental de la economía, no tienen derecho a voto, y EUA invierte cada vez más en la militarización y externalización de las fronteras, dificultando la regularización de la migración e incluso las solicitudes de refugio. Al mismo tiempo, las fuerzas políticas impulsan la desinformación y el discurso de odio contra los inmigrantes que tiene el potencial de causar daños catastróficos a la sociedad, como hemos podido comprobar en acontecimientos críticos de la historia y recientemente en el Reino Unido.
En este contexto, los medios de comunicación y los grupos políticos que defienden la democracia desempeñan un papel vital a la hora de combatir la desinformación y cualificar el debate sobre cuestiones sociales y políticas, especialmente las relacionadas con las causas estructurales de la migración, las guerras y las desigualdades que impulsan la mayoría de los desplazamientos, causas en las que la política estadounidense tiene una importante responsabilidad. Mientras se sigue culpando injustamente a la migración de los males sociales, la profundización del debate migratorio en la actual contienda electoral estadounidense, ahora con Kamala Harris como figura central, será crucial no sólo para los migrantes, sino también para las disputas geopolíticas en torno a las fronteras y las movilidades globales.
Karina Quintanilha es abogada especializada en migración y refugio, doctora en Sociología por la UNICAMP y becaria Print-Capes en la Università Ca’Foscari di Venezia (Italia). Es investigadora colaboradora del Departamento de Sociología de la Universidad de São Paulo (USP) y cofundadora del Foro Internacional Fronteiras Cruzadas.
www.latinoamerica21.com, un medio plural comprometido con la divulgación de información crítica y veraz sobre América Latina.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo.