La hora de la verdad, por Teodoro Petkoff
La unidad opositora está llegando a la hora de las chiquiticas. Como en cualquier carrera, los metros finales suelen ser los más apretados. La Mesa de Unidad Democrática (MUD) está casi lista para dar a conocer el esquema unitario para las elecciones parlamentarias de septiembre. Le faltan muy pocos nudos por desatar, para poder darle al país la excelente noticia de candidaturas unitarias en todos los estados y en todos los circuitos.
Ese esfuerzo es reconocido por la población, pese a la matriz de opinión contraria a la MUD, que se empeñan en crear algunos zamuritos mediáticos, en absoluta coincidencia con Chacumbele, quien no se cansa de pronosticar el fracaso de la Mesa. En su encuesta de febrero de este año, el IVAD (Seijas) registra datos muy auspiciosos. El 50% de la población «aprueba la labor de la oposición por el país», y un porcentaje igual «cree que la oposición tiene un proyecto de país para gobernar»; poco menos del 60% considera que la oposición «puede conformar un buen equipo para asumir funciones de gobierno» y más de 60% «aprueba el trabajo que viene adelantando la Mesa de Unidad por el país«. ¿Qué ha habido y hay fricciones y actitudes destempladas? Naturalmente.
Ya lo dijimos hace un tiempo. Es imposible imaginar que tantos intereses personales y partidistas disímiles pudieran lograr acuerdos sin protagonizar de vez en cuando las inevitables «trompadas estatutarias». Más bien maravilla que los desencuentros no hayan sido mayores, lo cual habla muy bien de fuerzas políticas que parecen haber aprendido la lección de las elecciones regionales de 2008, en las cuales la división hizo perder Valencia, Maracay y Cumaná, y eventualmente Guayana, donde la unidad podría haber significado la victoria.
Pero quedan los metros finales, que podrán a prueba la prudencia, la mesura y el espíritu unitario que ha sido demostrado hasta ahora. Pero también van a poner a prueba la firmeza y la determinación para tomar decisiones peliagudas.
Nadie puede pretender colocarse por encima de las reglas establecidas consensualmente. Si la regla estableció que las listas para los estados serían decididas por acuerdos entre los partidos y respetando un determinado «orden de llegada», ningún dirigente, por importante que sea, puede pretender que se haga una excepción en su caso y se le complazca realizando unas primarias sólo para él. De la MUD debemos esperar firmeza en sostener el respeto a sus propias reglas. Por otro lado, una persona que se ha inscrito voluntariamente en un partido es de suponer que acepta la política de su partido en el seno de la MUD. Si esa política condujo a acuerdos que no preveían primarias en un determinado circuito, no puede pretender esa persona, por relevante que sea, que esos acuerdos sean rotos sólo para complacer sus aspiraciones particulares en el circuito donde cree tener liderazgo. Firmeza es el nombre del juego. La hora de las chiquiticas es hora de sensatez pero, igualmente, de firmeza y temple. Y de un grado sumo de responsabilidad en todos los protagonistas.