La hiperinflación dejó la desigualdad como huella en los salarios
Aumentan los ingresos del sector privado con respecto a los salarios del sector público, donde la pobreza se hace más lacerante para quienes han dedicado su vida a trabajar para las instituciones y servicios del Estado
La hiperinflación, que según el Banco Central de Venezuela (BCV) llegó a su fin en diciembre, dejó a su paso en los últimos cuatro años una profunda huella de pobreza y desigualdad que se evidencia al comparar los salarios públicos y privados, ambos insuficientes.
El salario promedio de una parte del sector público (maestros, obreros de salud y policías) es de 20 dólares, de acuerdo con el Índice de Remuneraciones del Observatorio de Finanzas (OVF), que desde enero de 2021 presenta este indicador ante la opacidad de cifras oficiales.
El sector privado es otra realidad, aunque tampoco está cerca de tener calidad de vida. Entre enero y diciembre de 2021, el ingreso promedio de un trabajador del sector privado pasó de 52 dólares a 89 dólares mensuales, de los cuales 40% es salario base, 50% bonos y 10% otras compensaciones, según un estudio hecho por la consultora Anova en el que analizaron 3.481 puestos de trabajo en 354 comercios ubicados en Distrito Capital y Miranda, sector que representa 55% del empleo total privado en el país.
Sin embargo, ese monto cubre solo 20% de la canasta de alimentos. El BCV no reporta cifras de salarios ni ingresos de los trabajadores desde 2013 y el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) desde 2015.
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Entre el sueldo base, el bono nocturno, la jornada del domingo y otras compensaciones, Pedro Martínez, camillero en el Hospital Vargas y con 56 años de edad, cobra 155 bolívares al mes. Son casi 36 dólares al tipo de cambio del BCV del miércoles 2 de marzo, sueldo que no cubre más de 1% de la canasta alimentaria básica, para una familia de cinco miembros, que se ubica en 431 dólares, según el Cendas. Aún le faltan 397 dólares.
«Apenas cobro, de una vez pago el colegio de mis muchachos, tengo cinco, o se compra por ahí, lo que se pueda de comida: huevos, sardinas, cosas así, porque ni pollo ni carne se pueden comprar con tantas personas que somos».
Martínez puede considerarse como uno de los camilleros que más gana entre sus colegas en el sector de la salud pública, porque acorde con este indicador, la remuneración de los camilleros, aseadores y quienes elaboran historias médicas oscila entre seis y ocho dólares.
Según el índice, realizado con base en escalas salariales y contratos colectivos, los ingresos de los maestros van desde 25 dólares al mes, para un educador que acaba de graduarse, y 52 dólares para aquellos que tienen posgrados y más de 20 años de servicio.
Por otro lado, la remuneración media de funcionarios policiales y del Cicpc es de 14 dólares. «Vemos la precarización absoluta de las remuneraciones del empleado público», afirma el economista José Guerra, miembro del OVF.
Entre las 7:00 pm y las 7:00 am, Martínez está en el Hospital Vargas, y durante el día en el bulevar de Sabana Grande vendiendo caramelos y, a veces, jabones. Con esto hace entre 20 y hasta 40 dólares a la semana.
«Continúo en el hospital porque quiero tener la satisfacción de haberme jubilado, pero yo sé que monetariamente no significa nada. Un compañero se jubiló hace dos años y le dieron unos 80 dólares por 30 y pico de años de servicio», agregó Martínez, a quien le espera un monto parecido luego de poco más de tres décadas de labor.
El 2 de marzo, Conindustria reveló mediante su Encuesta de Coyuntura Industrial correspondiente al IV trimestre de 2021, que los salarios del personal obrero en el sector privado aumentaron un 76% en el transcurso del año. A inicios de 2021, un obrero u operador podía ganar un estimado de $78 mensuales. Esta cifra fue escalando con el paso de los meses hasta cerrar en los $138 en los que se promedia el sueldo actualmente, 32% de lo necesario para cubrir la canasta alimentaria calculada por el Cendas.
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