La hora política, por Gustavo J. Villasmil-Prieto
La actividad de clubes, peñas, grupos de opinión y «ventetús» caraqueños se ha intensificado en la medida en que se acerca el 28J. Se le llena el «inbox» a uno con videos, documentos escritos con solemnidad de manifiesto e invitaciones a grupos de «chat» en WhatsApp que dan cabida a intensas discusiones técnicas sobre un porvenir que –siendo objetivos– luce como un «mediecito» al «home» al que incluso el más avezado bateador encontraría difícil hacerle «swing» en este nuevo turno al bate al que nos llama el incierto proceso político venezolano.
La presente hora venezolana no es para tecnócratas, dejémoslo claro. Es para políticos con sentido de estado, tan escasos como han sido en Venezuela en estos y en otros tiempos. Las tareas de cara al 28J poco tienen que hacer, por ejemplo, con que unos prefieran al modelo sanitario colombiano consagrado en la famosa «Ley 100» de Juan Luis Londoño al de las Isapres chilenas, o que encuentren superior el de la sanidad autonómica española al público-privado de las provincias canadienses. Meternos en diatribas de ese tipo justo ahora carece de sentido siendo que la hora que enfrentamos es, sobre todo, política.
500 mil venezolanos forman fila en diversas listas de espera quirúrgica a las puertas de hospitales en los que más del 50 por ciento de los quirófanos están clausurados. Con Bolivia y Guyana, compartimos el doloroso podio de país con más muertes maternas en la región. En promedio, un niño venezolano ha recibido, al día de hoy, escasamente la mitad de las vacunas que a su edad requiere.
Uno de cada tres de mis amables lectores ha de ser un hipertenso que solo en la mitad de los casos estará recibiendo alguna medicación para ello y uno de cada diez, un diabético cuya provisión alimentaria muy probablemente dependa en buena medida de una «bolsa clap» repleta carbohidratos procesados, la caloría más barata a la que se puede acceder en Venezuela.
Las prioridades ante esa «mañana siguiente» a la que hiciera referencia Ricardo Hausmann parecen obvias y destacan más allá de tongoneos ideológicos. En reciente foro en Madrid, el académico venezolano asentado en Harvard ha dejado claro que la transición venezolana no será posible «si el Estado no recupera su capacidad», lo que el periodista español Ballester Esquivias interpreta como «un llamamiento a superar, mientras dure la recuperación, el dilema entre intervencionismo público y liberalismo».
Abordar con objetividad los inmensos problemas que tenemos en frente y establecer prioridades con sensatez es fundamental ante el reto de un verdadero «giro copernicano» lleno de oportunidades, pero también de riesgos y de amenazas mayores. Así lo vio preclaramente el gran Arnoldo Gabaldón en 1959, en los albores de nuestra democracia, cuando con acierto privilegió políticas tan emblemáticas como la lucha antimalárica y la contención de la mortalidad materna y la infantil por sobre otras. Los resultados aún conmueven: tan solo entre 1962 y 1963, la esperanza de vida al nacer de un venezolano se incrementó en dos años.
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En lo inmediato, el reto venezolano pasa obligatoriamente por desenredar la apretada madeja del 28J: ¿llegaremos a tal fecha? De producirse – como se espera- la victoria de González Urrutia, ¿le será reconocida siendo que no habrá observación internacional? Y de serle reconocida, ¿habrá entrega efectiva del poder a la manera en la que Leoni le entregó a Caldera en 1969, Caldera a Pérez en 1974, Pérez a Herrera Campins en 1979, Herrera Campins a Lusinchi en 1984 y Lusinchi de nuevo a Pérez en 1989? Téngase en cuenta que, en el mejor de los casos, media un semestre completo entre el anhelado triunfo electoral y la toma de posesión: ¿cómo se transitará tan complicado interregno? Finalmente, y suponiendo que haya entrega efectiva del poder, ¿cómo echar a andar la «máquina» venezolana tras 25 años de secuestro por una estructura perversa que fundió al estado con un partido?
Se hace urgente que como comunidad política nos enfoquemos en tareas muy concretas, dejando para mejor ocasión esas elucubraciones que tanto nos han fascinado siempre. A cada colega o amigo aspirante a ministro o a eminencia gris del cambio que, henchido de espíritu triunfalista y sobrancero, me agobia con sus «planes de reconstrucción del país», le pregunto: ¿conformó ya Ud. su «comandito»? ¿Confeccionó su «1 por 10»? ¿Chequeó si aparece en el REP y si su centro de votación sigue donde siempre o si, por el contrario, ha sido mudado sin aviso? ¿Está Ud. integrado a los equipos de testigos de mesa, que hasta hace poco no habían sido conformados del todo en casi la mitad de las mesas de circunscripciones clave como Miranda, por ejemplo? ¿Organizó ya su «operación galope» para el traslado de votantes desde y hacia sus respectivos centros?
MCM ha advertido que más de 100 mil miembros de mesa han sido sustituidos sin aviso: ¿está Ud. entre ellos? Este último aspecto es crítico, pues de ello depende que la constitución de cada una de las mesas de votación no quede en manos de disciplinados militantes chavistas que ocupen los primeros puestos de la fila desde las 3 A.M, mientras usted, apreciado colega mío, se desgaja el cerebro pensando en alguna ingeniosa «app» de citas médicas para uso de hospitales y ambulatorios.
El 28 J sonará la «hora áurea» venezolana y esta será eminentemente política. Puestos a las puertas de una posible transición, se requerirá de la astucia y la tenacidad de un Lech Walesa, de la claridad de miras de un Vaclav Hável, de la magnanimidad de un Nelson Mandela y de la paciencia franciscana de un Adolfo Suárez para materializarla.
Será un momento para venezolanos de mucho fuste, no para «pescueceros», «buscavidas» de la política, consultores, lobistas, «lecturers» espontáneos ni animadores de Instagram: un momento para hombres y mujeres de estado, que no para tecnócratas atolondrados ni «niños prodigio» que crean tener leído al país en Tableau®.
Como en el politrauma y la parada cardiorrespiratoria, hay una hora, un minuto «de oro» que deben ser aprovechados asertivamente, so pena de terminar con un paciente en el que todo se ejecutó impecablemente, pero que igual acabó muerto.
Referencia: Hausmann R. No se trata de lo que fue Venezuela, sino de lo que puede ser. El Deber. 2024 May 28.
Gustavo Villasmil-Prieto es Médico-UCV. Exsecretario de Salud de Miranda.
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