Sede del BCV en Puerto Ordaz: otra muestra de la desenfrenada corrupción
El ambicioso proyecto de 19 pisos hoy solo es un terreno baldío que desplazó a lo que sería la estación de transferencia del Transguayana, proyecto que quedó engavetado en la Alcaldía de Caroní
“Un tepuy en lo alto de Ciudad Guayana”. Así se denominó al proyecto ganador para la construcción de la subsede del Banco Central de Venezuela (BCV), ubicada en Alta Vista, Puerto Ordaz, cuya obra arrancó en 2016 para ser culminada dos años después, sin embargo, la construcción corrió con la misma suerte del III Puente sobre el río Orinoco y de la represa Tocoma: abandono total.
Una nota de prensa del BCV, de mayo de 2018, daba cuenta de los avances, pero a febrero de 2020 no hay ni un 10% de avance.
“Estamos frente a un elefante rojo de la corrupción, asociado a la corrupción del Arco Minero del Orinoco”, dijo el exdiputado del Consejo Legislativo del estado Bolívar (CLEB) y coordinador regional de Encuentro Ciudadano, César Ramírez, quien en 2016 denunció precisamente las irregularidades con respecto a la obra.
Los casos de corrupción relacionados con proyectos inconclusos se han convertido en un factor común a lo largo del país. Se anuncian millones de dólares invertidos pero los proyectos nunca comienzan o son paralizados.
Uno de los más escandalosos fue el caso Odebrecht, donde entre 2006 y 2015 se destinaron más de 98 millones de dólares para la supuesta construcción de obras que prometían mejorar la calidad de vida de los venezolanos, pero esto fue aprovechado por funcionarios del gobierno para retener los contratos.
A pesar de que los funcionarios anuncian fechas de inicio y fin de las construcciones se postergan las entregas, se asignan recursos para trabajos con retrasos hasta, finalmente, llegar a la paralización.
Puerto Ordaz está llena de obras que pretendían ser centros comerciales, abastos, edificios, etc. Pero quedaron inconclusas y posteriormente abandonadas por años. Un ejemplo es lo que pretendía ser el Centro Comercial Villa Granada, cuya construcción se paralizó hace 10 años, y actualmente es el hogar de más de 81 familias que se quedaron sin hogar.
Esta subsede del Banco Central de Venezuela solo se suma a la larga lista de infraestructuras inacabadas y refuerza las sospechas de corrupción en relación a los recursos destinados para su construcción.
Se suponía que la subsede serviría para el resguardo del oro proveniente del Arco Minero del Orinoco. “En 2016 se iniciaron las obras y se anunció que sería una mega construcción de 19 pisos, con cinco y seis pisos de sótano, una infraestructura de vanguardia y hoy solo vemos un hueco, maquinarias abandonadas y miles de millones de dólares invertidos y botados”, denunció Ramírez.
Transguayana desplazado
El vocero del partido Encuentro Ciudadano señala además que el proyecto de la sede del BCV desplazó al engavetado proyecto de transporte público, Transguayana. Ese terreno fue cedido en 2007 a la Alcaldía de Caroní para la estación de transferencia del Transguayana, un sistema de transporte público que cubría la ruta desde el sector Cristóbal Colón, en San Félix, hasta el Core 8, en Puerto Ordaz.
“En 2014 fue reafirmado el proyecto cuando la Corporación Andina de Fomento otorgó 50 mil dólares a la Alcaldía para la reingeniería del proyecto. Ese mismo año, la CVG se lo traspasó al BCV y se perdieron todas las obras de ingeniería del Transguayana, que costó más de un millón de dólares en el año 2008 a una empresa francesa, se perdieron los 50 mil dólares de la CAF para la reingeniería, y hoy vemos una obra inconclusa que ha causado daño al patrimonio de la nación”, señaló el exlegislador.
“Es público y notorio la cantidad de negocios de compra y venta de oro que no llega al BCV. La cifra que Mibiturven (antigua Minerven) otorga al BCV es mínima, comparada con lo que es la explotación minera ilegal al sur de Bolívar”, acotó en relación a la fuga del oro venezolano.
Una obra de envergadura
En 2015, José Khan, entonces director del BCV, estuvo en Ciudad Guayana para presentar el proyecto de edificación de la subsede del Banco Central de Venezuela, a cargo del arquitecto Domingo Acosta, del Consorcio VAV.
La arquitectura emularía a un tepuy de la Gran Sabana, de allí el nombre del proyecto ganador. Tendría 19 pisos y espacio de 27 mil metros cuadrados. La torre la cubriría una malla colgante desde el techo, para representar a los pescadores indígenas.
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Según Khan, también contaría con una caída de agua que simbolizaba al Salto Ángel, un mirador en el último piso y áreas de esparcimiento. Al lado, una infraestructura en forma de curiara, que estaba destinada a ser el edificio para una biblioteca, una sala de conciertos, un acuario, una exposición de orquídeas y el Museo del Oro.
Khan lo promocionó como un edificio autosustentable por los métodos ecológicos que iban a utilizarse en la edificación. Por ejemplo, la poca energía a utilizar, el reciclaje, el uso de los desechos orgánicos como abono, la existencia de un museo de energía eólica y el mínimo uso de papel dentro de las instalaciones.
Incluso, hasta tendría un Instituto Latinoamericano de Formación de Orfebrería y Joyería, para la especialización en orfebrería, fundición, diseño, tallado y pulido de diamantes.
El dirigente César Ramírez solicitó a la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, presidida por el diputado José Prat, investigar este caso de presunta corrupción en el estado Bolívar, que se suma a la cantidad de obras inconclusas por parte del régimen.
Especial: Correo del Caroní