La Hallaca, de la inseguridad alimentaria al sabor navideño, por Marianella Herrera
Durante mis estudios de primaria, mis profesoras de historia de Venezuela me enseñaron que las Hallacas venían de la necesidad de los esclavos, quienes utilizaban las sobras de las “Casas Grandes” de las Haciendas para reforzar sus bollos hechos con maíz, la historia de estos bollos es otra muy bien relatada por cierto por Rafael Cartay en su libro: la Hallaca.
Así pues a mis 8 años y sin saberlo realmente, fue la primera vez que entré en contacto con una receta surgida de la necesidad de los humanos por mejorar la satisfacción de sus necesidades nutricionales. También en su libro sobre la hallaca, Cartay menciona que se daba a los indios lo mismo que a los esclavos de las haciendas, para evitar así la pelagra, terminando así de surgir el reforzamiento de los bollos de maíz, comidas usuales en aquellos tiempos de la conquista.
¿Pero que hace a la navidad venezolana tan especial? ¿Qué es eso que hace suspirar a todos los venezolanos y a otros que conocen nuestras tradiciones en diciembre? En mi opinión y creo que en la de muchos el arte. La confección de las hallacas es un arte, que se aparea con las gaitas, el burrito sabanero, niño lindo y si la virgen fuera andina, el ponche crema, el pan de jamón, la ensalada de gallina, el dulce de lechoza y el pernil navideño.
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En lo personal suelo cocinar con música, he intentado hacer hallacas con otro tipo de música, pero no puedo, necesito acompañar ese ritual con Guaco, Cardenales del Éxito, Gran Coquivacoa, el gran Betulio Medina y Maracaibo 15 o Serenata Guayanesa, también puede ser instrumental de Luis Julio Toro y su ensamble Gurrufío. Para preparar el pernil, si puedo hacerlo con el disco de jazz navideño de mi hermano Adolfo Herrera y su trío. Es increíble, así como el maridaje del vino y la comida, esto es un maridaje entre la música y comidas navideñas.
Lo extraordinario de la hallaca, y como otras comidas surgidas de la necesidad del hombre, es que logra transformar la identidad de una nación, y traspasar sus fronteras. Ahora que los venezolanos somos seres universales, la hallaca ha permeado en otras latitudes para lograr una presencia sublime pero contundente.
La complejidad de su preparación, aunado a la riqueza del contenido, hace de la hallaca un plato muy único, que hacen valer la pena los sacrificios económicos, espirituales, emocionales y familiares. Es que cuando uno está en una cola de mercado para pagar en diciembre en Caracas, el comentario general es que no podemos dejar quitarnos las hallacas cuando ya nos han quitado tanto. Cuando preguntamos a la gente en qué piensa cuando se imagina una hallaca las respuestas son: navidad, familia, unión, amor y entendemos que las tradiciones son lazos de amor y de unión.
También esto mismo, nos hace recordar que la alimentación es mucho más que alimentos y en la historia de las hallacas comprendida desde sus orígenes para compensar la alimentación de los esclavos e indios, hasta transformarse en comida de eventos extraordinarios. Pocas veces recordamos que con la incorporación de las mujeres venezolanas al sistema educativo y al mercado de trabajo, las hallacas pasaron de ser una comida más cotidiana a ser “la” comida del asueto navideño, tejiendo así el legado de quienes somos venezolanos y lo que inventamos para seguir haciendo hallacas.
Las hallacas se hacen en familia, donde cada miembro de la misma tiene una función. En mi hogar materno mi mamá junto con una gran amiga de la familia las dirigían y ejecutaban, yo ayudaba a picar los adornos y en la preparación del guiso, mi papá era experto amarrador. Ahora soy la que lleva el legado de las hallacas familiares que son una combinación de cuatro abuelas. Además me tocó conjugar políticamente los sabores de la hallaca oriental con los de la caraqueña a fin de que nadie se sienta herido en el orgullo regional, hasta en eso pensamos las mujeres de la familia.
Con el fin de año, celebremos en familia, reconociendo nuestro origen y gentilicio venezolano, que no es más que la mezcla de culturas, etnias y sabores. Feliz Navidad y un próspero año 2019 para nuestra querida Venezuela y sus ciudadanos. Bien lo merecemos!