La guerra comercial chino norteamericana, por Sergio Arancibia
Autor: Sergio Arancibia
El mundo mira estupefacto lo que se ha pasado a denominar la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Ante la decisión de Estados Unidos de subir los aranceles al acero y al aluminio, los chinos han respondido incrementando los aranceles a un grupo de más de cien productos provenientes de Estados Unidos.
Si Estados Unidos no es capaz de producir todo el acero que necesita, tendrá que seguir importándolo, aun cuando incremente un poco su producción interna. Y lo importará desde los países que son más eficientes en la producción correspondiente. Es decir, de China. El incremento de los aranceles incrementará el precio interno del acero y del aluminio, y se incrementará la producción interna, reduciéndose el nivel de las importaciones correspondientes. Pero las menores importaciones no afectarán a los grandes productores –China entre ellos– que seguirán vendiendo con o sin aranceles. Los grandes afectados serán los productores más pequeños y menos eficientes, que salen al mercado internacional con un producto un poco más caro. Por lo tanto, desde un punto de vista estrictamente cuantitativo –ventas más, o ventas menos– el gran perjudicado no será China, sino los otros productores mundiales menos eficientes.
Si China pone aranceles a ciertos productos agrícolas provenientes de Estados Unidos, eso incrementará el precio interno de esos productos dentro de China, y muchos productores mundiales de frutas y alimentos podrán eventualmente vender más y/o a un precio más elevado en el mercado chino. Eso será particularmente beneficioso para países como Perú o como Chile, que tienen firmado y en plena vigencia Tratados de Libre Comercio con China.
Pero hay otro aspecto importante de abordar. Si suben los aranceles a un producto tan importante como el acero, no es solo el acero el que presentará de allí en adelante un precio más alto en el mercado norteamericano y en el mercado mundial. Serán todos los productos que se transan internacionalmente –y que contienen poco o nada de acero– los que terminarán ahora con un precio más bajo con relación a los productos que tienen un alto contenido de acero o de aluminio.
En otras palabras, cambiarán los precios relativos de una cantidad importante de las mercancías que se transan internacionalmente. Si cambian los precios relativos, se modifican las cantidades producidas, ofertadas y demandadas y se produce, por lo tanto, una reestructuración de la producción y del comercio internacional. Al final del día, el nuevo equilibrio que de allí resulte será menos eficiente que el equilibrio existente hoy en día, en que los aranceles son bajos
El mercado internacional está permanentemente modificándose en sus cantidades producidas, en sus ofertas, sus demandas y sus precios, pero es diferente cuando esos cambios son el resultado de cambios tecnológicos –y de cambios en las productividades relativas– que cuando son el resultado de medidas administrativas que buscan ganar posiciones relativas por la vía del instrumental arancelario.