La hora de la Unidad, por Teodoro Petkoff
Arrancó oficialmente la campaña electoral. Esta vez la confrontación presenta algunas particularidades que la diferencian de las anteriores. Con mucho la más importante es que la Unidad es la gran protagonista en el campo opositor al gobierno. El acuerdo perfecto logrado por las fuerzas políticas unidas en la Mesa Democrática, que se traduce en 165 candidatos únicos para los 165 cargos en disputa, potencia enormemente la votación de quienes adversan al régimen. El hecho de que todos los votos, cualquiera sea el partido por el que se sufrague, van a parar al mismo pote, evita la dispersión y concentra la votación en la Unidad.
Todos los candidatos opositores están cubiertos por el amplio paraguas de la Unidad. Este concepto, tan poderoso, sin duda que operará como un agente de motivación y estímulo para los electores. Por lo mismo, en la campaña hay que darle mucha visibilidad al hecho unitario.
Cada partido de la Unidad, cada uno de sus candidatos, está obligado a subrayar la circunstancia de que andan juntos. De hecho, la gran candidatura de la oposición es la Unidad misma. Es una candidatura para triunfar. Así deben entenderlo aspirantes y grupos políticos.
En el lado contrario, el adversario tiene cara de perdedor. La agresividad inútil, tanto verbal como física, es una característica de quienes, en su fuero interno, están conscientes de que su mejor cuarto de hora ya pasó. Los candidatos del oficialismo cargan con un pesado escaparate en el lomo. Los tiempos en que se movían por el país, sobrados y arrogantes, quedaron atrás.
Ya no pueden vender esperanza. Donde quiera que se presentan les llueven preguntas por el costo de la vida, por el desempleo, por los apagones, por los hospitales agonizantes y, muy en particular, por la horrenda matazón de todos los días. Once años después, los candidatos chavistas no pueden convencer a nadie de que ahora sí tienen la fórmula para abatir la inflación o para crear empleo; que ahora sí los hospitales y ambulatorios quedarán como nuevos y que la delincuencia será reducida. El gobierno de Hugo Chávez es un lastre para sus candidatos. Porque ya pasó el tiempo en que la gente exculpaba a Chávez y responsabilizaba de los problemas a sus ministros. Los tiempos en que la gente creía que «el Presidente no sabe lo que está pasando», que «sus ministros lo engañan» o que son unos incompetentes, esos tiempos están idos. Ahora la gran pregunta con la que tropieza más de un candidato chavista es esa de quién le dio el garrote a esos «ciegos». Ese es el gran problema que tienen los candidatos del PSUV. Cada vez son menos los que les creen, cada vez son más los que viven frustración y desencanto. Por eso el lenguaje brutal del Presidente («demoler a la oposición»), por eso la agresividad y el ventajismo. Saben que jugando limpio no tienen ninguna posibilidad de vencer. Pero jugando sucio tampoco podrán. La Unidad llega hoy donde nunca antes sus partidos habían puesto pie. Y la gran noticia es que hay un pueblo que la recibe y la escucha con respeto.