La historia de un «pollo», por Beltrán Vallejo
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El pasado 19 de julio, el ex diputado a la Asamblea Nacional y ex director del Dgcim y condecorado con la Estrella de Carabobo en su primera clase, el exgeneral Hugo Carvajal, llegó a EEUU bajo una orden de extradición y donde enfrentará cargos en un tribunal del distrito sur de Nueva York por tráfico de toneladas de cocaína hacia ese país.
Es decir, Venezuela volverá a ser una patética noticia internacional con la “novela” que significará el juicio a este viejo prócer del chavismo y del madurismo. Desde esa perspectiva, es difícil cree que, cuando salgan los detalles de ese juicio, las declaraciones del acusado, las acusaciones de la fiscalía, la presentación de testigos, todo este bagaje narrativo no tenga alguna repercusión, no sólo internacional, sino también en la alta cúpula de la dictadura madurista y en la muy sensible sociedad venezolana.
En fin, cuando el “pollo” Carvajal se transforme en gallo cantante con un alto kikiriki, habrá más de uno en el alto poder que se hará el loco o lo de siempre con una salta de descalificaciones y acusaciones de traidor o de “montaje del imperio”; aunque por ahí se dice que ya tiene rato colaborando con la DEA o que era un infiltrado de la CIA.
Y yo me pregunto, ¿para qué Jorge Rodríguez solicitó que más bien EEUU debiera extraditarlo a Venezuela? ¿Las acusaciones aquí son las mismas? Tengo entendido que aquí se le acusa de “traición a la patria” porque recordemos que en el 2019 apoyó a Juan Guaidó y llamó a la desobediencia militar.
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Algunos pudieran establecer ciertas similitudes entre el juicio que se le realizará al Pollo Carvajal y el que se le realizó en un mismo tribunal de Nueva York a Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad de México durante el gobierno de Felipe Calderón, y en donde se le declaró culpable de haber recibido del Cartel de Sinaloa millones de dólares mientras fingía ser el estratega de una lucha frontal contra los carteles mexicanos en los años más sangrientos de ese combate.
De antemano, yo, que soy un humilde opinador, lo que me queda es expresar como un sentimiento de pena porque estoy convencido de que en ese tribunal se contarán cosas truculentas y deleznables, y se mostrarán suficientes y detalladas pruebas y evidencias, porque así son los tribunales gringos, del nivel de descomposición moral e institucional en que han caído durante todos estos años las fuerzas armadas, los organismos de seguridad, y en fin se aportarán elementos de una profunda relación entre delincuencia organizada, política internacional y poder autocrático de Venezuela. Y veremos y escucharemos con pena varias delaciones, confesiones y demás oscuros relatos en un juicio que evidenciará hasta cuan bajo ha caído nuestro país.
¿Y por qué ese sentimiento de pena en mí sin empezar el juicio al “Pollo” Carvajal, se preguntarán algunos de mis lectores? ¡Caramba! porque a la Venezuela decente se le debería caer la cara de vergüenza con lo que va a contar este hombre.
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Pena y vergüenza de haber sido tan ineficaces como sociedad, como liderazgo, como actores políticos y sociales, en desalojar del poder a eso que va a ser descrito por Carvajal en el mismo mundo tribunalicio por donde pasó el Chapo Guzmán, Manuel Antonio Noriega, y me voy más atrás a los tiempos del mítico Carlos Lehder, el fundador del cartel de Medellín. Lo cierto es que el pavor más grande de todo gran capo del narcotráfico es terminar sentado en el banquillo de los acusados de un tribunal estadounidense, pues algún día regresará a su país en un féretro o muy anciano.
Lo que vamos a ver y a escuchar en el juicio contra el “pollo” Carvajal debe hacernos reflexionar como nación; alguna fibra moral nos debe tocar como país que todavía tiene residuos de principios y valores. Ahí veremos en verdad contra qué están luchando las fuerzas democráticas de Venezuela.
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